Читать книгу Adolfo Couve: imágenes inéditas - Claudia Campaña - Страница 17
ОглавлениеDesnudo: ecos de Olympia
1. Adolfo Couve. Desnudo, 1959. Lápiz negro sobre papel, 14 x 18 cm. Colección privada
El mejor solucionado de estos dibujos es Desnudo (fig. 1). Se trata de un guiño a una figura desvestida icónica –Olympia (1863)– y a un artista tutelar –Édouard Manet–. No hay cita explícita, pero todo recuerda a ese cuadro en particular: la pose de la mujer recostada, el giro de la figura hacia su derecha, el rostro que mira directamente al espectador, la mano izquierda que cubre el pubis e incluso la gruesa línea negra en el cuello, mediante la cual estimo que Couve sugiere un je-ne-baise-plus (una cinta de terciopelo que sostiene una piedra o camafeo).
Más aun, el pelo está peinado hacia un costado, evocando la protuberancia de aquella enorme orquídea que vemos próxima a la oreja izquierda de Olympia (fig. 2). Este dibujo prueba que, a temprana edad, Couve se sintió atraído por Manet, convirtiendo la obra de este pintor decimonónico en uno de sus referentes –cuando residió en París a principios de los sesenta, pudo estudiar varios originales del artista francés por cerca de un año.
2. Édouard Manet. Olympia, 1863. Óleo sobre tela, 90 x 130,5 cm. Museo de Orsay, París
Arte y “letras” se hacen aquí presentes, pues la imagen interactúa literalmente con dos palabras. Buena parte de la zona superior derecha la ocupa la palabra “Desnudo” (escrita con separación de sílabas y una conspicua “D”), en tanto que la firma del autor (Couve) está marcada con cursiva en la zona inferior izquierda. Etimológicamente, “cursiva” proviene del latín y significa “correr”, de la misma manera en que este apunte exuda agilidad. La letra manuscrita y apresurada agiliza no solo la lectura, sino que viene a enfatizar la celeridad con la cual está trazado el sinuoso contorno; es decir, esas líneas continuas, dinámicas y sin valorizar que delimitan el cuerpo femenino.