Читать книгу Viaje de regreso a Mur II - Cristina Fábregas - Страница 11
ОглавлениеCAPÍTULO 4
El espacio neutral del alma
El espacio neutral en donde habita el alma es mi verdadero hogar. Cuando visito y tengo la experiencia de estos vastos espacios infinitos de la conciencia me doy cuenta de que vengo de ahí y de que en realidad nunca los he abandonado. Únicamente perdí el recuerdo a medida que me densificaba en el mundo de la materia para poder experimentar otras realidades creadas por mi alma, mi divinidad, para poder conocerse a sí misma y así recordar quién soy yo en realidad.
Cuando me desplazo desde mi pequeño yo a esta dimensión de neutralidad soy la paz total y me doy cuenta de que el verdadero poder reside en esta paz absoluta. Una paz que no es un vacío, sino un estado del Ser que abarca la claridad de la pura conciencia para poder ver, sin juicio alguno, lo que nos ha limitado durante tantas vidas de nuestra historia humana y volver a ser de nuevo la verdad de quienes somos, seres magníficos con todas las prerrogativas del Creador.
Esta total claridad implica honestidad para reconocer en nosotros mismos todas las creencias limitantes impuestas por la mente y por una sociedad y cultura basadas en el temor, en las cuales un día decidimos creer e incorporarlas como parte nuestra.
Los juicios de valor sobre nosotros mismos son también el parámetro con el que juzgamos a los demás y estos nos encierran en un círculo vicioso de repetición de esquemas vida tras vida, creándonos un destino sin posibilidad de elección. No podemos elegir si no somos libres. La libertad nos la otorga la honestidad para aceptarnos a nosotros mismos tal cual somos, sabiendo que tenemos el profundo perdón de nuestra alma por todos los aspectos creados para la experiencia de la vida en todas sus facetas infinitas, para la gloria del Ser radiante que somos.
No hay bueno ni malo, correcto o incorrecto, oscuro o claro, sino tan solo la creación de cada instante en el fluir de la vida que crea la «relación» de resonancia entre todo lo que existe en la eterna Música de las Esferas.
Claridad para ver, honestidad para aceptar nuestras limitaciones y creencias, impuestas por el pequeño ego que nos maneja como títeres en una magistral representación en el marco dimensional del espacio/tiempo. Un teatro irreal que nos fascina, pero que al mismo tiempo nos esclaviza a la rueda de reencarnaciones del ciego destino.
En este drama no hay libertad de elección. La necesidad de protección nos hizo creer que teníamos que acorazarnos con una armadura de acero, capas y filtros de protección para no ser perjudicados por lo desconocido, viviendo permanentemente en una fortaleza construida por el miedo ante nuestra inseguridad y desconfianza en la vida, la cual se convirtió entonces en un misterio amenazante ante el que teníamos que resistir y luchar. Aceptamos este destino, donde no hay libertad de elección, sin antes liberarnos de los límites impuestos por la mente, basados en la supervivencia del ego y del cuerpo.
Cuando nos adentramos en estos espacios de neutralidad absoluta es cuando nos damos cuenta de cuán equivocados vivimos. El verdadero poder no está en vivir en la fortaleza del ego que hemos construido con tanto esmero, sino en soltar todas las defensas autoimpuestas para poder saborear la fluidez de la vida, siendo uno con ella en su permanente renovación, autorregulándose a sí misma sin necesidad de reglas en su propia soberanía, poder y belleza.
La gran rueda cósmica de donde todos provenimos, un campo asequible al hombre liberado de la prisión de su ego, para instalarse en la neutralidad, el espacio que existe «entre» los objetos que, lejos de ser un vacío, es el ámbito de la verdadera paz para uno mismo y para el mundo. Es el reino de la armonía suprema; la «relación» que existe entre las partes que constituyen el Todo. Un vasto universo sin límites, infinito. Es el campo de la conciencia, el flujo de la vida en su libre albedrío, el palacio de la luz en donde los objetos o cosas no importan en sí mismos, una dimensión desobjetivizada en donde lo esencial es la «conexión inteligente y natural» que se establece entre ellos y cuya sabiduría crea universos.
Si queremos cambiar nuestro mundo, cambiemos nosotros primero siendo neutrales y sabios. Esta relación neutral está basada en el amor, en la claridad y en la honestidad con los demás y sobre todo con nosotros mismos. Accedemos a estos espacios de libertad desde el corazón, residencia del alma, reconectando con esa parte esencial de nosotros mismos, soltando la tiranía del ego, los temores de la mente y rindiéndonos finalmente a la Sabiduría Divina. Solo tenemos dos posibilidades: vivir en el temor o bien vivir en el amor.