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Prólogo

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Daniel Cano Gómez*


* Investigador, Observatorio Colombiano de Infracciones de Tránsito.


A primera vista, este libro parece surgir de cientos de conversaciones bogotanas, de aquellas que suceden en las estaciones de Transmilenio, los parques y los cafés. La temática de los motociclistas parece estar en todas partes, y todas las personas tienen una fuerte opinión al respecto: consideran este vehículo una bendición, o bien, piensan que son un estorbo total para la vida diaria. Este es un tema frente al que nadie es neutral.

Como todo análisis académico, este libro no partió de una conversación callejera, de un debate de esquina, sino del trabajo riguroso de investigaciones realizadas por expertos; no obstante, mi relación con el proyecto sí fue por medio de una conversación. Surgió hace casi dos años antes de iniciar la primera clase del programa Liderazgo por Bogotá en la Universidad de los Andes. Allí, con un café en la mano, me enfrasqué en una larga conversación con el profesor Edder Alexander Velandia sobre las motos y Bogotá. Por nuestras palabras pasaron la velocidad, ligereza y economía con que recorren la ciudad los motociclistas; pero también los problemas: la contami­nación, el incumplimiento de normas y, sobre todo, las muertes y los heridos, acompañados del drama humano que significa sufrir un siniestro de tránsito.

Aun cuando el café se acabó, nuestra conversación nunca lo hizo, solo con­fluyó en nuevos espacios y con distintos acompañantes, entre ellos el profesor Carlos Felipe Urazán. La curiosidad y el interés por esta temática nos llevó a organizar un foro con estudiantes de la Universidad de La Salle. A diferen­cia de muchas conversaciones sobre política, movilidad o seguridad vial que se dan en Bogotá, la nuestra fue una conversación informada y profunda. Edder y Carlos Felipe, lejos de ser simples editorialistas, le han dedicado años a investigar de manera rigurosa la problemática de las motos en esta ciudad. Este libro es el resultado de dicho esfuerzo.

Por nuestra conversación pasaron múltiples amigos y colegas, algunos acérri­mos defensores de la motocicleta, otros críticos hasta la muerte. Los primeros explican la facilidad y agilidad que tiene la moto para recorrer la ciudad, su capacidad de evadir trancones y ocupar poco espacio en la vía; igual­mente mencionan lo económico que es andar de este modo y la cantidad de personas que hoy viven gracias a las oportunidades laborales que el vehícu­lo ofrece. Mientras tanto, los detractores hablan sobre el incumplimiento de las normas por parte de muchos motociclistas y de las más de 3000 personas que mueren al año en Colombia cuando usan este medio de transporte. También mencionan los graves efectos sobre la contaminación de la ciudad. Así, en esta historia, la moto se presenta como el héroe y el villano, la víctima y el victimario. Ese doble carácter es evaluado con atenta neutralidad por los profesores Urazán y Velandia, que ofrecen una mirada fresca y libre de opciones viscerales al problema de la motocicleta en Bogotá.

En primer lugar, se aborda el rol que tiene la moto en la movilidad actual de la ciudad, su participación en los viajes y cómo esta ha venido cambiando durante los últimos años. En especial se busca mirar el llamado “fenómeno AKT”, ese proceso de crecimiento exponencial en el parque automotor que ha cambiado la manera en que se moviliza la población. Aun cuando Bogotá no ha sufrido el fenómeno de la misma manera que las ciudades intermedias de Colombia, el libro nos muestra cómo cada día la moto tiene un papel mayor en la vida diaria de los capitalinos.

Posteriormente, se realiza un análisis de los impactos que ha tenido este fenómeno tanto en la siniestralidad vial como en la contaminación y en los conflictos con otros usuarios. Durante este espacio no solo se analiza el impacto directo en las calles, sino que se sitúa la problemática dentro del gran debate de salud pública. Una solución aparente a los problemas de contaminación generados por las motocicletas es la movilidad eléctrica; no obstante, el texto nos advierte de las desventajas que tiene esta tecnología y de los retos culturales y legislativos que hay que afrontar para implementarla de manera segura.

Haciendo un ejercicio de balanceo entre las desventajas y las ventajas, el texto desmiente algunos mitos sobre la movilidad de la ciudad. Así, a través de ejercicios empíricos es posible demostrar la mayor eficiencia que tiene la moto para andar por Bogotá, e igualmente se adentra en las motivaciones y los intereses de los motociclistas.

El fenómeno de la expansión de la motocicleta no es exclusivo de Bogotá; muchas ciudades del mundo han afrontado retos similares y han encontrado distintas soluciones a problemáticas específicas. Por ello, los profesores Urazán y Velandia hacen un recorrido por el mundo, tomando lecciones útiles para mejorar la seguridad y el confort de los motociclistas en esta ciudad. Pasan por China, India, Taiwán, Brasil, México, Italia y España; de estos ejemplos se destacan medidas como los cajones para realizar giros a la izquierda y la delimitación de zonas de parqueo.

El texto no se queda en una mirada explicativa del fenómeno, sino que termina delimitando recomendaciones de política pública. En el caso de que se implementen las medidas mencionadas en el último apartado, la movilidad de Bogotá podría mejorar de manera evidente; en particular, crear algunas limitaciones al crecimiento exagerado de las motocicletas, como el aumento en el pago de impuestos y la mejora del transporte público. En de­finitiva, el libro busca ser una luz entre cientos de personas que ven en la moto o un ene­migo o una bendición. Como diría Pere Navarro, el exdirector de la Dirección General del Tránsito de España: “la moto llegó para quedarse y debe­mos intentar acomodarnos a esta nueva realidad”.

La motocicleta como modo de transporte

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