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121. Flores, Celedonio Esteban (El Negro Cele)

Poeta fundamental del tango, había nacido en el centro de la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en la calle Talcahuano y Rivadavia, el 3 de agosto de 1896.

Abandonó sus estudios secundarios en el tercer año, e intentó inmediatamente el estudio del violín y luego el de la pintura, sin obtener mayores avances en ninguno de ellos.

En 1910, la familia Flores se mudó al barrio de Villa Crespo, traslado que resultó fundamental para Celedonio, quien redescubrió la ciudad que luego describiría en sus poesías, como agudo observador tanto del centro como de los barrios que por entonces constituían el arrabal.

1914 constituye un hito en la poesía del Negro Cele. Ése fue el año en el que ganó un concurso de poesías organizado por el diario Última Hora. La poesía se titulaba Por la pinta, rebautizado más adelante como Margot, probablemente por el mismo Gardel cuando éste decidió grabarlo a partir de la melodía que sobre los versos del casi adolescente poeta compusiera, según escribe José Gobello, el guitarrista José Ricardo Soria a pedido del Zorzal, quien luego en las grabaciones se adjudicara la composición de la música junto con José Razzano. Señala Gobello al respecto que «los herederos del Negro Ricardo, a través de un juicio, debieron poner las cosas en su justo lugar».

El éxito de Margot alentó a Flores a seguir escribiendo poesías en una línea similar, surgiendo así Mano a mano, al que siguió, también dentro de la misma tesitura, Audacia.

Gardel apreció de tal forma la poesía de Flores que luego de grabar Margot y Mano a mano, llevó al disco otras diez obras de Flores: Canchero, Gorriones, Lloró como una mujer, Mala entraña, Viejo smoking, La mariposa, Pan, Te odio, Si se salva el pibe y Por seguidora y por fiel.

Rosita Quiroga, por su parte, había realizado impecables versiones en su estilo tan particular de Muchacho, La musa mistonga, Viejo coche y el ya mencionado Audacia.

Salvo Margot, Mano a mano y Audacia, cuyo origen se ubica en la década de los años diez, esta importante producción data de la década veinte. A comienzos de los años treinta, escribió los versos de Mentira, con música de Francisco Pracánico, pronto grabado por la orquesta típica que por entonces condujo Adolfo Carabelli con la voz de Carlos Lafuente.

Con el mismo compositor, escribió en 1934 la poesía de Corrientes y Esmeralda. La primera de la larga serie grabaciones de este tema fue la de la orquesta de Francisco Lomuto con el cantor Fernando Díaz en ese mismo año. Las glosas de este difundido tango habrían de ser incluidas por su autor en su segundo libro de versos, Cuando pasa el organito, publicado durante el año siguiente, de acuerdo con algunos testimonios, dado que en la primera edición de esta antología se ha omitido consignar la fecha.

Otros títulos posteriores a la de década del veinte son Milonga fina, grabado por Jorge Vidal en su etapa de solista, Cuando me entrés a fallar, Biaba y Quién hizo el tango, que lleva también música de Francisco Pracánico.

Este último tema, pese a su muy buena factura, no ha tenido otra grabación que la que efectuó Carmen Duval acompañada por la orquesta dirigida por Héctor María Artola en el mes de octubre de 1946.

Es insoslayable también la mención de El bulín de la calle Ayacucho, con música de los hermanos José y Luis Servideo, éxito de Francisco Fiorentino quien lo grabó cuando era cantor de Aníbal Troilo en junio de 1941, siendo también excelente la grabación que del tema hiciera Héctor Varela con la voz de Rodolfo Lesica en julio de 1951.

Con un enfoque particularmente distinto, destacamos también a dos de sus poesías tangueras, en las que se recrea una cruda descripción de la realidad social de la época en ellas contextualizada. Nos referimos a Sentencia y a Pan, con música de Pedro Maffia y de Eduardo Chon Pereyra, respectivamente.

Del primero existen varias grabaciones, una instrumental, de Julio De Caro y su sexteto en la década del veinte, y otras posteriores como la de la orquesta de Alfredo De Ángelis con Carlos Dante, realizada el 20 de agosto de 1947, menos de un mes después de la muerte de Flores, y la de Osvaldo Pugliese, con la voz del cantor santafesino Ricardo Medina, en uno de los dos únicos registros discográficos de este vocalista con la orquesta del Troesma, concretados ambos el 24 de julio de 1959.

Pan cuenta a su vez con una notable grabación del Polaco Goyeneche con la orquesta de Horacio Salgán en el año 1953, y con otra no menos destacada del mismo Salgán ya en 1970, ahora con la voz de Edmundo Rivero.

También con música del Chon Pereyra le pertenecen los versos de El as de los ases, recordada grabación de la orquesta de Héctor Varela con el cantor Rodolfo Lesica realizada en mayo de 1952.

Con música del violinista y director de origen italiano Antonio Rodio, escribió los versos de los tangos Maldita, el que se constituyera en la última grabación de Carlos Di Sarli con su sexteto el 14 de agosto de 1931, interviniendo como estribillista Ernesto Famá —siendo registrado luego por Ignacio Corsini con acompañamiento de guitarras—, y Si yo te contara, llevado al disco por Francisco Canaro con estribillo cantado por Roberto Maida, el 24 de mayo de 1937.

Otra letra destacada de su importante producción, aunque en una línea distinta a los trazos lunfardescos que caracterizaron a muchos de sus versos de mayor difusión, es la del tango Mía, grabado por Carlos Dante en dos oportunidades: cuando se desempeñaba como cantor de la orquesta de Alfredo De Ángelis, en 1954, y ya como solista, en 1969, acompañado en esta oportunidad por la orquesta dirigida por Aquiles Roggero.

Unió también su nombre al del pianista Juan Carlos Cobián en Es preciso que te vayas, una de las últimas producciones musicales de este notable compositor. El tema no alcanzó la difusión que merecía, apreciándose de todos modos su calidad en la grabación que hiciera la orquesta de Osvaldo Pugliese con la voz de Juan Carlos Cobos el 25 de noviembre de 1953.

No omitió en su producción el homenaje a un colega, y así fue como en 1943 dio a conocer Ahí va Catunga, con música de Atilio y Humberto Constanzo, grabado en ese mismo año por la orquesta de Roberto Zerrillo, en la que este último compositor se desempeñaba como contrabajista, con la voz de Jorge Cardozo, formando parte del único disco para el sello Odeon de esa agrupación.

Una de sus últimas letras registradas en sadaic fue la del tango La carta que me dejaste con música de Humberto La Rocca, llevado al disco por la orquesta de Domingo Federico con la voz de Armando Moreno el 21 de julio de 1952 a casi cinco años exactos de la muerte de Cele.

Como surge de la reseña de sus letras, Flores escribía versos que acompañaron a melodías inspiradas por distintos compositores, sin que pueda entonces identificarse un binomio entre él y alguno de ellos. Buena parte de su producción se adaptó a la perfección al estilo de Edmundo Rivero, quien hizo así inolvidables creaciones de los versos de Celedonio. Margot, Mano a mano, Audacia, Tengo miedo, Cuando me entrés a fallar y Biaba constituyen pruebas fehacientes de lo expresado. Al momento de su temprano deceso, tenía registrados cuarenta y ocho temas como letrista en sadaic. Muchos de ellos lo habían transformado en un hombre de buena posición económica, sin perder por eso su legendaria bohemia y proverbial modestia.

Por otra parte, a su producción deben agregarse dos libros de poesías: Chapaleando barro, dado a conocer a través de una primera edición publicada en el año 1929, y en cuya segunda publicación, fechada en 1951, se agregaron veinte poemas póstumos y un prólogo escrito por Cátulo Castillo, y Cuando pasa el organito, cuya primera edición aparentemente, dado que conforme lo señaláramos antes no existe completa seguridad al respecto, data de 1935, para aparecer una segunda en 1965.

Ambas antologías son fundamentales para comprender la esencia de la letra de sus tangos, ya que en ellas se incluyen tanto los versos de varios de sus tangos más exitosos como diversos poemas que jamás acompañaron a una melodía, pero que de todos modos también conservan el sesgo popular, la nostalgia y el desenfado que priman en aquellas letras.

Precisamente uno de ellos, titulado Porque canto así, ha sido popularizado por Julio Sosa, quien lo recitó con su particular estilo acompañado por la melodía de La cumparsita, bellamente interpretada por la orquesta de Leopoldo Federico.

Horacio Salas ha escrito el acertado comentario que transcribimos a continuación acerca de la importancia de la poesía de Flores en la evolución de este género musical: «Sin la homogénea calidad de Homero Manzi ni la profundidad metafísica de Enrique Santos Discépolo, la capacidad descriptiva de Flores, su acercamiento a los sectores marginales y su tono de cronista de la vida porteña lo convierten en un nombre fundamental en el desarrollo de la poesía del tango».

En sus últimos años, cuando su producción poética había disminuido notoriamente, seguía vinculado de todos modos al quehacer artístico como presentador del cantor Carlos Acuña.

Ésta era la actividad que desarrollaba cuando falleció el 28 de julio de 1947, una semana antes de cumplir 51 años.

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