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2.3 El modo de junción

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Articulado según [implicación vs concesión], el modo de junción formula las consecuencias objetales de la autoridad del modo de eficiencia. El modo de junción aborda la praxis discursiva como una modificación del contenido del campo de presencia, la cual se produce brusca, brutalmente, en el caso del evento, o bien en progresión, o sea, de manera insensible, en el caso del ejercicio. Eso puede ocurrir también por una operación de selección, por retiro de una magnitud que «un buen día» deja de cumplir la función prevista. Pero puede llegar asimismo por una operación de mezcla, por la razón inversa. En efecto, cualquiera que sea su orientación, esas operaciones les interesan a los sujetos en el más alto grado para que las demanden, para que las exijan, si tienen los medios, las razones y las justificaciones para ello. Aquí interviene la alternancia propia del modo de junción: si una justificación de buena fe, consensual, puede ser producida, diremos que el modo de junción seleccionado es la implicación; el hecho y el derecho están en concordancia, en resonancia el uno con el otro. En cambio, si el hecho y el derecho son discordantes; si el hecho prevalece sobre el derecho, manifestándose principalmente por las locuciones conjuntivas adversativas: «a pesar de que», o «aunque», o «sin embargo», diremos que el modo de junción operante es la concesión. Sea gráficamente:


Por lo que respecta a la semiosis, el modo de eficiencia concierne al plano del contenido; el modo de junción, al plano de la expresión.

Imprevisto, intempestivo, el evento subsume la concesión. En principio, el evento es un islote perdido en el océano de las implicaciones habituales, y afecta fundamentalmente a los procesos, mucho más que a los estados de cosas. Sin embargo, Valéry, espíritu profundamente sensible a la punzada de la concesión, considera a veces su generalización: «Todo lo que existe, si no existiera, sería altamente improbable»22. El autor de los Cuadernos enlaza con el thaumazein de los primeros pensadores griegos. A la extensión indefinida de esa modalidad juntiva, Valéry le da el nombre de «extraño»:

Un hombre no es más que un poste de observación perdido entre lo extraño. De golpe, se da cuenta de que está hundido en el sinsentido, en lo inconmensurable, en lo irracional; y todo le parece infinitamente extraño, arbitrario, inasimilable. Su mano delante de él le parece monstruosa. –Deberíamos decir: Lo Extraño– como se dice el Espacio, el Tiempo, etc.23

De las formas de vida a los valores

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