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Uno

A veces las cosas ocurren, y ya está.

No creo en el destino, ni en esas chorradas que dicen algunas personas.

Tal vez sea porque hasta hace poco, no me he considerado alguien con mucha suerte en general, y me parecería bastante cutre que el destino me hubiese preparado una vida así de triste, sin haber hecho nada para merecerlo.

Bueno, al menos creo que no me lo merezco. Si algo he aprendido durante estos 14 años, es a observarme. Y creo que soy un buen tío.

No, lo creo no.

Lo soy.

¡Ostras! claro que lo soy. Y creo que por eso se han aprovechado así de mí durante todos estos años mis compañeros de clase.

A ver, que no quiero aburriros ni daros pena, que ya bastante llora la gente últimamente. Pero soy uno de esos niños a los que nunca eligen en Educación Física en el colegio. El rarito. El diferente. “El Plumas”. Sí, así me llaman en clase. Un día, con 8 años, un compañero se empezó a reír de mí diciendo que tenía pluma, que yo en ese momento, ya veis, no sabía ni qué quería decir esa palabra. Yo venga a mirarme la ropa, pensando que me había sentado en alguna parte y se me había quedado alguna pluma pegada.

No, claro, no era eso.

Otra de mis grandes habilidades en esta vida, que me lo pone muy fácil a diario, es que soy más inocente que Espinete. Que la verdad, no tengo ni idea de quién es ese tío. Pero bueno, eso es lo que me dice mi padre. Muchas veces, seguido de: “Como no espabiles, se te van a comer, chaval”. O mi favorita, que me hace sentir muy seguro: “Eres carne de cañón para abusones”.

Ya, ya sé lo que estáis pensando. Mi padre no es lo que se dice una persona cariñosa y con tacto. Creo que me quiere, pero que no puede evitar avergonzarse de mí.

Después de empezar a ver que en clase se reían de mí, porque decían que tenía pluma, fui a casa a preguntarles a mis padres qué significaba eso. No me lo aclararon mucho, porque mi padre y mi madre se pusieron a discutir. Mi padre parecía molesto por haber dicho esa palabra en casa, así que nunca más la volví a pronunciar. Cuando un rato después, mi madre, con pena, sentándose conmigo en mi habitación, me dijo que por qué había preguntado eso, yo le contesté que lo había escuchado en la tele. No quería que mis padres se enfadasen, fuese lo que fuese esa palabra. Me había ido de la discusión que ambos habían tenido en el salón, pero mi padre le había culpado a mi madre de lo que significase tener pluma, diciéndole que lo había avisado muchas veces, y que todo eso era por haberme mimado tanto.

Que también os digo, que ahora que sé lo que significa la palabra, no sé qué tendrá que ver que mi madre me cuide para tener o no pluma.

Obviamente, solo me quedó buscar el significado en internet.

Pluma: carácter efusivo, refinamiento o aligeramiento en la forma de hablar y énfasis en la expresión y la gesticulación.

Igual no soy muy lumbreras, pero con esa definición me quedé como estaba. Imaginaba que se refería a algo sobre la forma de hablar, pero yo, refinamiento como tal, no pensaba que tuviese. Esa palabra siempre me recordaba a las películas de época, con mujeres vestidas con faldas enormes y hablando como si te recitasen un poema. Y yo, poemas pocos, y las faldas no me llamaban la atención.

Así que seguí buscando.

Tener pluma: el término tener pluma está asociado a la aparición de rasgos femeninos o ademanes exagerados en los hombres, que, desde un punto de vista social, no se dan en ellos.

Vale. ¿Me lo explicáis? Porque yo me miraba al espejo y me veía un chico. No entendía nada.

Hasta que encontré una frase que me hizo comprender su significado:

Hombres con pluma: gestos, y forma de expresarse, propia de los homosexuales.

Lo primero que sentí fue una punzada en el estómago, y cerré el ordenador avergonzado. No quería que mi padre viese mi búsqueda en Google. Si eso significaba tener pluma, entendía perfectamente por qué mi padre se había enfadado.

Cuando aparecía en la tele algún presentador homosexual, siempre murmuraba por lo bajo: “cada vez hay más mariquitas por todas partes”. Y siempre que decía esas palabras, con aquel desprecio en su voz, sentía que mi estómago se comprimía hasta convertirse en una canica.

Y es que mi padre dice que “todas esas cosas modernas que se ven hoy en día, nos van a destruir como sociedad”. Que tampoco lo entiendo muy bien, porque la homosexualidad, por lo que dijo mi profesor de Plástica, debía existir desde hace mucho tiempo, desde los griegos o algo así. Que no me enteré muy bien, porque en ese momento, al nombrar esa palabra, me tiraron unas bolas de papel Jorge y Raúl, y casi toda la clase se giró a mirarme y a reírse de mí. El profesor parece que no se enteró, porque no dijo nada.

Pues eso, que mi padre dice que es un hombre clásico, y que le gustan las cosas “como Dios manda”. Que a mí esa frase me da un poco de miedo, también os lo digo, porque no sé si Dios le habla y le pide que haga cosas, rollo jefazo o algo así. O a lo mejor se refiere (espero), a las cosas que dice la Biblia. Que yo no me la he leído, que me parece un libro muy gordo, y yo soy más de leer libros de fantasía, de magia y esas cosas.

Que eso nos lo he contado, pero devoro los libros. Tampoco es que me queden muchas cosas que hacer en mi tiempo libre, ya que no tengo amigos con los que salir. Así que me encierro en la habitación y leo sin parar. Me encanta hacerlo, porque eso me ayuda a evadirme de lo que me ocurre en el día a día.

Resumiendo, en clase me hacen bullying y en casa no lo puedo contar, porque si mi padre se enterase, le decepcionaría aún más.

Sí, sé que lo que dicen en todas esas charlas sobre acoso escolar es que es súper importante contarlo en casa, o a los profesores, para que la situación no vaya a más. Pero no puedo hacerlo. No puedo decirle a mi padre que en el cole me llaman “el Plumas” porque creen que soy homosexual.

Porque sé que mi padre se enfadaría de nuevo, como cuando les pregunté sobre el significado de esa palabra.

Porque sé lo que mi padre piensa de los homosexuales.

Y porque estoy seguro de que mi padre siempre ha pensado que lo soy, y con eso, se decepcionaría aún más conmigo.

Porque pensaría que soy homosexual de verdad.

¿Y sabéis? Tendría razón.

Pero eso es un secreto que no le puedo contar a nadie.

O al menos, eso pensaba antes de que comenzase este verano…

El plumas

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