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Capítulo 2
Una pantalla mágica
Héroes efímeros

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La televisión ejerce un impacto considerable en los niños a través de los valores que transmite. Desde su más tierna edad, necesitan héroes para crecer, mitos y figuras con los que identificarse. ¿Qué modelos les ofrece la televisión? ¿Cómo influyen los héroes televisivos en su comportamiento?

Los héroes de antaño procedían de la mitología, de la religión, de la literatura. Con la llegada de la comunicación a través de las imágenes, los héroes nacen en el cine, los dibujos animados y los videojuegos. La comercialización de los productos derivados como juegos, disfraces, figuras o incluso ropa ha transformado a estos pequeños personajes en anuncios al servicio de tal o cual marca. Cada vez más, los héroes imaginados por los niños evolucionan en universos misteriosos, preocupantes y extraños, fuera del tiempo y del espacio, el de la ciencia ficción, el de los universos de ultratumba. Ya no están personificados como seres humanos, sino que pueden ser extraterrestres, robots, animales fabulosos, fantasmas o vampiros, etc.

Los jóvenes telespectadores de las generaciones anteriores se identificaban fácilmente con sus héroes, ya que estos eran poco numerosos, cosa que ya no sucede. Con los videojuegos, los niños encuentran a sus personajes en diferentes soportes (cómics, videojuegos, series de televisión, etc.). Así, gracias a estos encuentros, el niño se cruzará en su camino con uno u otro personaje del que admirará las proezas correspondientes. Sin embargo, actualmente, estos encuentros son mucho más efímeros y están pautados por las modas del momento.

Los niños parecen sentirse mucho menos atraídos por los héroes de carácter particularmente fuerte, de los que podrían asimilar algunos valores para construir sus propias representaciones. A veces hacen alusión a uno u otro, pero, en general, pocos emergen de manera significativa y su éxito suele ser de corta duración.

Los más pequeños imitan directamente la acción de ciertos personajes cuando representan simulacros. Pero cuando se les pregunta por sus preferencias en los dibujos animados, por ejemplo, les cuesta mucho precisar su discurso, sus modalidades de acción.

Los que son un poco mayores empiezan a elegir, a tener preferencias, a poder especificar las características de los héroes que les gustan, pero todavía les cuesta criticar sus acciones o eventualmente lo que les motiva. Sin embargo, cuando un adulto muestra interés por estos personajes, se puede entablar un diálogo totalmente dinámico. Al niño a veces le sorprende que un adulto pueda interesarse por lo mismo que él. De hecho, la mayoría de ellos consideran erróneamente el universo de los dibujos animados como un ámbito reservado, como si los adultos no tuvieran acceso a él. La mayoría de las veces ignoran que las personas que han creado estas imágenes especialmente diseñadas para ellos son precisamente adultos. Es el momento de recordarles que antes de ser adultos nosotros también fuimos niños.


♦ Superwoman o Lolita

En los dibujos animados, las heroínas suelen tener un papel secundario, de ahí probablemente el éxito hace un tiempo, en las cadenas autonómicas, de las chicas de una serie que se ha emitido en casi todo el planeta: Totally Spies («Tres espías sin límite»). Se trata de tres estudiantes de un prestigioso instituto de Beverly Hills. Detrás de la morena, la rubia o la pelirroja con aires de Barbie más bien normales se esconden unas temibles ninjas, unas agentes secretas a las que un jefe misterioso les confía varias misiones imposibles. Así, las chicas ordinarias se convierten en chicas extraordinarias: llevan unos trajes especiales y los diferentes artilugios de que disponen les confieren una fuerza y unos poderes fantásticos. Es decir, que nuestras superheroínas tienen los mismos poderes que los chicos o que los malos contra los que luchan, y a menudo son más listas. Aunque tengan sus momentos de debilidad, estas pequeñas espías dominan sobradamente a los grandes machos que se enfrentan a ellas. Atrás quedaron las Cenicientas, Blancanieves y demás Bellas Durmientes, unas jóvenes tiernas y pasivas que esperaban que el príncipe azul las liberara de su triste destino. ¿Pero acaso no hemos abandonado un modelo para caer en el extremo inverso? En el fondo, las heroínas actuales se comportan como hombres, y su feminidad se reduce a atributos puramente externos: el pintalabios, el estuche de maquillaje, las botas o el traje más moderno… transmitiendo a las niñas una imagen caricaturizada de la mujer.

La televisión les ofrece paralelamente otro modelo de mujer a través de las series televisivas, y sobre todo de los programas de telerrealidad que tanto les gustan: la mujer Lolita. Este modelo, encarnado por aprendices de cantantes, tiene un gran éxito entre las niñas. A partir de los 7–8 años, con el ombligo al aire y con unos vaqueros ceñidos, nuestras jóvenes cantantes en ciernes bailan y cantan delante del espejo imitando a las futuras cantantes. Muchas de ellas sueñan con ser un día la feliz elegida de tal o cual programa, y empujan a sus padres a comprar los productos derivados en forma de disfraces o de juegos. «Si ella realiza su sueño, ¿por qué yo no puedo?», se dicen. La cultura de la telerrealidad les sirve como modelo. Desgraciadamente, en estos programas se borra la diferencia entre el adulto y el niño, desdibujando la frontera existente entre un cuerpo de niña y uno de mujer.

¿Qué hay en la tele? Cómo ayudar a nuestros hijos a elegir

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