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Capítulo 5

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La multitud a mi alrededor grita en una sala de conciertos con mala ventilación mientras el desaliñado cantante de un grupo indie del que nunca he oído hablar canta una canción a pleno pulmón. Ken, Glory y Camille se divierten. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de mí, pero a estas alturas ya me he resignado a que mis amigos y mi nuevo novio me arrastren a pequeños y oscuros clubes que requieren que cuente con un carné falso. Al menos, la parte del carné fue sencilla. Para conseguir uno solo tuve que pedirle a Sara Li que me diera su viejo carné de conducir y conseguir uno nuevo; le reembolsé la tarifa de remplazo, y eso fue todo. El hecho de que no me parezca en nada a Sara no importa, el portero del club de esta noche ni siquiera ha parpadeado cuando ha comprobado mi identificación.

Camille dice que tengo «suerte», pero yo no lo veo así. Al fin y al cabo, la ignorancia de la gente blanca no suele beneficiarme.

Si ver a este grupo en directo supone una ventaja, genial. El chillido del vocalista desgarra el ambiente cargado del interior del club. Entonces, alguien me golpea por accidente y me derrama cerveza fría sobre el brazo. Hago una mueca de dolor e intento apartarme, pero no puedo moverme. Por una vez, me gustaría ir a algún lugar donde pueda moverme más de un centímetro sin tocar el sudoroso pecho de un desconocido, y tampoco me importaría escuchar a un grupo con letras inteligibles.

«Llévate tapones si vas a un concierto de rock, Gemma. Cuídate los oídos». Antes de salir de casa, mamá me ha atosigado a consejos, como si yo fuera un frágil jarrón al que hay que envolver en papel de burbujas antes de transportarlo. Aun así, es bueno saber que el hecho de que me quiten la ayuda económica no significa que se acaben los consejos parentales, aunque haya ignorado la mayoría de ellos, incluido el de cuidar mis oídos. No voy a ser la pringada que se lleva tapones a un concierto.

Pero ¿y si mamá me lo hubiera dicho en inglés para asegurarse de que lo entendía y me hubiera repetido exactamente lo mismo en chino para darle más énfasis? En ese caso, me estaría metiendo cilindros de espuma de color naranja en los oídos, sin importar lo que pensaran los demás. Parecer poco sofisticada no es nada comparado con ignorar ese tipo de advertencia. Porque eso es un DEFCON 1 para mamá. Vida o muerte.

Glory y Camille están demasiado inmersas en la música para darse cuenta de que una multitud de fans emocionadas que intentan acercarse al escenario me están apartando a codazos, pero Ken sí que se percata. Me rodea con un brazo de forma protectora, y el roce es tan agradable y me provoca tal hormigueo que no me quejo al sentir más calor y estar más pegajosa por la calidez de su cuerpo.

El grupo termina por fin, y la multitud empieza a alejarse de la pista y a dirigirse a la barra. Me zumban los oídos, así que, al principio, no me doy cuenta de que el teléfono, que está en mi bolsillo trasero, está sonando. ¿Quién me llama un sábado casi a medianoche? Saco el teléfono y miro la pantalla. Entonces el mundo se para y dejo de respirar: es mi agente.

Contesto a la llamada a cámara lenta.

—Hola, Laura —chillo.

Ken deja caer el brazo de mis hombros y Glory y Camille se apartan del escenario para mirarme. No saben lo del casting de Butterfly. ¿Para qué iba a hablarles de todas las audiciones con pocas posibilidades si luego todo acaba en decepción? Sin embargo, eso no impide que la esperanza se me acumule en el pecho.

—¿Estás sentada, Gemma? —pregunta Laura.

—Sí —miento, con las pantorrillas y los pies doloridos por haber estado bailando durante horas en el duro suelo de cemento. Ahora respiro con dificultad. Podría ser… Esta podría ser mi oportunidad.

—Bien. —La emoción se refleja en su voz—. ¡Porque tú, Gemma Huang, acabas de ser elegida para el papel principal de Sonia Li!

Se me para el corazón en el pecho y las rodillas me flaquean; ahora desearía estar sentada.

—Guau —susurro asombrada. Ken, Glory y Camille se acercan para escuchar, y yo doy un paso hacia atrás—. ¿Acabas de decir papel principal? —La incredulidad y la emoción me sacuden el corazón y hacen que me lata de forma dolorosa. Creía que Sonia era un papel secundario. La escena que leí me hizo pensar que era la exnovia del protagonista masculino blanco—. Te refieres a Butterfly, la nueva versión actualizada de M. Butterfly para la que hice la audición, ¿verdad?

Camille jadea mientras se lleva una mano al pecho con dramatismo y Glory hace un pequeño baile de la victoria, pero Ken no reacciona. Una punzada de inquietud me recorre la columna vertebral, pero, maldita sea, por fin me han ofrecido un papel, así que la reacción de Ken debería ser la última de mis preocupaciones.

—A no ser que haya algún otro casting del que yo no sepa nada. —Laura se ríe—. Sí, Butterfly, ¡y, sí, es el papel principal! —Hace una pausa, y oigo papeles moverse de fondo, quizás sean sus notas—. La productora necesita que envíes una copia de tu pasaporte para que podamos conseguirte un visado lo antes posible, el rodaje en China comienza en dos semanas.

La alegría que me recorre el cuerpo se congela de repente y un gélido pavor me apuñala el estómago… China. Estaba tan segura de que no conseguiría el papel que no presté demasiada atención al lugar donde se iba a rodar la película.

—¿Sabes en qué ciudad?

«Que no sea Pekín. Que no sea Pekín». La advertencia de mamá sobre no ir a Pekín ni siquiera se puede clasificar como un consejo materno, sino que sobrepasa todos los límites. Más que la vida o la muerte.

—En Pekín —responde Laura.

Me empiezan a sudar las manos y tengo que agarrar el teléfono con fuerza para que no se me escurra. Por supuesto que es Pekín. Después de todo, se trata de la capital.

—¡Esto es increíble! —Mi voz suena como si viniera de la lejanía. «¡Espera!». ¿Estoy aceptando el papel?

Parece que Laura está convencida de que sí:

—¡Genial! Te enviaré el contrato junto con una sinopsis del guion.

Cuelgo la llamada y miro a mis amigos.

—¡Acabo de conseguir el papel principal en una nueva versión actualizada de M. Butterfly!

No les cuento que mi madre me ha prohibido ir a Pekín, porque todavía no me lo creo. Y no quiero que Camille me eche una mirada cómplice y archive la información en la carpeta de «La madre tigresa de Gemma» que tiene en su mente. Quizá estoy siendo injusta con ella, Camille debería recibir algún tipo de reconocimiento por ser la única persona blanca en nuestro pequeño grupo de amigos.

—¡Genial! —A Glory se le iluminan los ojos—. ¡Ni siquiera sabía que habías hecho el casting!

Camille exclama con alegría:

—¡Me encanta esa ópera! ¿Eso significa que tienes que cantar?

—No es la ópera de Puccini, Madama Butterfly —le explico—. M. Butterfly es una obra de teatro y una película de David Henry Hwang que transgrede los roles de género. No tiene nada que ver.

—Por ejemplo, una mujer asiática no se suicida por un hombre blanco —apunta Glory con tono irónico.

Glory y yo nos identificamos como asiáticas, pero, cuando una película hace un casting para una actriz asiática, no piensan en alguien como ella, sino en alguien como yo: de complexión pequeña y rasgos delicados. Esa es la idea que tiene la industria cinematográfica. Scarlett Johansson tiene más posibilidades de ser elegida como una mujer asiática para una película que Glory. Al fin y al cabo, cuando la escogieron para protagonizar la versión de acción en vivo de la película de anime japonesa Ghost in the Shell, añadieron toda una intrincada trama para explicar por qué el personaje tenía el aspecto de una mujer blanca. Con esto quiero decir que podrían haber contratado a una actriz asiática. Es una auténtica chapuza. Glory está convencida de que su única oportunidad de actuar es con papeles en los que tanto el género como la raza sean «ambiguos». Una vez me enseñó un casting en el que se requería a una actriz «étnicamente ambigua». «Esa soy yo», dijo con una sonrisa irónica.

—Pero… —Ken toma la palabra por fin—, no hay ningún papel protagonista femenino en M. Butterfly.

Me tenso ante su tono seco.

—Ya os he dicho que es una versión nueva.

Sin embargo, Ken tiene razón. A mí tampoco me viene a la mente un papel protagonista femenino en M. Butterfly. Por eso, en un principio pensé que estaba haciendo una prueba para un papel secundario. Me pregunto si me han elegido para el papel interpretado por BD Wong en Broadway y John Lone en la versión cinematográfica. Y, si es así, ¿cómo voy a interpretar a una mujer que interpreta a un hombre que interpreta a una mujer?

—Una versión nueva. —La cara de Ken se vuelve inexpresiva. No hay muchos papeles para hombres asiáticos, y Song Liling, el cantante de ópera chino que seduce a un diplomático blanco al hacerse pasar por una mujer, es un papel que Ken habría matado por interpretar.

Se me incendian las mejillas de la indignación. Hay tan pocos papeles para mujeres asiáticas como para hombres. Ken lo sabe, así que no estaría de más que se alegrara por mí.

—¡No me digas que han hecho una historia heterosexual! —protesta Glory.

El estómago me da un vuelco. Oh, no. ¿Y si Glory tiene razón? Saco el teléfono. Laura ha dicho que me iba a enviar la sinopsis. Necesito saber en qué me estoy metiendo.

Camille nos mira a los tres asombrada.

—¿Cómo sabéis tanto sobre una película de la que nunca he oído hablar?

«Eso es fácil». Todos somos actores asiáticos. Por eso conocemos a todos los actores asiáticos que han triunfado y los papeles que han interpretado. Además, no hay tantos. Ken y Glory se lo explican a Camille mientras yo reviso la bandeja de entrada del correo electrónico. Cuando veo el correo de Laura el pulso se me dispara. Abro el archivo adjunto con la sinopsis y empiezo a leer:

«¡Se acaba de abrir una vacante para negociar contratos comerciales en el extranjero, el trabajo de los sueños de la extrovertida y vivaracha Song Li (todo el mundo la llama Sonia)! ¿El problema? Que Ryan Glenn, su exnovio, será su jefe. Y no se puede decir que fuese una ruptura amistosa. ¿Cómo lo convencerá de que la contrate… mientras evita que vuelva a encenderse la llama de la pasión entre ellos?».

Maldita sea. Glory tiene razón.

Ken entrecierra los ojos.

—Vi esa convocatoria de casting. No buscaban papeles de hombres asiáticos. —Su rostro, que suele estar tranquilo y despreocupado, se ha contraído—. Solo extras. Estoy seguro de que el interés romántico será un hombre blanco y que todos los tíos asiáticos de esa película serán empollones asexuados o chauvinistas dominantes.

«Y hay otro problema, el primer contrato de Sonia será para un acuerdo en China y los empresarios chinos no tomarán en serio a una abogada por ser mujer. No obstante, Sonia trama un plan para solucionar ambos problemas: se convertirá en Song Li. Discreto, reservado… y masculino. Lo contrario de todo lo que ella es».

Mierda. Ken también tiene razón.

Levanto la vista del móvil con una sonrisa forzada en la cara. Todos me están mirando y una gota de sudor frío se desliza por mi cuello. Ken tiene los brazos cruzados, pero me gustaría que, en vez de eso, me diera un abrazo y me asegurara que cuento con su apoyo.

Sin embargo, es Glory quien posa una mano sobre mi brazo y añade:

—Ve a por ello, Gemma. Es la oportunidad de tu vida y lo vas a hacer genial.

—Claro que sí —coincide Camille—. Es un papel protagonista. ¡Es el sueño de cualquiera de nosotros!

—Sí. —La sonrisa de Ken no se refleja en su mirada—. Felicidades, Gemma.

Al menos lo está intentando, tal vez necesita tiempo para hacerse a la idea. Y, quizá, si acepto el papel, podré influir en la dirección del guion. «Sí, claro». Eso es tan probable como que a mi madre no le importe que acepte un trabajo en Pekín. Pero necesito este papel. Como ha dicho Glory, ¿cuándo volverá a surgirme una oportunidad así? Tendré que evitar que mi madre descubra adónde voy. Se me forma un nudo en la garganta mientras digo con tono alegre:

—Gracias, chicos. Espero que todo salga bien.

Heredera por sorpresa

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