Читать книгу México tal cual es - Carlo de Fornaro - Страница 7
Primer Período.
ОглавлениеEste es el período de incubación, el brote de la flor silvestre, la evolución del discípulo teológico hacia el estudiante de jurisprudencia.
Este hombre predestinado nació en la más humilde cuna, en Oaxaca, el año de 1830, vástago de un padre de origen español, y de una madre india, y ascendió hasta la cumbre más alta del poder jamás alcanzada en su país, por el sendero de la guerra, la revolución y la anarquía. Pero sus primeros pasos fueron pacíficos, casi vulgares: fué buen hijo, discípulo industrioso y buen muchacho.
En el año de 1846 la ciudad de Oaxaca tuvo aprehensiones de guerra. Se creyó que las fuerzas norteamericanas que avanzaban sobre la capital de la República atacarían á Oaxaca. Con tal motivo se afiliaron en las milicias todos los estudiantes, formando un batallón que las crónicas locales designan seriamente con el cómico nombre de “Peor es nada”.[1] El joven Porfirio se alistó en él también, pero, por desgracia, el cómico batallón no salió jamás á campaña.
Nada hay en esos primeros años que augurasen los atropellados eventos de su futura existencia, en la que las más irrealizables ambiciones de sus ensueños se verían realizadas; existencia salpicada de aventuras románticas, dignas de una novela de las que se reparten por entregas.
Ningún decidor de fortuna, ningún profeta le predijo cosa alguna, y, como él mismo lo confiesa, su más alta ambición, cuando era muchacho, fué llegar á ser coronel de un batallón.
Quienes han estudiado su vida desde el punto de vista psicológico, han intentado explicar el buen éxito por Díaz alcanzado, atribuyéndolo á las cualidades heredadas de las dos razas que en él concurren: la española y la mixteca.
El atavismo no explica el fenómeno, puesto que hay muchos miles de muchachos con madres mixtecas y padres españoles que nunca llegan á ser algo, ni siquiera buenos porteros.
La explicación se encuentra en él mismo; consiste en el perfecto equilibrio entre el cerebro y la voluntad; es la explicación lógica del buen éxito que obtienen los conquistadores, estadistas y conductores de hombres. Con algo más de inteligencia, habría llegado á ser un buen abogado; con un poco más de imaginación, habría podido ser un periodista militante ó un promovedor de negocios; con un exceso de voluntad podría haber sobrepasado la línea del cabecilla revolucionario, para convertirse en un capitán de bandoleros.
En todo hombre debe estar el Don Quijote balanceado por el Sancho Panza, para poder tener buen éxito práctico.
Un ser vulgar, atento y prudente en todo momento de su vida, con frecuencia goza del placer de triunfar sobre los hombres de imaginación, como dice Stendhal.