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- Revolución del transporte: la conquista del espacio
ОглавлениеMás que una transformación radical en el desplazamiento humano, la invención de la rueda representó un vuelco en la percepción de los límites del esfuerzo. La verdadera revolución del transporte se produjo años después, sólo cuando esta herramienta -también circular y giratoria como el reloj - logró un uso intensivo y mecanizado.
Fue la locomotora la que alteró los desplazamientos posibles, permitiendo construir una epopeya colectiva de conquista que trazó el suelo con sus durmientes de madera y sus rieles de metal.
Así lo explica Walter Benjamin (1892-1940): “El paisaje... fundamentalmente alterado del siglo XIX ha permanecido visible hasta hoy, al menos en sus huellas. Ha sido configurado por el ferrocarril... Dondequiera que se muestren hermanados montaña y túnel, abismo y viaducto, torrente y teleférico, río y puente férreo..., están los puntos de concentración de este paisaje histórico... En toda su rareza, testimonian que la naturaleza no se sumió, bajo el triunfo de la civilización técnica, en el anonimato y la ausencia de imagen, que la pura construcción del puente o del túnel quedó en sí... como hito del paisaje, sino que a su lado comparecieron inmediatamente el río o la montaña, y no como un vencido junto a su vencedor, sino, antes bien, como una potencia amistosa... El ferrocarril, que atraviesa los portales sin murallas de los cerros... parece... retornar a su propia patria, en la cual reposa la materia de la que él mismo fue hecho”2.
Con el ferrocarril, las personas experimentan la radicalidad de vencer a diario la distancia. Con él no sólo redujo la duración de los viajes y el agotamiento, sino que obligó a sucesivas fantasías, alentadas por el vértigo de la velocidad. La aceleración impuso su locura, pues, si en igual tiempo puedo recorrer mayor espacio, entonces, por inversión, no es temerario asumir que el mismo espacio puede se recorrido en menor tiempo. Lo que es posible, aunque no exactamente igual.