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2. Sugerencias para el mejor estudio de Romanos

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a. Las personas no capacitadas para leer el idioma griego, en el cual se escribió la epístola, necesitan obligatoriamente una traducción del original, que será la que utilicen en este estudio. Ahora bien, como también se da el caso de que las traducciones tienen sus puntos fuertes y puntos débiles, se ha creído, no sólo conveniente sino aconsejable, el uso de más de una versión. El estudiante de habla hispana con buen conocimiento del idioma inglés, encontrará una gran ayuda cotejando los textos del presente libro con los que aparecen en la versión inglesa. En esta última se han usado la “Revised Standard Version” y “The New Testament in the language of the people”. En la presente versión castellana se utiliza la versión antigua de Reina Valera (V.A.R.V.) y la misma revisada en 1960 (V.R.); y, a menos que se indique lo contrario, todas las referencias que aparezcan en el bosquejo mismo pertenecen a la versión antigua. El hecho de que usemos la citada versión antigua no debe ser tomado como nuestra posición a favor de la misma en perjuicio de la revisada en 1960, pues debemos reconocer que ambas tienen defectos de traducción especialmente en el Antiguo Testamento. Donde estimamos que existe una seria inexactitud en la traducción, sea en la Versión Antigua de Reina Valera (V.A.R.V.) o en la Versión Revisada de 1960 (V.R.), así lo señalamos y tratamos de acoplar más satisfactoriamente el verdadero significado del original griego, citando las fuentes autorizadas en las cuales nos apoyamos para hacerlo. Incluimos estas dos versiones de Romanos porque, básicamente, nos parece encontrar en ellas la más exacta interpretación del idioma original traducidas en claro castellano, que hará fácil la comprensión del mismo para el lector o estudiante medianamente preparado. También consideramos que las diferencias de estilo y vocablos usados en cada una de estas dos versiones para traducir las mismas palabras griegas, se complementarán entre sí y darán al lector más clara visión de lo que Pablo dice y quiere dar a entender.

b. La carta deberá leerse repetidamente.Para los principiantes, la mayor parte de la carta aparecerá ininteligible la primera vez que se lea; pero no debe desanimarse el lecto por ello. Continúe leyéndola y estudiándola, y verá cómo los pasajes que a primera vista parecen vagos y confusos, irán tomando forma y pronto se abrirán ampliamente y se convertirán en recompensa al estudiante o lector diligente. El propósito de incluir dos versiones de la epístola, la una junto a la otra a través de todo el bosquejo, es el de animar al estudiante a hacer una lectura intensa y un amplio estudio de la epístola misma. Tómese como práctica el leer y estudiar el pasaje de cada versión, al menos dos veces, antes de consultar el análisis de tal pasaje en el bosquejo, teniendo en cuenta que en el estudio de la Biblia no hay, ni puede haber, substitutivos para el texto bíblico en sí mismo, pues es de la Palabra inspirada de Dios de la que, por Su gracia, nos proponemos apoderarnos.

c. Estudiar la epístola, sección por sección, en conexión con el bosquejo explicativo. Cuando Pablo escribió esta carta a los cristianos de Roma, no lo hizo dividiéndola en capítulos y versículos. Las tales divisiones, tal como hoy las tenemos, fueron hechas en el siglo XIII y en el año 1551, respectivamente. Estas divisiones las realizaron hombres no inspirados, y deben, por lo tanto, tomarse como tales. Para mejor comprensión de la estructura y argumentos de la epístola recomendamos que se estudie por secciones en la forma en que éstas se hallan divididas en el bosquejo interpretativos, y no capítulo por capítulo. Las ventajas de este método se harán evidentes y palpables en la medida en que el estudiante progrese en su estudio. Por ejemplo: Estúdiese la Sección I, “Introducción” 1:1-15, y hasta tanto se haya comprendido satisfactoriamente no deberá pasarse a la Sección II, “Tema de la Carta”, 1:16, 17. Sígase este procedimiento hasta que se cubra la totalidad de la epístola; y después de haberla completado, comiéncese de nuevo. ¡Será sorprendente cuánto se ha adelantado en cada nuevo repaso!

d. Trabájese sistemáticamente. Dedíquese cada día un espacio de tiempo definido para el estudio, y recuérdese que no hay nada que pueda aprenderse sin esfuerzo y que, por lo tanto, debe existir el propósito firme de realizar un esfuerzo mental. El principiante deberá hacerse a la idea de emplear varios meses de estudio si es que realmente quiere, o intenta comprender el material de la epístola, sin olvidar las palabras de Martín Lutero acerca de la importancia de Romanos: “Merece no sólo ser conocida, palabra por palabra, de todo cristiano, sino que debiera ser el objeto de su meditación diaria, el pan cotidiano de su alma… Cuanto más tiempo se emplea en su estudio, más preciosas aparecen sus enseñanzas”.

e. Emprenda su estudio en actitud de oración. Sólo el Espíritu, que inspiró la carta, puede abrir la luz en nuestras mentes oscuras para ver y recibir su mensaje. Por esta razón debemos reconocer nuestra dependencia de Él y buscar su ayuda.

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