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Patógenos en la interfaz ecosistema-humano-animal: fiebre aftosa en Sudáfrica

Viviana Marcela Méndez Mancera

Jorge Elías Tamayo Rozo

La fiebre aftosa es una enfermedad viral producida por un Aphtovirus de la familia Picornaviridae. Existen siete serotipos mundialmente reconocidos, de los cuales tres son endémicos en ciertas áreas de Sudáfrica. Esta fiebre es altamente contagiosa y afecta a todas las especies de biungulados. Se transmite por contacto directo entre los animales infectados y animales susceptibles. En algunos casos la infección se transmite por contacto indirecto como el ambiente, las personas, los vehículos, los animales silvestres o las aves (Dion, VanSchalkwyk y Lambin, 2011; Elnekave et al., 2016).

En el sur de África esta enfermedad es endémica. En esta región los búfalos africanos pueden estar persistentemente infectados con el virus, sin presentar signos clínicos de la enfermedad, y son generalmente responsables de los brotes en bovinos. Hay que mencionar que el contacto que existe entre estas especies silvestres y los animales domésticos se da básicamente en búsqueda de puntos de agua y áreas de pastoreo (Dion, VanSchalkwyk y Lambin, 2011; Jori y Etter, 2016). El contacto entre animales silvestres y domésticos es vital para la transmisión de enfermedades transfronterizas en ciertos lugares geográficos como el Parque Nacional Kruger (Sudáfrica) y sus provincias adyacentes (Brahmbhatt et al., 2012).

Por lo que se refiere a la epidemiología de la enfermedad, la principal fuente de fiebre aftosa es el riesgo que representan los rebaños de búfalos (Hargreaves et al., 2004; Elnekave et al., 2016). En estudios realizados en Sudáfrica se ha demostrado que el búfalo es capaz de mantener una infección silenciosa de los serotipos SAT-1, SAT-2 y SAT-3 durante mucho tiempo, independiente de la circulación de ganado (Vosloo y Thomson, 2004).

Interfaz de la enfermedad

Es importante destacar la transmisión de la enfermedad por contacto directo. Al existir este contacto entre búfalos y bovinos, ocasionado por la competencia en la búsqueda de puntos de agua para beber y praderas con mejores pasturas, se provoca un enlace directo, por características como movimientos, interacciones y comunicación en un ambiente común para satisfacer sus necesidades de alimentación. De esta forma se aumenta el riesgo de transmisión del virus de la fiebre aftosa (Dion, VanSchalkwyk y Lambin, 2011; Jori y Etter, 2016).

Dada la importancia de la transmisión del virus, cabe resaltar que una manada de búfalos puede estar permanentemente infectada sin desarrollar signos clínicos y actuar como reservorios para una futura transmisión del virus hasta por cinco años. De la misma manera, los terneros de búfalos desempeñan un papel importante en la dinámica de la enfermedad, ya que estos son los animales más infectados, y comienzan a ser susceptibles al virus de la fiebre aftosa en el periodo después de que decaen sus anticuerpos maternos y antes de desarrollar su inmunidad natural. Esto coincide con el lapso de los tres a los ocho meses de edad. De modo que la erradicación del virus es imposible sin la destrucción de un gran número de búfalos africanos. Por esta razón, es una solución ecológica y moralmente insostenible (Dion, VanSchalkwyk y Lambin, 2011; Jori y Etter, 2016).

Por otra parte, las mallas que separan el área de reserva donde se encuentran los búfalos son permeables. Como resultado directo o indirecto de los impactos físicos, o factores ecoclimáticos, estas mallas resultan averiadas, igualmente, por inundaciones, por erosión del suelo, por interferencia de otros animales, como los elefantes, o por acciones de las mismas personas, como es el caso de los cazadores furtivos, los recolectores de madera y las acciones de vandalismo. Esto incrementa el riesgo de transmisión por contacto directo con los bovinos domésticos (Dion, VanSchalkwyk y Lambin, 2011; Colenutt et al., 2016). Las mallas forman parte de los cordones sanitarios que se utilizan en Sudáfrica para separar los animales de vida silvestre de los domésticos, con el fin de prevenir la transmisión de enfermedades infecciosas. Dichas mallas son un método de control reconocido por la Organización Mundial de Sanidad Animal (Jori, et al., 2011; Emami et al., 2015).

Debido a factores ambientales como temperatura, humedad y precipitación, los animales modifican su comportamiento, de acuerdo con el ciclo de la biomasa y las redes hidrográficas, lo cual incrementa sus movimientos en periodos de deficiencias. En consecuencia, se presenta mayor contacto entre especies, lo que genera riesgo para la transmisión del virus (Dion, VanSchalkwyk y Lambin, 2011; Colenutt et al., 2016).

Las principales actividades de los pastores en el área de estudio son el cultivo y el pastoreo de ganado. Estos pastores locales están más preocupados por la disponibilidad de agua y pastos que por la fiebre aftosa (Dion, VanSchalkwyk y Lambin, 2011; Elnekave et al., 2016). Sin embargo, la presencia de asentamientos humanos cerca a los animales silvestres tiene un efecto repulsivo en los búfalos, lo que hace que estos se dispersen en grandes extensiones y traten de escapar (Dion y Lambin, 2012; Jori y Etter, 2016).

Con base en las características descritas de la interfaz humano-animal-ecosistema para la fiebre aftosa en este contexto, se infiere que es importante el entendimiento de la interacción entre cambios en el ecosistema y el clima, el uso del suelo, el comportamiento humano y la ecología del agente infeccioso en el hospedero. Así mismo, es imprescindible comprender que la distribución, la densidad, el comportamiento y las dinámicas poblacionales de los hospederos son particularmente controladas por las características del paisaje (Dion y Lambin, 2012; Berrian et al., 2016).

La cerrada interacción entre el ganado doméstico y la vida silvestre aumenta la probabilidad de transmisión de la enfermedad entre el ganado, la fauna y los seres humanos. Los brotes de enfermedades como la fiebre aftosa han causado graves trastornos a la persistencia de las especies silvestres, como el caso de la gacela de Mongolia (Procapra gutturosa). Todos los organismos nacionales de Mongolia comenzaron a culpar a las gacelas como la fuente de la transmisión de fiebre aftosa, lo cual llevó a decretar el sacrificio de todas ellas (Shiilegdamba et al., 2011; Berrian et al., 2016).

Condiciones ambientales en la interfaz que favorecen el mantenimiento y la dispersión del patógeno

Otro aspecto para plantear es que las temperaturas controlan la distribución diaria de los periodos de actividad de los búfalos. Estos pastan principalmente en la noche, tiempo en el que disminuye el periodo de calentamiento; en el día lo hacen durante los periodos fríos. Las condiciones climáticas pueden influir en el número de búfalos que escapan. Los contactos entre búfalos y el ganado también dependen de la sincronía entre sus actividades diarias y de su ubicación en cuanto a la disposición de alimentos (Dion y Lambin, 2012; Wieland et al., 2015).

Respecto al consumo de agua, los búfalos beben como mínimo una vez al día y se mueven hacia el punto de agua más cercano. Hay que mencionar, además, que el río Sabie bordea la valla del parque y es muy atractivo para beber; por lo tanto, favorece la presencia de los animales cerca de los límites del parque. Se infiere que si se añadieran puntos de agua en el interior del parque, los búfalos podrían mantenerse dentro de las instalaciones y así limitar su presencia contigua a la cerca; esto podría reducir el número de los búfalos que se escapan del parque (Dion y Lambin, 2012).

Sin embargo, otro de los aspectos es el crecimiento demográfico en los asentamientos humanos adyacentes al parque. Esto reduce las áreas de pastoreo disponibles y aumenta el número de bovinos que pueden estar en contacto con búfalos. Es probable que este crecimiento de asentamientos reduzca las zonas comunes reservadas para el pastoreo y desplace el ganado más cerca de la frontera con el parque, lo cual puede aumentar la probabilidad de contacto entre las dos especies. Si se considera el papel importante del ganado en los medios de subsistencia de los hogares rurales, el incremento de la población humana también podría estar asociado con un aumento de población de ganado (Jori y Etter, 2016).

Por otro lado, la quema controlada se utiliza ampliamente en las sabanas como manejo de la tierra, herramienta para aumentar la diversidad del paisaje. Por consiguiente, la quema controlada a lo largo de la frontera del parque hace que los búfalos escapen, ya que salen a buscar los corredores con vegetación de calidad. En consecuencia, una banda de vegetación quemada a lo largo de la valla podría romper la conexión entre la vegetación dentro y fuera del parque y así reducir el número de búfalos que escapan (Jori y Etter, 2016). Los factores que influyen en la dispersión de la fiebre aftosa se presentan en la figura 1.

FIGURA 1

DIAGRAMA DE LA TRÍADA ECOEPIDEMIOLÓGICA DE HOSPEDEROS Y RESERVORIOS DE LA ENFERMEDAD


Fuente: elaboración propia.

Estrategias de prevención y control de la fiebre aftosa

A continuación se presentan algunas formas para prevenir y controlar la fiebre aftosa:

1. Principalmente el control de la fiebre aftosa se debe realizar sobre la base de la separación entre especies endémicas, como los búfalos, y especies susceptibles, como los bovinos.

2. Hay que realizar unas estrictas campañas de vacunación bianual contra fiebre aftosa.

3. Se deben utilizar animales centinelas para monitorear niveles de anticuerpos.

4. Se recomienda realizar inspección, vigilancia y control permanente a los animales susceptibles, lo cual debe estar a cargo de los médicos veterinarios.

5. Es imprescindible controlar la movilización de animales, especialmente los infectados, puesto que son el factor de riesgo más importante para la propagación de la fiebre aftosa. También es necesario tener en cuenta los productos derivados de las especies susceptibles.

6. Para la definición de los patrones epidemiológicos, se debe contar con el enfoque basado en los ecosistemas de áreas endémicas primarias (áreas de mantenimiento de virus), las zonas endémicas secundarias (áreas de la propagación de virus) y las zonas epidémicas (áreas de brotes explosivos) (Rweyemamu et al., 2008).

7. Vergne y colaboradores (2012) concluyeron que la situación de la fiebre aftosa en Camboya es altamente enzoótica, y los aldeanos no notifican los animales clínicamente afectados; por lo tanto, se debe llevar un subregistro de la enfermedad. Como punto clave para el control de la fiebre aftosa, es necesaria una notificación oportuna de esta por parte de las aldeas, las autoridades veterinarias y el sistema de vigilancia (Probert et al., 2016).


Referencias

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Dion, E., VanSchalkwyk, L. y Lambin E. (2011). The landscape epidemiology of foot-and-mouth disease in South Africa: A spatially explicit multi-agent simulation. Ecological Modelling, 222(13), 2059-2072.

Dion, E. y Lambin, E. (2012). Scenarios of transmission risk of foot-and-mouth with climatic, social and landscape changes in southern Africa. Applied Geography, 35(1-2), 32-42.

Elnekave, E., van Maanen, K., Shilo, H., Gelman, B., Storm, N., Alhalq, M. A. y Klement, E. (2016). Prevalence and risk factors for foot and mouth disease infection in cattle in Israel. Preventive Veterinary Medicine, 130, 51-59.

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Jori, F., Brahmbhatt, D., Fosgateb, G., Thompson, P., Budke, C., Ward, M., et al. (2011). A questionnaire-based evaluation of the veterinary cordon fence separating wild life and livestock along the boundary of the Kruger National Park, South Africa. Preventive Veterinary Medicine, 100(3-4), 210-220.

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Probert, W. J., Shea, K., Fonnesbeck, C. J., Runge, M. C., Carpenter, T. E., Dürr, S. et al. (2016). Decision-making for foot-and-mouth disease control: Objectives matter. Epidemics, 15, 10-19.

Rweyemamu, M., Roeder, P., Mackay, D., Sumption, K., Brownlie, J., Leforban, Y. et al. (2008). Epidemiological patterns of foot-and-mouth disease worldwide. Transboundary and Emerging Diseases, 55(1), 57-72.

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Vergne, T., Grosbois, V., Durand, B., Goutard, F. y Bellet, C. (2012). A capture-recapture analysis in a challenging environment: Assessing the epidemiological situation of foot-and-mouth disease in Cambodia. Preventive Veterinary Medicine, 105(3), 235-243.

Vosloo, W. y Thomson, G. (2004). Natural habitats in which foot-and-mouth disease viruses are maintained. En E. Domingo y F. Sobrino (Eds.), Foot-and-mouth disease: current perspectives (pp. 383-410). Londres: CRC Press.

Wieland, B., Batsukh, B., Enktuvshin, S., Odontsetseg, N. y Schuppers, M. (2015). Foot and mouth disease risk assessment in Mongolia-Local expertise to support national policy. Preventive Veterinary Medicine, 120(1), 115-123.

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