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APRENDER A LEER Y ESCRIBIR

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He terminado el último capítulo contando que James tuvo que aprender a «leer entre líneas». Lo que estaba haciendo no era leer, por supuesto, sino que estaba escuchando. Esta expresión («leer entre líneas») es un ejemplo interesante de cómo usamos el lenguaje escrito para ayudarnos a describir lo que sucede en el habla. No se pueden ver los sonidos que pronunciamos, como ya comenté en el capítulo 5, pero es fácil ver las marcas que escribimos. Aquí están, en el papel o en la pantalla.

Los niños descubren la lectura desde muy temprano —si tienen la fortuna de crecer en alguna parte del mundo donde estén rodeados de libros y pantallas—. Muchos padres leen cuentos a sus hijos incluso antes de que cumplan dos años. Algunos sientan al niño en las rodillas mientras navegan por internet. Conozco a un niño de dos años que había aprendido a identificar algunas letras en el teclado del ordenador y podía presionarlas según se lo pidieran. ¡No me sorprendería encontrar por ahí a un niño de dos años que sepa enviar mensajes de texto!

Si los niños están expuestos a los libros, muy pronto aprenden los principios básicos de la lectura. Descubren que los libros tienen páginas, y que hay que pasarlas en un orden determinado. En algunos idiomas, como en el inglés o el español, se pasan de derecha a izquierda; en otros, como en el árabe, se pasan las páginas de izquierda a derecha. Los niños aprenden también que hay que sostener los libros de una cierta manera, que las páginas (y, sobre todo, las ilustraciones) se ven raras si están dadas la vuelta. Enseguida les parecen fascinantes los dibujos, especialmente aquellos de cosas que existen en su propio mundo, como gente, animales o coches.

Además, se fijan en los garabatitos negros que llenan la página. Conforme crecen, se percatan de que son los elementos más importantes. Si una historia es emocionante, se dan cuenta de que esto sucede porque el lector está de algún modo ingeniándoselas para extraer la emoción de esas marcas negras. Aquí también hay reglas que se deben aprender. Los garabatos están organizados en líneas, que tienen que leerse (en inglés o español) de arriba abajo y de izquierda a derecha. Los niños expuestos a libros escritos en árabe o en chino aprenden que la lectura sigue otra dirección.

Tampoco les lleva mucho tiempo darse cuenta que un libro sigue siendo igual cada vez que se lee. Como resultado, al cabo de varias lecturas, llegan a saberse de memoria su historia favorita. ¡Ay del padre o madre que se atreva a omitir una o dos páginas antes de dormir! Una noche, después de un día agotador, intenté acortar la historia de Los tres cerditos saltando directamente de la casa de paja a la casa de ladrillo. Pensaba que no lo notarían si la convertía en Los dos cerditos. Pues sí. Recibí una buena bronca y tuve que comenzar otra vez desde el principio, prestando especial atención a la casa de madera.

A veces no nos damos cuenta del enorme contacto que tienen los niños con el lenguaje escrito de su entorno. Lo ven por todas partes —en letreros de tiendas, en supermercados, en los autobuses, en sobres y periódicos, en las latas y en las botellas de la cocina, en los anuncios de la televisión y en los créditos de las películas y, por supuesto, en las pantallas de los ordenadores y de los teléfonos móviles—. No es extraño, por tanto, que muchos niños de tres o cuatro años hayan descubierto ya lo que sucede con la escritura. Es posible llevar a cabo algunos experimentos sencillos para demostrarlo.

Junta unas pocas fotografías de objetos, unas con algo escrito en ellas y otras no. Ejemplos de las primeras serían un autobús con su número en la parte delantera y el nombre de la compañía en los lados, o una tienda con su nombre en un cartel. Ejemplos de las segundas podrían ser una escena campestre o un grupo de gente. Pide entonces a un niño que observe cada fotografía y señale «algo que pueda leer». Muchos niños pequeños son capaces de indicarlo correctamente incluso antes de que puedan leer algo por sí mismos.

Se puede hacer un experimento similar con fotografías como estas: una mujer mirando un periódico, un hombre cavando en un jardín, un chico mandando un mensaje de texto y una chica montando en bicicleta. Esta vez preguntaremos: «Muéstrame a alguien que esté leyendo». Si los niños se encuentran en la etapa en la que están listos para empezar a leer, señalarán a la mujer y al chico.

El siguiente paso es el más complicado: reconocer las distintas marcas en la página. En inglés o en español hay que aprender letras y signos de puntuación. En chino y en japonés hay que aprender caracteres pictóricos. Este tipo de símbolos son muy poco frecuentes en inglés, que solo cuenta con alguno, como £, & o @.

El inglés —como muchas otras lenguas— se escribe usando un alfabeto. Alfabeto es una palabra formada por los nombres de las dos primeras letras del sistema de escritura griego: alpha y beta. En un alfabeto, una letra representa un sonido. Por ejemplo, la letra <b> representa el sonido /b/. La letra <s> representa el sonido /s/, y así sucesivamente. Fíjate en que empleamos diferentes paréntesis para señalar si estamos hablando de una letra o de un sonido.

En un alfabeto ideal, cada letra representa únicamente un sonido. Esas lenguas, de las que podemos decir que cuentan con una ortografía fonémica, son muy fáciles de leer. El inglés, desafortunadamente, no lo es. Su alfabeto tiene veintiséis letras, pero al hablarlo se utilizan más de cuarenta sonidos. Esto significa que algunas letras representan más de un sonido. ¿Cómo se pronuncia la letra <o>, por ejemplo? Depende. Su pronunciación es distinta en cada una de estas palabras: got, go, son, woman, women. Algunas veces es muy corto, como en got. Otras es largo, como en go. A veces, incluso suena a /i/, como en women.

La cosa puede empeorar todavía más. En ocasiones, necesitamos dos letras para representar un solo sonido, como el sonido que usamos en inglés para hacer callar a alguien. Si lo escribimos, debemos usar dos letras: <sh>. O más de dos, si hacemos un sonido más largo: <shhhh>. Y podemos añadir signos de exclamación si queremos indicar que lo estamos diciendo muy fuerte: <¡sh!>. Eso implica mucha información que se debe aprender. Y aún existen más posibilidades. Podríamos escribirlo <¡Sh!>, con mayúscula inicial. O <¡SHHH!>, todo en mayúsculas. O podríamos convertirlo en una palabra y escribir <Shush>.

Las letras mayúsculas suponen una complicación extra. Aunque hay veintiséis letras en el alfabeto inglés, cuando las escribimos resulta que hay cincuenta y dos, porque cada letra aparece de dos formas. Tenemos la <A> grande y la <a> pequeña, la <B> grande y la <b> pequeña, y así sucesivamente. Normalmente no utilizamos palabras como grande y pequeña, sino que las denominamos mayúsculas y minúsculas, respectivamente. Los términos en inglés para estas letras (upper-case y lowercase) vienen de los días en los que los impresores solían guardar las letras que utilizaban para imprimir en dos grandes cajas (cases). Las letras mayúsculas se guardaban en compartimentos en la caja superior, o upper case; las letras minúsculas se guardaban en la caja inferior, lower case.

A todo esto hay que añadir todavía otra complicación. Cada una de estas letras, mayúsculas o minúsculas, puede aparecer de muchas formas diferentes. Estas son solo algunas de las maneras en las que puedes encontrar la letra <A> en una revista o en la pantalla de un ordenador:


Todas pertenecen a diferentes diseños de impresión, llamados tipografías. Poco a poco aprendemos a reconocer que, a pesar de las diferencias, lo que tenemos aquí es una única letra, la <A>, pero al principio estas diferencias pueden obstaculizar el aprendizaje de la lectura.

Sin embargo, pese a todas estas dificultades, la mayoría de los niños aprenden a leer bien en un par de años. Los padres a menudo les enseñan las letras del alfabeto antes de que empiecen el colegio. Muchos han practicado a escribir algunas letras, como las letras de su nombre. Al principio, piensan que las letras significan su nombre. <L> significa ‘Lucy’. <M> significa ‘Mateo’. Las letras adoptan también otros significados. <K> significa ‘cereales’. <P> significa ‘aparcamiento’. <M> significa ‘McDonald´s’.

De este punto a leer secuencias de letras, como <Ben> o <papá>, y pronunciarlas al mismo tiempo, hay un pequeño paso. Los niños aprenden que las «palabras» son cosas que tienen espacios blancos a ambos lados y se dan cuenta de que la forma de algunas sobresale en la página. Por ejemplo, al leer algo de Winnie the Pooh, muchos niños pueden señalar nombres como Pooh, Tigger y Búho si se les pide, incluso sin ser capaces de leer el resto de las palabras de la página.

Y después, el gran descrubrimiento. Se dan cuenta de que la secuencia de letras <d> + <o> + <g> corresponde a la secuencia de sonidos que pronuncian para decir dog ‘perro’. Descubren también que la mayoría de las palabras funcionan así. Aunque no todas. Palabras raras como the ‘el/la’ y cough ‘tos’ tienen que aprenderse de otra manera, de memoria. Pero palabras como cat ‘gato’, top ‘camiseta’, swim ‘nadar’, strong ‘fuerte’ y tomato ‘tomate’ se pueden pronunciar letra a letra. Cuando se enteran de que dos letras a veces representan un solo sonido, pueden pronunciar tree ‘árbol’ y look ‘mirar’ y miles de palabras más. Con el tiempo, ya no necesitarán ir leyendo letra a letra para formar la palabra. Se volverán lectores fluidos.2

Sin embargo, este tipo de lectura, casi deletreando la palabra, es una habilidad que nunca perdemos. Es algo que hacemos todos cuando nos topamos con una nueva palabra larga. Por ejemplo, intenta decir en voz alta el nombre completo del ADN, que es un importante concepto en biología: «ácido desoxirribonucleico». La única manera de hacerlo es recorrerla lentamente, parte por parte: «de – so – xi – rri – bo – nu – clei – co». Ahora prueba a decirlo todo seguido. Después de algunos intentos, serás capaz de decirlo sin pararte a pensarlo.

Algunos niños descubren todo esto por sí mismos y leen historias sencillas antes de empezar el colegio, e incluso escriben algunas palabras cortas, pero la mayoría aprende a leer y escribir en el colegio. Es habitualmente en ese momento cuando algunos niños se dan cuenta de que tienen problemas para aprender a leer. Les es difícil comprender la relación entre sonidos y letras, y no son capaces de retener el orden en el que aparecen las letras en la página. Incluso poniendo todo su empeño, la página les sigue pareciendo un revoltijo de garabatos. Los niños con estas dificultades padecen dislexia, y necesitan ayuda extra para superar el problema.

Una vez que hemos aprendido a leer y escribir, se dice que estamos alfabetizados. A las personas que no han aprendido a leer y escribir se las llama analfabetas. Existen millones de personas en el mundo que son analfabetas. No han tenido la oportunidad de aprender, tal vez porque no había escuelas cerca cuando eran jóvenes, o quizá su colegio no tenía suficientes libros ni material de escritura. Incluso en países como Reino Unido y Estados Unidos, una cantidad sorprendente de gente no sabe o tiene grandes dificultades con la lectura. Además, prácticamente todo el que hable inglés se topa tarde o temprano con el problema de la ortografía. ¿Por qué la ortografía del inglés parece salida de una pesadilla?

LETRAS ESPECIALES¿Cómo aprendes a leer y escribir si eres ciego? Uno de los métodos más utilizados es el braille, denominado así por la persona que lo inventó a principios del siglo XIX, el francés Louis Braille. En su forma más básica, cada letra se presenta en una celda rectangular por medio de un grupo de puntos con relieve que pueden sentirse con la yema de los dedos. Hay formas especiales también para los números, para los signos de puntuación y para las letras con tilde (en idiomas como el español o el francés).
En el braille para el inglés, en una versión más desarrollada, también hay formas para algunas palabras —palabras de uso muy frecuente como and ‘y’, you ‘tú’ y have ‘haber/tener’— y partes de palabras, como -ing (la marca para el gerundio), en jumping ‘saltando’ y going ‘yendo’. Esto ahorra mucho espacio, sobre todo en lugares donde no abunda, como en los letreros públicos o en los menús de los restaurantes.
Hay seis posibles puntos en cada celda, y los puntos negros señalan los que tienen relieve. Para el inglés, las celdas se ordenan en dos grupos de diez y un grupo final de seis. Si miras con atención, verás que de la <K> a la <T> se escriben igual que de la <A> a la <J>, pero con un punto extra abajo. <U>, <V>, <X>, <Y>, y <Z> se escriben igual que de la <A> a la <E>, pero con dos puntos extra abajo. La <W> se sale de este orden porque el francés no utilizaba esa letra en su alfabeto en la época en que Braille desarrolló su sistema.
He aquí una frase para decodificar:

NOTAS

2 En español, en cambio, esto no ocurre porque se pronuncian todas las letras excepto la <h>, como en hoja.

El pequeño libro del lenguaje

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