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PRONUNCIAR SONIDOS

¿Qué sucede con el aire después de pasar a través de los pliegues vocales y subir por la garganta? Sale de nuestro cuerpo, por la boca o por la nariz. Cuando respiramos normalmente, sale por la nariz y, cuando hablamos, la mayor parte sale por la boca. Es ahí donde empieza a suceder algo.

Cuando el aire fluye por la boca es como el viento que corre por un túnel. La diferencia es que nosotros podemos cambiar la forma del túnel moviendo la lengua, los labios y la mandíbula. Cada vez que creamos una nueva forma, producimos un nuevo sonido. Se requiere únicamente un mínimo movimiento para cambiar de un sonido a otro. Los seres humanos pueden realizar cientos de sonidos con la boca, pero solo algunos de ellos se usan en cada idioma.

Si un bebé está aprendiendo inglés, por ejemplo, tarde o temprano tendrá que dominar más de cuarenta sonidos diferentes. También tendrá que enlazarlos de distintas maneras para crear palabras. Como llevamos años haciéndolo, se nos ha olvidado lo complicado que era cuando estábamos aprendiendo. Ahora hacemos bailar la lengua por toda la boca sin pararnos a pensarlo. De hecho, podemos de verdad sentir ese baile en algunas palabras. Si recitamos la primera línea de la canción infantil inglesa Hickory dickory dock, sentiremos cómo golpeamos la lengua contra distintas partes del paladar.

Cojamos una de esas palabras y veamos qué elementos están involucrados en su pronunciación: dock. Esta palabra inglesa tiene cuatro letras, pero en realidad hay únicamente tres sonidos:

un sonido /d/ al principio

un sonido /o/ a la mitad

y un sonido /k/ al final, escrito con dos letras <ck>.

¿Por qué el sonido /k/ se escribe con dos letras en lugar de una? Hablaremos de ello más adelante, en un capítulo posterior.

¿Te has fijado en que de pronto he empezado a escribir los sonidos entre barras? Eso es lo que hace la gente que estudia la pronunciación. Sirve para dejar claro que no se está hablando de letras, sino de sonidos. De ahora en adelante, cada vez que veas una letra entre barras, significa que me estoy refiriendo a un sonido.

Entonces, ¿cómo pronunciamos el sonido /d/? Hazlo varias veces: «da-da-da-da». Presionamos la lengua contra el borde interior de los dientes (o alveólos) y la mantenemos ahí por una fracción de segundo. El aire que proviene de los pulmones encuentra la salida al exterior cerrada y se acumula detrás de la obstrucción. En ese momento, dejamos caer repentinamente la lengua y el aire sale expulsado de golpe. Es como una miniexplosión.

Producimos el sonido /t/ exactamente de la misma manera. Intenta decir «ta-ta-ta-ta». De nuevo, la lengua presiona los alveólos y permanece ahí. De nuevo, el aire no puede salir. Y, de nuevo, cuando bajamos la lengua, se produce una miniexplosión.

¿Cuál es la diferencia entonces entre /d/ y /t/? Si la boca hace la misma forma para ambos sonidos, ¿por qué suenan diferente? Aquí es donde los pliegues vocales entran en juego. Cuando producimos un sonido /d/, los pliegues vocales vibran: es un sonido sonoro. Cuando pronunciamos el sonido /t/, no: es un sonido sordo. El mismo tipo de zumbido que escuchamos cuando hicimos el «bzzzzz» está ahí cuando decimos /d/ —solo que no lo percibimos tan fácilmente porque el sonido /d/ se dice muy rápido, mientras que el sonido /z/ dura más.

Ahora nos damos cuenta de por qué a un bebé le cuesta tanto trabajo aprender a pronunciar sonidos. Para pronunciar correctamente /d/ tiene que colocar la lengua en el lugar correcto, mantenerla ahí la cantidad correcta de tiempo y, después, retirarla rápidamente y en la dirección correcta para producir el siguiente sonido —y también, exactamente en el momento correcto, debe hacer vibrar sus pliegues vocales—. Requiere mucha práctica hacer que todo funcione adecuadamente. Práctica que el bebé ha tenido, pues, como recordaremos del capítulo 2, pronunció miles de veces el sonido /d/ cuando balbuceaba. Con razón mi hijo Steven lo consiguió a la perfección.

Cada sonido del idioma es así. La lengua ha de estar en el lugar correcto en el momento correcto. Tenemos que iniciar y detener las vibraciones de los pliegues vocales. Algunas veces también debemos colocar nuestros labios de la manera correcta —como cuando pronunciamos sonidos como /b/ o /p/—. Y, a veces, tenemos que darle a nuestra lengua una forma especial para conseguir el sonido correcto —como cuando pronunciamos /s/ o /l/. Les lleva varios años a los niños poder decir bien todos los sonidos. La mayoría los pronuncian correctamente a los tres años, pero se necesita mucho más tiempo para dominar algunos de los más difíciles.

La tarea no consiste únicamente en aprender los sonidos por separado. Los niños deben aprender a enlazarlos entre ellos, y eso también puede ser complicado. Quizá son capaces de decir pelota, pero tienen dificultades para juntar dos sonidos al principio de la palabra para decir prado. O, después, cuando ya han dominado eso, aún pueden tener dificultades para decir una palabra con tres sonidos juntos, como monstruo. Incluso con seis o siete años, oímos que algunos niños dicen «monstuo». Emitir un sonido /r/ después de un sonido /t/ es verdaderamente difícil.

El pobre Steven ya había aprendido una lección sobre los sonidos difíciles. Había intentado decir «all gone» y le había salido «ou-dou». No conseguía pronunciar el sonido /g/. Para producirlo hay que presionar la parte posterior de la lengua contra el paladar: «ga-ga-ga-ga». A la mayoría de los niños les resulta mucho más fácil producir un sonido /d/, que se origina en la parte delantera de la boca.

Steven debía de haber percibido que /g/ era uno de esos sonidos donde hay un zumbido y una miniexplosión al mismo tiempo, así que lo hizo lo mejor que pudo, pero levantó la parte delantera de la lengua en lugar de la trasera, y le salió /d/. ¡Que tengas más suerte la próxima vez, Steven!

Además, ¿por qué no pudo tampoco producir el sonido /n/ de gone? La razón es que, para pronunciar /n/, tenía qua hacer algo todavía más complicado: dejar escapar el aire por la nariz, pues /n/ es un sonido nasal.1 En inglés existen únicamente tres sonidos nasales: /n/, /m/, como en mum, y /ng/, como en sing. En cada uno de esos casos, al producir el sonido, el aire no sale por la boca, sino que sube hasta la nariz y escapa por ahí.

¿Cómo hacemos eso? Si abrimos mucho la boca y nos miramos la garganta en un espejo, veremos un pedacito redondo de carne que cuelga de la parte trasera del paladar, denominada úvula o velo del paladar. Se puede distinguir con mayos claridad si decimos «aaah», pues, al pronunciar este sonido, bajamos un poco la lengua. Por eso, cuando nos duele la garganta, el médico nos pide que digamos «ah» para poder verla más fácilmente.

Aunque no podamos ver ni sentir nada, la úvula se mueve hacia arriba y hacia abajo. Cuando respiramos normalmente la mantenemos abajo, de modo que el aire sube directo hasta nuestra nariz y sale. Cuando la levantamos, la ponemos contra la parte trasera de la garganta, evitando así que el aire llegue a la nariz, por lo que tendrá que salir por la boca.

Es asombrosa la cantidad de trabajo que realiza esa parte trasera de la boca. Si decimos una frase como «Mi prima María se ha marchado a comprar unas manzanas a la tienda de la esquina», el velo del paladar sube y baja hasta once veces para producir todos los sonidos. ¿Eres capaz de identificar todos los sonidos nasales? Los he subrayado aquí:

Mi prima María se ha marchado a comprar unas manzanas a la tienda de la esquina.

El aire sale por la nariz para el sonido /m/, luego, sale por la boca para /i/ y /pri/, después por la nariz para /m/, y de nuevo por la boca para /a/, y así a lo largo de toda la frase. En una palabra como manzanas, el velo del paladar sube y baja como un un yoyó, pero mucho más rápido.

Claramente, Steven sabía hacerlo. Decía muy bien mamá, palabra que conlleva bajar y subir la úvula dos veces muy rápido, pero no lo hizo al final de la palabra gone. ¿Por qué no? Quizá su problema era que no oía claramente el sonido /n/. Es un sonido bastante suave, después de todo. No es ruidoso y fuerte como /d/ o /s/.

Eso es probablemente lo que ocurrió. Cuando analizamos el «ou-dou» de Steven, podemos ver que consiguió decir los sonidos más fuertes de cada palabra de «all gone». Le faltaron tan solo los sonidos finales de cada palabra —/l/ y /n/—, que son los sonidos más suaves de esta frase. La mayoría de los niños pequeños hacen lo mismo: pronuncian los sonidos del principio y del medio de las palabras y les cuesta más decir los del final.

Aun así, lo hizo muy bien. Steven había iniciado el camino del aprendizaje del inglés. Al cabo de pocos meses ya había adquirido varios sonidos más, y, a los tres años, los dominaba casi todos. Mientras tanto, su primo que vive en París hacía lo mismo, pero con los sonidos del francés. Y su amigo de la casa de al lado hacía otro tanto, pero ¡con los sonidos del galés y del inglés al mismo tiempo! Ese niño algún día sería bilingüe.

Pero ¿qué sentido tiene aprender sonidos? Los sonidos en sí mismos no tienen ningún significado. No tiene sentido preguntar «¿Qué significa /t/?», o «¿Qué significa /s/?» —ni /t/ ni /s/ significan nada—. Sin embargo, cuando combinamos los sonidos para construir palabras y unimos estas palabras para hacer oraciones, entonces es cuando empezamos a crean significado. Veamos cómo ocurre esto.

EL APARATO FONADOREste dibujo muestra cómo se combinan todos los órganos del aparato fonador. Podemos hacer cientos de sonidos distintos moviendo de diferentes maneras los labios, la lengua y la úvula, y modificando la vibración de los pliegues vocales. Cuando hablamos inglés o español, usamos solamente algunos de estos sonidos; pero podemos estudiarlos todos si nos ocupamos de una materia que se llama fonética. Un fonetista es alguien que estudia todos los posibles sonidos del habla que un humano puede producir.
Estos sonidos suelen dividirse en dos tipos: consonantes y vocales. Los sonidos consonantes son los que hacemos cuando la lengua o los labios bloquean brevemente la salida del sonido de nuestra boca, ya sea completamente, como en /b/ o en /m/, o casi completamente, como en los sonidos /f/ o /z/, que provocan un ruido de fricción. Las vocales son sonidos como /a/, /e/ o /u/, y se producen cuando la boca no obstruye la salida en ningún momento.
En las sílabas del español, los sonidos vocálicos (V) suelen ir precedidos de uno consonántico (C). Podemos encontrar también una vocal entre consonantes o, incluso, una vocal sola. Algunas de las combinaciones más frecuentes en español son las siguientes:
a la as mal platoV CV VC CVC CCVCV
Hablaremos más detenidamente de consonantes y vocales en capítulos posteriores.

NOTAS

1 En español también existen tres sonidos nasales: /n/, como en noche, /m/, como en mamá y /ɲ/ como en ñoño.

El pequeño libro del lenguaje

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