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Capítulo 1
Mire la programación…

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Ante tal abundancia y flujo de imágenes, a los padres les cuesta a veces orientarse y saber qué ven sus hijos, aún más cuando ambos trabajan y vuelven tarde. Actualmente, nos encontramos ante una paradoja: los niños tienen cada vez más programas donde elegir pero al mismo tiempo están cada vez más solos.


Un entorno cambiante

Desde su más tierna edad, los niños están en contacto con las imágenes. Televisión, ordenador, videojuegos… forman parte de su universo con la misma naturalidad que el aire que respiran. Nacen, crecen y viven con ellas. Aunque los chicos a partir de los 7–8 años dejan un poco de lado la televisión por la consola, la tele sigue siendo el medio de comunicación más influyente entre las jóvenes generaciones, por el tiempo que pasan delante de ella pero también por los valores y los mensajes que transmite.

Desde que la televisión existe, su buena o mala influencia sobre los niños siempre ha despertado temores y prejuicios. Recordemos la preocupación de los padres en los años sesenta por los pistoletazos de los vaqueros o por las peleas. Hoy, estas escenas nos hacen sonreír. Ahora, la cuestión no es tanto saber si se puede dejar ver o no la televisión a los niños, sino más bien saber cómo acompañarlos ante un caudal de imágenes que no deja de aumentar.

Un contenido desordenado

En los últimos años, el número de cadenas no ha dejado de aumentar. La verdadera revolución se produjo en los años ochenta con la aparición del cable y del satélite. Las cadenas crecieron como setas y apareció un nuevo concepto: las cadenas temáticas. Cine, dibujos animados, música, deporte, actualidad, meteorología, documentales… Para cada ámbito, una o varias cadenas.

Para las generaciones anteriores, acostumbradas a pocos canales, estas nuevas programaciones son como una selva en la que es difícil orientarse, aunque esta revolución actualmente afecta sólo a un 30 % de los hogares.

Con lo que nos costó adaptarnos y ya tenemos una nueva revolución: la llegada de la televisión digital terrestre, la TDT, una revolución técnica que aporta una imagen excelente, un sonido cristalino y muchas cadenas nuevas. En el año 2005 han visto la luz nuevos canales gratuitos, que se añaden a los ya existentes en la red hertziana. Aparecerán más, algunos gratuitos y otros de pago. Seguro que nacen canales especializados para jóvenes, con lo cual podrán disfrutar de programas diseñados específicamente para ellos. Esto tiene varias ventajas: estas cadenas no emitirán programas violentos, los padres identificarán mejor lo que ven sus hijos y al público joven le gustará. Sin embargo, dos puntos negativos. El primero es que este tipo de canales pueden fomentar el consumo de televisión entre los niños, porque es sabido que los que tienen cable y satélite en casa la ven más que los que no tienen. El segundo es la publicidad. Para los anunciantes, los niños son un objetivo predilecto. Al ser crédulos y no saber distanciarse todavía lo suficiente de las imágenes, son fácilmente influenciables. ¿Lo ideal? Una cadena para niños sin publicidad, como en Inglaterra.

Cada vez más televisores

Actualmente se está produciendo otro cambio que está empezando a influir en nuestra manera de ver la televisión: el elevado número de televisores que existen en las casas. En los hogares ya no hay solamente un único televisor reinando en el salón o en el comedor, alrededor del cual se reúne toda la familia, sino que ahora hay varios: un televisor en la sala de estar, otro en la habitación de los padres y cada vez más a menudo otro en la habitación de los niños, cuando no hay uno en cada habitación de la casa. Se acabaron las peleas para elegir programa. Ahora, cada uno puede ver su serie favorita, el partido de fútbol o el programa de variedades a su antojo… aislado frente a la pantalla.

Casi tres horas de tele al día, de media

En España, según datos de un estudio reciente del Consejo del Audiovisual de Cataluña[1], el consumo anual de horas de televisión de los niños de 4 a 12 años es de unas 990 horas, es decir, 2,71 horas diarias. Teniendo en cuenta que a la escuela dedican una media de 960 horas anuales, el resultado es que al cabo del año los niños dedican más tiempo a ver la televisión que a la escuela. Los niños de entornos menos favorecidos la ven más que sus compañeros de familias más acomodadas. ¿Y cuándo ven la televisión? El momento más importante es de nueve a doce de la noche (prime time), franja situada fuera del horario protegido, pero también la ven por la mañana antes de ir a la escuela y, evidentemente, los fines de semana.

Hoy en día, la mayoría de los padres trabajan fuera de casa y vuelven por la noche. A algunos niños los cuida una canguro, que no siempre presta atención a los programas que ven; otros se quedan bajo la responsabilidad de un hermano o hermana mayor que ve programas para adolescentes, o que los planta delante del televisor para poder ocuparse de sus cosas. Otros, finalmente, se quedan solos. Así, los niños se encuentran cada vez más solos ante el televisor.

Fans de la telerrealidad

A las siete de la mañana, justo después de saltar de la cama, empieza la alegre ronda de dibujos animados. Con los ojos todavía medio cerrados y el pelo alborotado, nuestros pequeños se plantan delante de la pequeña pantalla para ver a sus personajes preferidos. La mayoría de las cadenas generalistas concentran lo esencial de su programación infantil en esta franja horaria matutina, que sólo representa el 8 % del total de su parrilla. La audiencia manda: la franja matinal tiene tradicionalmente pocos telespectadores. Y los dibujos animados colman este vacío. Lástima para los niños, porque entre el edredón y el tazón de cereales, la higiene y la preparación de la mochila, picotean ante el flujo continuo de dibujos animados sin pararse a disfrutar del desayuno. A la hora del almuerzo, juegos e información constituyen el plato fuerte. Después del colegio, de seis a ocho de la tarde, algunas cadenas vuelven a emitir programación específica para niños. No obstante, la franja horaria de mayor consumo entre niños de 4 a 12 años es la denominada de prime time, es decir, la que transcurre entre las nueve y las doce de la noche, con programas para adultos: teleseries, telerrealidad, películas. En los últimos años, la audiencia infantil y juvenil en la franja horaria que va de las diez a las diez y media de la noche ha aumentado el 45,2 %. ¿Resultado? El público infantil ve sobre todo programas que no están pensados para él. En este contexto, no es sorprendente que sus programas preferidos no sean magacines, juegos o películas creados para ellos, sino programas de telerrealidad.

Dibujos y más dibujos

Otro elemento preocupante es la poca oferta de programas infantiles. Sea cual sea la cadena, se da prioridad a la ficción, es decir, a los dibujos animados y a las series. Así, en las cadenas generalistas, los magacines, juegos y documentales se cuentan casi con los dedos de una mano… Misma pobreza de oferta encontramos en las cadenas temáticas, que emiten casi en bucle dibujos animados. Algunas al principio intentaron ofrecer programas más diversificados, pero tuvieron que rebajar sus ambiciones bajo la presión de sus accionistas. ¡La audiencia manda! Sólo una cadena, Televisión de Cataluña (TVC), ha apostado por crear el primer canal abierto dedicado por entero a los niños y los jóvenes: el K3. Así pues, en cuestión de magacines y de juegos, los niños están a dos velas.

Finalmente, la publicidad dirigida a los niños es omnipresente y acompaña de manera abundante a todos los programas.

Lo esencial

En pocos años, la televisión ha cambiado de cara. Con la privatización de algunas cadenas, la llegada del cable y del satélite, además de la televisión digital terrestre, hemos visto multiplicarse el número de cadenas y la oferta de programas, que crece y se vuelve cada vez más compleja.

Los niños ven principalmente programas que no están destinados para ellos (telerrealidad, series, noticias), porque suelen ver la televisión al final del día. Durante la semana, el único momento en que pueden ver programas pensados para ellos es por la mañana temprano, antes de ir a la escuela.

Los programas infantiles son culturalmente muy pobres. Aparte de los dibujos animados, no hay gran cosa. La televisión es considerada esencialmente una fuente de distracción.

1

Fuente: Consejo del Audiovisual de Cataluña, Libro Blanco: La educación en el entorno audiovisual, Quaderns del CAC número extraordinario, noviembre 2003.

¿Qué hay en la tele? Cómo ayudar a nuestros hijos a elegir

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