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El problema: sufrimiento emocional profundo en estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá
ОглавлениеSegún la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014), durante 2012 se registraron 804 000 muertes a nivel mundial por suicidio, aunque se estima que la cifra sea mayor, por el subregistro o por clasificaciones incorrectas, a partir de la complejidad y del significado que tiene el suicidio, además de las falencias en los sistemas estadísticos de muchos países. Adicionalmente, el suicidio es la segunda causa principal de muerte a nivel mundial en personas que tienen de 15 a 29 años.
En Colombia, según la Subdirección de Enfermedades no Transmisibles del Ministerio de Salud (2018), entre 2009 y 2016 ocurrieron 17 522 suicidios, en promedio, 2190 por año. Esta entidad coincide con información presentada por otras organizaciones en relación con características generales del suicidio en Colombia, a saber: mayor frecuencia en hombres (81 %) que en mujeres (19 %) y con mayor proporción en el grupo de personas que tiene entre 20 y 24 años (14,6 %).
Los últimos datos publicados en el Sistema de Información y Consulta de Estadísticas Vitales del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane, 2019) indican un aumento en los casos de suicidio entre 2011 y 2018, siendo el suicidio la tercera causa de muerte por causa externa en el país durante ese último año. Por otro lado, la versión más reciente de la Encuesta Nacional de Salud Mental (Ministerio de Salud y Protección Social, 2015), que tuvo una muestra de 16 147 personas en distintas zonas del país, dedica un apartado especial al suicidio en adolescentes, en el que presenta como principales resultados al respecto los siguientes:
Se encuentra una proporción de ideación suicida total del 6.6 %, distribuida en 7.4 % en adolescentes mujeres y 5.7 % en hombres; el valor estimado para adolescentes hombres tiene un CVE mayor del 20 %. Por otra parte, el plan suicida está presente en el 1.8 % de los adolescentes, siendo 2.5 % en mujeres y 1.0 % en hombres […] el paso a intento de suicidio se da en 2.5 % de los adolescentes (2.9 % en mujeres y 2.1 % en hombres). La proporción de adolescentes que han intentado suicidarse con respecto a quienes han pensado en hacerlo es del 37.6 %. (Ministerio de Salud y Protección Social, 2015, p. 232)
Durante la última década, la tasa de intento de suicidio a nivel nacional ha ido aumentando año tras año, “pasando de 0.9 por 100 000 habitantes en 2009 a 36.08 por 100 000 habitantes en 2016” (Ministerio de Salud, 2018, p. 4). En el mismo boletín se reportan las tasas más altas de intento de suicidio a nivel nacional, entre quienes están, en primer lugar, las personas que tienen entre 15 y 19 años y, en segundo lugar, quienes tienen entre 20 y 24 (p. 5).
Los datos de salud mental a nivel distrital, registrados en el sistema de información público SaluData, presentan un ascenso en las tasas de suicidio entre 2012 y 2018[6]. El 37 % de los casos de suicidio se presentaron en personas que tenían entre 15 y 29 años. Durante 2018, el 80 % de los casos fueron de hombres y el 20 % de mujeres. En el mismo año, las localidades en las que se presentó mayor cantidad de suicidios fueron Kennedy, Suba, Ciudad Bolívar, Engativá y Bosa, en donde reside una alta proporción de estudiantes de la UN. Por otro lado, a partir del análisis situacional de los eventos prioritarios de salud mental en Bogotá, elaborado por la Secretaría Distrital de Salud (2017), se encuentra que el 42 % de los casos de ideación suicida en la ciudad se presenta en adolescentes y jóvenes.
En relación con la Universidad, la expresión de este problema ha estado vinculada, por un lado, con un aumento en el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas en la población estudiantil y otros factores incidentes de riesgo y vulnerabilidad biopsicosocial asociados con sentimientos de soledad y extra-ñamiento del medio (principalmente de la población estudiantil migrante), depresiones leves y graves, ansiedad y episodios de pánico. Esto ha configurado un preocupante panorama de salud mental y emocional en la población estudiantil, obligando a la Universidad a redoblar los esfuerzos de atención al problema de sufrimiento emocional y de salud mental de los y las estudiantes.