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2. Descripción del conjunto

Después del remate, sopesé durante varios días si valía la pena publicar estos dibujos. Me preguntaba si su estudio podría aportar nuevos antecedentes sobre el trabajo de Couve, y luego de observarlos detenidamente, determiné que sí merecían ser documentados pues, concebidos sin referente alguno, cargados de espontaneidad y concretados en unos minutos, anuncian las prácticas visuales que el autor utilizaría posteriormente a menudo. Ejecutados cuando Couve recién decidía dedicar su vida al arte, ofrecen, además, valiosa información sobre su identidad –ya decía Edgar Degas que “el dibujo es la expresión más directa y espontánea del artista, una especie de escritura que revela, mejor que la pintura, su verdadera personalidad”–. Al contemplar estos apuntes rápidos, más aun, pensé en aquellos párrafos de la tercera novela de Couve, La lección de pintura (1979), donde el autor describe cómo el protagonista, un joven pintor, aprende a dibujar “(…) al ritmo de su mano. Que libre de inhibiciones, se deslizaba segura de sí misma”2.

Las diez pequeñas hojas de papel rematadas el 1 de octubre de 2016 contienen dos series: cuatro desnudos femeninos ejecutados en tinta china negra y seis figuras a lápiz –entre ellas, dos bustos masculinos con características de caricatura–. Las medidas de los dibujos oscilan entre los 13,5 x 20 cm y los 18 x 14 cm (o 14 x 18 cm) y es interesante notar que, para sus apuntes gráficos, Couve privilegió el uso de soportes muy pequeños ya a partir de entonces y a lo largo de toda su carrera; fuese un retrato, un paisaje o una naturaleza muerta, nunca hizo bocetos, pues pintaba directamente en la tela, esbozando con el pincel las líneas principales de la composición –con algún color tierra por lo general.

Son diez hojas pero once imágenes, pues una de las páginas está dibujada también por el reverso. Los papeles son delgados, de bordes algo irregulares y amarillentos por el paso del tiempo. Su estado de conservación se puede describir como bueno, ya que no fueron excesiva ni descuidadamente manipulados y, por lo tanto, no exhiben dobleces ni daños significativos.

Todos los dibujos incluyen el apellido del autor –Couve los firmó a petición de su amigo–, y siete de ellos están fechados –“59”–. En el reverso de cinco de las obras a lápiz, además, se lee “8/M/59”, indicando así que fueron realizados el 8 de mayo de 1959. El dato está corroborado por Raúl Castellón, quien confirmó el mes explicando lo siguiente: “No marzo, porque de joven Adolfo pasaba casi todo ese mes en Viña del Mar en la casa de sus abuelos”3.

El factor común de estas obras es que la protagonista es una figura humana aunque, como ya mencionaba, ninguna fue realizada a partir de un modelo. Lo reitero porque Couve detestaba “la imaginación” y siempre trabajó frente a un motivo; tanto es así que, al sancionar qué es lo importante de pintar, el señor Aguiar –otro de los personajes de su novela La lección de pintura– profiere la siguiente frase: “¡La realidad! ¡Siempre la realidad! ¡Nunca nada de memoria!”4. Por ello, estos dibujos pueden considerarse “la excepción que confirma la regla”.

Por otra parte, es necesario destacar que estamos frente a apuntes realizados antes de que el autor comenzara su instrucción formal en artes. Ello pues recién en 1959 Couve ingresó como alumno libre a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile –ubicada en esa época en el Parque Forestal–, luego de haber asistido por un semestre a clases de Derecho en la Universidad Católica de Chile, donde se había matriculado ese mismo año.

2 Adolfo Couve. Narrativa completa, 2003, p. 188.

3 Claudia Campaña, en entrevista con Raúl Castellón. Santiago, noviembre de 2016.

4 Couve. op. cit. p. 189.

Adolfo Couve: imágenes inéditas

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