Читать книгу ¡Cumplir 50! - Cristina Fabré Tomás - Страница 10

Оглавление

2

El salto de la infancia a la madurez

Demos un paseo por nuestra infancia porque vas a re-descubrir cosas que te sorprenderán por lo sencillas pero importantes que son:

• Cuando somos pequeñas la curiosidad nos motiva.

• Las ilusiones son más fuertes que los miedos.

• No tememos a las críticas.

• Solo nos ‘‘enfocamos’’ en llegar a lo que nos importa.

• No nacemos con el “cartel” de administrativa, ama de casa o ejecutiva. Eso lo creamos.

• No creemos en fantasmas hasta que nos hablan de ellos.

• Nacemos sin ideas preconcebidas y con deseos de descubrir el mundo.

¿Recuerdas algo que te llamaba la atención y que te costaba alcanzar? Tal vez estaba guardado en un cajón o en alguna zona prohibida, ¿a qué no te importaba? Puede que cuantas más veces te decían que no, tú más lo hacías. ¿Te pasaba eso? A mí ¡sí!… Siempre he sido un poco cabezota.

• ¿Cuántas veces te caíste cuando empezabas a andar después de gatear?...

• ¿Dejaste de intentarlo?

• ¿Por qué no?

• De haberlo hecho, de haberte rendido ¿qué sería ahora

de ti?

¿Qué pasaba? No entendíamos el miedo, tampoco el peligro, solo la motivación y la ilusión por hacer algo.

Con el paso del tiempo, sin embargo, vamos creando miedos que se van instalando en nuestro cerebro de modo que ni siquiera intentamos ir a por lo que nos motiva por miedo a lo que pueda pasar, a que no nos salga bien, al qué dirán… y ¿qué podemos hacer cuando nos asalta el miedo?

• Empezar a correr como queriendo escapar, huir…

• Prestarle atención a nuestro miedo. En capítulos posteriores hablaremos de él.

• Preguntarnos qué está tratando de decirnos ese miedo y avanzar gracias a él.

Y ¿si resulta que a pesar del miedo las cosas SÍ salen bien? ¿Cómo lo sabrás si hoy no te atreves a hacerlo?

Cada etapa necesita una versión mejorada de ti misma. Lo que antes valía, ahora quizás no. Y a la inversa: lo que antes no te valía quizás ahora sí. ¡Has aprendido tanto! Entonces, ¿qué tal si sustituyes el “y si no...” por el “y si sí…”?

Fíjate en esto…

Durante las veinte primeras semanas de gestación se desarrollan cien mil millones de neuronas que se van conexionando entre sí. Entre los cinco y los siete años de edad, la mayor parte de estas conexiones ya se han realizado. Algunas se crean por estímulos automáticos y otras se van grabando como consecuencia de los estímulos sensoriales que vamos recibiendo del exterior. Son lo que conocemos como “creencias”. Esa es la razón por la que piensas cómo lo haces.

Cuando se ha instalado un miedo dentro de ti, “das por hecho” que aquello que querías hacer no saldrá bien y por lo tanto decides que no vale la pena ni siquiera intentarlo. Le das permiso para entrar en tu vida a un “fantasma imaginario” llamado “Miedo” creado por ti. Tal vez ni lo intentas porque ese miedo está tan arraigado en tu subconsciente que ni siquiera lo ves. Es decir, tu propio diálogo interno te paraliza sin ni siquiera darte la oportunidad de intentarlo.

¡Atrévete! Concédete la oportunidad de hacer o ir hacia donde deseas. Primero, porque lo mereces y, en segundo lugar, porque lo que antes pudo ser un miedo real, hoy puede no tener sentido. Piensa en algo que te dé miedo actualmente: ¿qué crees que puedes hacer para superarlo? Cuando le pongas la intención, el corazón y las ganas será más fácil que puedas vencerlo, porque será entonces cuando actúes y te animes a probar sin miedo a perder. Veamos un ejemplo que te resultará familiar: ¿cómo se vence el miedo a nadar? Nadando. ¿A hablar en público? Haciéndolo. Si lo pensamos bien, nuestros miedos son, a menudo, cadenas que nos impiden avanzar porque tienden a protegernos de algo o alguien real o inventado. ¿Recuerdas los fantasmas que nos explicaban en los cuentos? Resultaron ser sábanas blancas con dos ojos negros que alguien inventó.

“Si el pasado y las experiencia de otros cerraron

algunas puertas, ¡no importa! Es hora de abrir las que darán entrada a nuevas, inesperadas y gratas sorpresas”

¿Qué te parece si iniciamos el viaje, mochila en mano? Para ello vamos a dar un paso más, rescataremos la mochila que utilizábamos de niñas para ir al colegio.

¿La recuerdas? Yo sí. Desde muy chiquita me colgaban una bolsita en la espalda tipo mochilita en la que llevaba colores, un cuaderno y mi merienda. Desde ese momento, a medida que vamos creciendo, va aumentando el tamaño de la bolsa, que pasa a ser una mochila pequeña, luego más grande y más pesada. En ella vamos metiendo aprendizajes, experiencias, satisfacciones y también disgustos.

El colegio termina y la mochila está a rebosar. Luego empieza otro curso y otro, una nueva etapa y otra... La vida sigue y la mochila, física o no, sigue llenándose de experiencias. ¿Dejamos de cargar con ella en algún momento? Lo que llevamos dentro es la suma de nuestras vivencias, un recopilatorio de nuestra vida hasta este momento que se llama “hoy”.

Hay experiencias que pesan, pero otras son agradables y ligeras. Vayamos por partes.

Las experiencias pasadas no se puede modificar, puesto que forman parte del pasado, que ya se fue. Lo que te queda después es una sensación de aprendizaje, de decepción o desencanto. ¿Con cuál te quedas?

Piensa por un momento:

• ¿Qué te conviene más?

• ¿Qué le recomendarías a un amigo que hiciera?

• ¿A qué le sacas más partido?

La elección es tuya. Elige a tu favor.

No se trata ni de dónde vienes ni de dónde estás ahora, se trata de a dónde quieres llegar.

Desde mi punto de vista, todo lo que nos pasa nos va a servir de experiencia en el futuro, aunque, en el momento que sucede, no lo parezca.

Es importante reconocer qué situaciones no quieres volver a experimentar, cuáles no vas a permitir que te vuelvan a suceder, para que ese aprendizaje te impulse hacia adelante, hacia tu compromiso y respeto por ti misma y tomes las medidas oportunas a tiempo para evitar situaciones que no te gustan.

¡A por la mochila! ¡Empezamos el viaje!

Imagínate que estás a punto de salir y el requisito es que tienes que llevar dos mochilas en lugar de una. Una la llevarás delante y la otra a tu espalda: ¿qué pondrías en cada una de ellas?

Para explicarte esto, quiero contarte un cuento que contiene un gran aprendizaje. El cuento trata de dos amigas, Maite y Ana, que desde la infancia se reúnen cada año para hacer un viaje juntas y solas, sin parejas ni hijos. Es un espacio que comparten solo ellas dos para divertirse, vivir nuevas aventuras y ponerse al día de todo.

El cuento dice así:

Como cada año, Maite y Ana hacen su viaje mochilero. Son amigas desde niñas y, aunque no se parecen en nada, son amigas de verdad. Una de ellas, Maite, es ‘‘la alegría de la huerta”, siempre está contenta. Tiene un espíritu jovial y se toma con sentido del humor todo lo que le pasa. Mientras que Ana, por el contrario, hace de cada situación un mundo porque solo ve la parte negativa. Un día, mientras iban caminando, Maite, que siempre ve el lado positivo de las cosas, le pregunta a su amiga:

—Ana, ¿te has parado a pensar en tu vida como si fuera una larga excursión? Si tuvieras que llevarte dos mochilas en lugar de una, ¿qué pondrías en cada una de ellas? Tendrías que llevar una delante, sobre el pecho, y la otra a tu espalda.

Ana, sorprendida por la pregunta, le responde:

—Yo me colgaría delante todos los errores, los fracasos, los despidos, las separaciones, los amigos que me han fallado, en fin, todo lo desagradable porque así lo tendría muy presente y eso me ayudaría a no volver a caer. En cuanto a la mochila de la espalda, pues no sé qué decirte, Maite. Creo que nada, a verlas venir.

Acto seguido, le pregunta:

—Y tú, Maite, ¿qué llevarías en cada una de ellas?

Maite, a pesar de conocer muy bien a su amiga y siendo ella mucho más positiva, le responde:

—¿Pero, cómo es posible que hicieras eso? Yo haría todo lo contrario: detrás pondría todas mis vivencias, mi separación, el disgusto cuando no me renovaron el contrato... Todo eso iría detrás. Me serviría para darme cuenta de lo que he aprendido y de lo que no quiero en una relación o lo que no voy a tolerar más en un trabajo. Eso lo quiero detrás como pasado vivido.

Delante —sigue explicándole a su amiga— pondría todo lo que he aprendido y lo que quiero conseguir, como trabajar en lo que me gusta, sentirme libre, estar bien con mi pareja… Quiero construir cosas positivas porque así me enfoco en lo que quiero. Quiero saber hacia dónde voy, como hacemos nosotras cada vez que planificamos nuestros viajes. Decidimos el lugar, elegimos qué visitar e imaginamos todo lo bueno que está por llegar y nos queda por disfrutar.

Ana la mira sorprendida y pensativa, pero no dice nada. Las dos siguen paseando.

Al cabo de un rato, Ana le dice a su amiga:

—¿Sabes qué, Maite? La verdad es que cuando pienso en mis dolores de espalda, la mochila pesa demasiado. Así que voy a hacer lo que me contaron una vez —dice sonriendo—. Haré un agujerito en la parte inferior y que el peso vaya cayendo, porque, total, eso ya no me sirve para nada. Y pensando en lo que me has dicho, lo que me va a servir es lo que tengo por delante. A partir de ahora sustituiré las piedras por plumas para que el viaje sea más ligero y llevadero.

¿Qué te llevarías TÚ para viajar por tu VIDA?

Recuerda que eres libre de elegir, no lo que te pasa, sino cómo te tomas lo que te pasa. ¡Estamos ya en los cincuenta! Es una edad perfecta para decidir ser feliz.

“El secreto del cambio es enfocar

toda tu energía, no en luchar contra lo viejo

sino, en construir lo nuevo”

Sócrates

Ahora es el momento de ser honesta contigo.


A continuación, te planteo una serie de preguntas que te harán reflexionar y descubrir una serie de sentimientos y emociones en las que no te has parado a pensar.

1. ¿Cuál es el punto de partida de tu viaje? Describe tus sentimientos actuales con sinceridad. ¿Qué te falta? ¿Qué te preocupa? ¿Qué necesitas?

2. Anota ahora qué quieres lograr, cómo te quieres sentir. Ten en cuenta que lo que quieres lograr se refiere siempre a experiencias personales tuyas. Trabajamos en ti y tu interior, que es en lo único en lo que puedes influir directamente. No puedes cambiar a otras personas.

Además, recuerda la importancia del verbo “querer”. Tus frases de afirmación deben empezar por ‘‘QUIERO’’, porque es la palabra con la que ponemos la intención de lo que deseamos y nuestro cerebro se enfoca en ello positivamente. Ejemplos:

“Quiero sentirme……………………......................................... y puedo lograrlo haciendo……………….................................

Cuando lo logre me sentiré………......................................”

“Quiero alejarme de..……………………………….................

y para poder lograrlo tengo que sentirme…………………....”

3. ¿Qué harías o a dónde irías si no tuvieras miedo?

4. ¿Estás cargando con algún peso innecesario? Escribe tres cargas o cosas que quieras dejar en el camino.

5. ¿Cómo te puede afectar si no dejas tus cargas atrás?

6. ¿Qué beneficios lograrás si te liberas de esos pensamientos y recuerdos que te pesan?

7. ¿Qué puedes hacer para dejarlo a un lado y poder avanzar?

8. ¿Cuándo darás el primer paso?

9. Imagina y describe cómo te sentirás cuando lo hayas logrado.

Tomar conciencia nos ayuda a avanzar. Iremos trabajando poco a poco en ello. Quiero terminar este capítulo compartiendo contigo algunos aprendizajes que me han regalado los años.

Con el tiempo he aprendido que:

• Son nuestros propios deseos los que hacen que los hechos sucedan.

• Que todo empieza poniéndole intención, corazón y acción.

• Que los sueños “sueños son”, y que la vida o se vive o se pierde.

• Que esperar solo detiene el tiempo y no cambia nada. Actuar lo cambia todo.

• Que importa más cómo eres por dentro que por fuera.

• Que quien te ama lo hace por cómo es el tiempo que comparte contigo.

• Que las casualidades no existen, todo pasa por algo.

• Que cada persona que se cruza en nuestra vida ha llegado para enseñarnos algo.

• Que gracias a las adversidades descubrimos nuestra inmensa fortaleza.

• Que lo que cuenta son los hechos y no las promesas.

• Que es sanador pedir perdón cuando nos equivocamos y perdonar cuando nos hieren sin mala intención.

• Que quien te quiere te busca, te espera, te lo demuestra.

• Que cuando las palabras no salen, basta una mirada.

• Que una sonrisa, una mirada y un abrazo son el lenguaje del alma.

• Que el cariño no se pide, se regala.

• Que da más felicidad agradecer lo que tenemos, que lamentarnos por lo que nos falta.

• Que expresar emociones no es de cobardes, es de valientes.

• Que mostrar tu interior no te hace vulnerable, te hace auténtica.

• Que quien no te respeta, no merece un minuto tuyo.

• Que el amor no se pide ni se esconde.

• Que una mirada transmite más que un discurso.

• Que todas las personas tenemos luz y sombras y que lo que importa es la parte a la que le hacemos caso.

• Que la amistad es un tesoro.

• Que no importa quién se va, importa quién se queda.

• Que el rencor daña y el perdón sana.

• Que hasta que no te liberas de lo que te atormenta, no estás lista para recibir todo lo maravilloso que te espera.

• Que una mirada, un beso, una mano y un abrazo consuelan más que mil consejos.

• Que es fundamental que te quieras a ti misma para poder dar amor.

• Que enamora más una sonrisa que una cara bonita.

• Que si quieres algo, eres tú quien debe ir a por ello.

• Que más vale llorar por haber amado que llorar por no haberlo hecho.

• Que lo único que tienes garantizado es el ahora. Un minuto lo puede cambiar todo.

• Que más vale arrepentirse por haber hecho, que lamen-tarse por no haberlo intentado.

• Que cuando aplazamos, perdemos oportunidades. Da las gracias, di “te quiero”, besa, abraza, escucha y mira a quien quieres mientras le tienes.

• Que cada día es especial para darte un capricho.

• Que querer tener razón no te hace más feliz.

• Que ser imperfecta te hace auténtica.

• Que es mejor callar que dañar.

• Que la libertad es una elección.

• Que la única persona con la que vas a pasar cada segundo de tu vida eres tú. ¡Ámate!

• Que el humor alivia, sana y se contagia.

• Que la palabra dicha deja huella.

• Que el respeto por ti misma es proporcional a tu felicidad.

• Que la vida es un “boomerang” que nos trae de vuelta lo que hacemos.

• Que la vida no es eterna, es una suma de muchos minutos y no sabemos cuál será el último.

• Que cuando dejamos de aprender, dejamos de crecer.

• Que mejorar consiste en tratar de ser la mejor persona que puedas ser desde hoy.

¡¡Baila, ríe, abraza, escucha, tiende tu mano, comparte, ama, respeta, juega, perdona y haz todo aquello que te haga sentir bien!!

Y ahora ¿qué te parece hacer tu propia lista? Descubrirás un montón de cosas por las que estar agradecida y por las que seguir adelante con más ganas que nunca.

“He aprendido que no es más feliz

quien busca la perfección, sino quien vive

con la libertad de sentirse bien sabiéndose imperfecta”


Seguro que tras leer este capítulo tienes un montón de pensamientos, ideas o reflexiones que puedes anotar para ir repasándolas cuando te apetezca y también para comprobar los avances que estás haciendo.

¡Cumplir 50!

Подняться наверх