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REQUERIMIENTO

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[37] Vosotros, ciertamente, en el terreno privado y en el público consideráis el tormento como el más exacto de todos los medios de prueba 7 , y siempre que ha habido testigos presenciales de condición esclava y libre, y hace falta averiguar lo que se investiga, no recurrís a los testimonios de los libres, sino que sometiendo a tortura a los esclavos tratáis de descubrir la verdad de esa manera. Y con razón, jueces; pues ya algunos de los que depusieron testimonios os dieron la impresión de no haber atestiguado la verdad; en cambio, de los sometidos a tormento nadie jamás fue confutado de no ser veraz lo que bajo [38] tortura dijo. Pero este sujeto, que ha rehuido tan importantes medios de derecho y marginado pruebas tan claras y evidentes, presentando como testigos a Áfobo y Timócrates —al uno de que entregó la dote, al otro de que la ha recibido— pretenderá ser creído en vuestro estrado, fingiendo que su negocio con éstos ha tenido lugar sin testigos. ¡Tanta simpleza ha supuesto despectivamente en vosotros! Así pues, que no dirán verdad ni nada a verdad parecido, por el hecho de que ellos reconocen no haber dado la dote desde un principio, porque afirman, a su vez, haberla entregado sin testigos, porque, cuando ya la hacienda de Áfobo estaba en litigio, no permitía el momento que dieran el dinero, y también por todas las otras evidencias, creo que ha quedado suficientemente demostrado.

1 Cuando el padre moría sin haber dado en matrimonio a su hija ni en vida ni por testamento, la sucesión pasaba al pariente más próximo de aquél por vía masculina, quien, a su vez, había de desposar a la hija, llamada epíklēros.

2 Respecto del apotímēna, HARPOCRACIÓN (s.v.) dice: «Quienes recibían en arrendamiento de manos del arconte las haciendas de los huérfanos ofrecían unas garantías del arrendamiento; el arconte, por otra parte, debía enviar unas personas a estimar las garantías. Pues bien, las garantías que eran objeto de estimación llamábanse apotimēmata; los enviados a realizar la estimación, apotimētaí, y el hecho, apotimân. Por otro lado, los de entonces solían también, cuando los parientes entregaban una dote a una mujer que se casaba, reclamar del varón un equivalente de la dote como garantía, por ejemplo, una casa o una finca rústica. Apotimân con plena eficacia decíase de quien daba el apotímēma, y apotimâsthai, de quien lo recibía».

3 Junio del 366 a. C.

4 Diciembre del 364 a. C.

5 La cohabitación era esencial para el matrimonio, de tal forma que un hecho como éste podía dar a entender la ficción fraudulenta de un divorcio.

6 Una empalizada separaba a jueces, partes y personal subalterno, de los espectadores.

7 La tortura era, por lo regular, ensalzada como medio de prueba, pero en ocasiones, según los intereses del orador del momento, sufría las más duras y acerbas críticas.

Discursos privados I

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