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PLAN DE ESTUDIO A. La importancia de Romanos

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Ninguna otra porción de la Sagrada Escritura establece la estructura doctrinal de la fe cristiana de forma tan completa y sistemática como lo hace la carta que el apóstol Pablo dirigió a los romanos. Martín Lutero, en su prefacio a la Epístola a los Romanos, escribió: “Esta epístola es el libro principal del Nuevo Testamento, el evangelio más puro. Merece no sólo ser conocida palabra por palabra por todo cristiano, sino que debiera ser el objeto de su meditación diaria, el pan cotidiano de su alma (…). Cuanto más tiempo se emplea en el estudio de ella, más preciosas aparecen sus enseñanzas”. También habló Lutero de la Epístola como de “la luz y el camino hacia las Escrituras…” Juan Calvino, refiriéndose a la misa carta, dijo: “Cuando uno comprende esta epístola, encuentra abierto el camino para la comprensión de toda la Escritura”. Coleridge definió Romanos como “el más profundo trabajo escrito” y Meyer la consideró como “la más grande y rica de todas las obras apostólicas”. Godet dijo que esta epístola es “la catedral de la fe cristiana”, y que “la Reforma fue, sin duda alguna, el resultado de la Epístola a los Romanos, conjuntamente con la dirigida a los Gálatas; y que cada avivamiento espiritual en la Iglesia estará siempre relacionado, casi con toda seguridad, en la relación de efecto y causa, con una mayor y más profunda comprensión de este libro”.

La carta no sólo ha recibido tales alabanzas de los reformadores y teólogos del pasado, sino que también los eruditos de nuestros días la han alabado y tenido en idéntica estima. Gordon H. Clark escribió recientemente refiriéndose a Romanos, que “es la más profunda de todas las epístolas y, tal vez, el libro más importante de la Biblia…”. Hamilton, en su reciente comentario sobre Romanos, le llama “el libro más grande de la Biblia”. James I. Packer declara que “hay un libro en el Nuevo Testamento que encaja perfectamente con todo el contenido de la Biblia, y este libro es la Epístola a los Romanos (…). En Romanos, Pablo nos trae y establece, en un orden sistemático, todos los grandes temas de la Biblia ―pecado, ley, juicio, fe, obras, gracia, justificación, santificación, elección, plan de salvación, obra de Cristo, obra del Espíritu Santo, esperanza del cristiano, naturaleza y vida de la Iglesia, lugar de los Judíos y Gentiles en el propósito de Dios, filosofía de la Iglesia y de la historia del mundo, significado y mensaje del Antiguo Testamento, deberes de la ciudadanía cristiana, y principios de ética y piedad personal. Todo el panorama bíblico se nos ofrece a la vista desde la posición ventajosa que nos brinda la Epístola a los Romanos, de tal forma que el estudio de esta carta es el punto de partida más apropiado para la interpretación bíblica y teológica”.2

Quisiera el Espíritu de Dios complacerse en revelar el contenido de Romanos a la Iglesia de la generación presente, y veríamos producirse un verdadero avivamiento espiritual entre nosotros, y Dios sería una vez más exaltado como el Omnisciente y todopoderoso Soberano de los cielos y tierra, el Origen, Rector y Fin de todas las cosas, el único que debe ser temido, amado, venerado, adorado y servido. La obra salvadora de Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, sería una vez más proclamada como la única esperanza de salvación para una humanidad perdida. Los pecadores se verían a sí mismos como realmente son: corrompidos, depravados, perversos, indefensos, sin esperanza fuera de la misericordia de Dios, misericordia que Dios extiende sobre los inmerecidos objetos de su libre elección.

Si Romanos fuera propiamente comprendida y fielmente enseñada por los ministros y maestros de nuestros días, sin duda que se produciría una revolución en el cristianismo de hoy, que haría volver a la Iglesia a la sana teología bíblica y al verdadero servicio espiritual. Reavivaría la rectitud de pensamiento y, por ende, la rectitud de vida.

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