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Capítulo 6

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Estoy metiendo la ropa en la maleta de forma desordenada mientras marco en mi lista mental todo lo que he hecho y lo que me queda por hacer antes de partir hacia Pekín en dos días. «Unirme al sindicato de actores», hecho. «Quedar con Eilene Deng para cenar», eso será mañana por la noche. «Conseguir que mis compañeras de piso me cubran si mis padres se presentan en Los Ángeles sin avisar», hecho… más o menos. Glory aceptó de inmediato, pero Camille se mostró más reacia. Aun así, creo que puedo contar con ellas para que no me delaten. «Despedirme de Ken con la esperanza de que no conozca a alguien más mientras estoy a seis mil kilómetros de distancia». Tan pronto como ese pensamiento me asalta, el timbre de la puerta suena.

Trepo por encima de la maleta abierta y de varios pares de zapatos entre los que todavía me estoy decidiendo para llegar hasta la puerta. Ken está de pie en la entrada con un ramo de flores.

Lo rodeo con los brazos.

—¡Me encantan! Gracias.

Quizá estoy siendo demasiado efusiva, pero hemos estado un poco tensos desde que me dieron el papel en la película y las flores me dan esperanzas de que esa tensión haya desaparecido.

—De nada. Será mejor que las pongas en agua. Es posible que no duren mucho, aunque no estarás aquí para darte cuenta.

No. La tensión todavía sigue ahí.

Las cosas mejoran cuando salimos del apartamento. Conversamos un poco sobre el anuncio y sobre el paso tan importante que supone en la carrera de Ken. En el fondo, creo que estamos hablando más de su anuncio de pasta de dientes que de mi película, pero alejo esos pensamientos tan insignificantes. Él también tiene derecho a disfrutar de su momento.

Ken sugiere una película que le apetece ver, y suena bien, así que acepto. Esperaba que fuéramos a un lugar donde pudiéramos hablar, quizá a la playa otra vez, pero estar en el cine con Ken es más agradable de lo que esperaba. Nos damos la mano y compartimos palomitas en la oscuridad. Entonces, me doy cuenta de que esta es nuestra primera cita. Hace tan poco tiempo que somos pareja que todavía me emociono con nuestras «primeras veces». Cuando señalo que es la primera vez que vamos al cine, Ken me responde en un susurro:

—Hay una razón por la que he sugerido un cine oscuro para una cita.

Entonces me acaricia el cuello y eso hace que una corriente me recorra el cuerpo.

Después de la película, Ken me lleva de vuelta a casa, y tanto Camille como Glory están allí, así que los cuatro pasamos el rato juntos hasta que mis compañeras de piso deciden «acostarse pronto», ambas al mismo tiempo, y nos dejan solos en el salón —mi habitación—. «Voy a echar mucho de menos a estas dos».

Para mi sorpresa, Ken se levanta cuando mis compañeras de piso se van a sus habitaciones.

—Mañana tengo que madrugar, así que también debería irme.

Yo también me pongo de pie y oculto mi decepción.

—Oh, entonces supongo que esto es una despedida, hasta dentro de dos o tres meses.

Mueve los pies, incómodo.

—Mira, vas a estar fuera durante un tiempo y creo que deberíamos aclarar algunas cosas antes de que te vayas.

Mi cuerpo se tensa. «¿Ken está rompiendo conmigo?»

—Está bien…

Se hace un silencio que me parece una tortura.

—Quizá no deberíamos tener una relación exclusiva mientras estés en China. —De inmediato, añade—: No estoy diciendo que vaya a conocer a alguien, y por supuesto que no saldría en serio con nadie más, pero podríamos…, eh, abrirnos a otras opciones. Solo durante los tres meses que estés fuera.

Eso no parece… horrible. Siempre y cuando no sea un código para decir: «Quiero romper contigo, pero soy demasiado cobarde para verbalizarlo».

—Claro, me parece bien. —Como soy una actriz decente, suena ligero y despreocupado.

Ken parece aliviado por mi reacción.

—Oye, todavía eres mi novia, ¿de acuerdo?

—Ya lo creo. —Golpeo su cadera con la mía—. No pienses que soy fácil de reemplazar.

Por dentro, me estremezco. Intentaba sonar totalmente despreocupada por esto de la no exclusividad, pero solo le he recordado a Ken que podría conocer a otra persona.

Se ríe.

—Imposible. Eres única, Gemma Huang.

Me atrae hacia él para darme un beso.

Solo cuando se ha ido comprendo que ninguno de los dos ha considerado la posibilidad de que yo conozca a alguien más.

* * *

«No me creo que esté sucediendo». Estoy sentada frente a Eilene Deng en Nobu. Sí, Nobu es uno de esos restaurantes de moda y yo me siento totalmente fuera de lugar, pero no me importa. ¡Porque estoy con Eilene Deng! Podría llevarme a un restaurante de comida cruda orgánica y vegana en el que todo se sirve licuado o espumado en vasos de chupito y tampoco me importaría.

Eilene elige la comida. Comienza con el hamachi kama miso salt. No es la primera vez que voy a un restaurante japonés, pero no tengo ni idea de qué es. «¿Desde cuándo la sal es un plato principal?». A continuación, pide el toro spicy karashi sumiso caviar a precio de mercado (trago saliva porque los precios que aparecen en la carta ya son astronómicos) y después recita un montón de platos más. Tengo que admitir que los ingredientes que logro reconocer suenan deliciosos.

Mientras el camarero se apresura para que nos preparen nuestro pedido, Eilene se echa hacia atrás en el asiento y toma un sorbo de su cóctel.

—Háblame de ti, Gemma. ¿Cómo empezaste a actuar?

Una vez superados los nervios iniciales, resulta fácil hablar con Eilene. Incluso le cuento que en cuarto de primaria me presenté para interpretar a Blancanieves y que, en su lugar, me dieron el papel de un pájaro, con una sola frase: «Pío, pío». Pero no importó, el mero hecho de subir todos juntos al escenario para que la magia sucediera bastó para contagiarme del gusanillo de la interpretación. Cada vez que hago una pausa, consciente de que estoy hablando demasiado, me aborda con otra hábil pregunta.

Cuando Eilene se interesa por los papeles que me gustaría interpretar, respondo:

—De todo tipo. Quiero ser como Awkwafina, que fue una estafadora en una película de atracos femenina, la mejor amiga extravagante en una comedia romántica y una chica que descubre su identidad chinoestadounidense en una galardonada comedia dramática familiar. Sobre todo, esta última. The Farewell es una de mis películas favoritas.

Fui a verla sola y no estaba preparada para la forma en que esa película me rompió el corazón para volver a recomponerlo. Ni siquiera llevé pañuelos, lo cual fue un error por mi parte porque el tráiler ya me había hecho llorar. Por fortuna, dos simpáticas señoras mayores blancas de la fila de delante me dieron varios pañuelos antes de que empapara demasiado mis mangas.

Eilene sonríe.

—The Farewell también es una de mis favoritas. Esa película es una de las razones por las que creo que puedo ser directora y hacer las películas que yo quiera.

Awkwafina es buena en todo lo que hace, pero en The Farewell, como Billi, una joven estadounidense de origen chino que regresa a China con su familia para visitar a su abuela moribunda, está francamente brillante. Estoy segura de que una de las principales razones por las que la interpretación de Awkwafina fue tan buena fue por Lulu Wang, la cineasta chinoamericana que escribió, dirigió y luchó contra un Hollywood blanco para defender su visión de la película. Eilene dice que ese es el tipo de película que quiere hacer, y yo quiero participar en ella.

Entonces, formula la única pregunta que me hace titubear:

—¿De dónde es tu familia? ¿De la China continental? ¿De Taiwán o de algún otro lugar?

Trago el agua mineral demasiado rápido y empiezo a toser. Ella espera con paciencia mientras me seco los labios con la servilleta de tela.

—De la China continental.

La tensión me recorre la columna vertebral mientras espero a que Eilene pregunte de qué provincias y ciudades.

Me lanza una mirada penetrante y cambia de tema:

—¿Sabes por qué te han elegido para interpretar a Sonia?

Niego con la cabeza. Eso es justo lo que me he estado preguntando yo desde que me llamó mi agente, hace casi dos semanas.

—Pensé que se lo darían a Vivienne.

Es evidente que Jake Tyler quería que Vivienne interpretara a Sonia, y no creo que ella lo rechazara.

En la boca de Eilene se dibuja una sonrisa burlona.

—Las salas de espera de los castings tienen fama de tener las paredes finas.

—Si Jake quería a Vivienne, ¿por qué me he llevado yo el papel de Sonia?

—Para responder a esa pregunta, primero tengo que explicarte por qué me incluyeron en este proyecto. Los productores previeron una reacción negativa cuando contrataron a un guionista y a un director blancos para una nueva versión de M. Butterfly o, mejor dicho, se les indicó que previeran una reacción negativa por parte del público. —Esta vez, los extremos de su sonrisa resultan afilados—. Me trajeron para que tuviera… —Hace una pausa, como si estuviera buscando una frase políticamente correcta para describirlo.

—Una participación simbólica —termino la frase por ella—. Te trajeron para darle autenticidad a la película.

Hago un gesto en el aire con los dedos que imita unas comillas cuando digo la palabra «autenticidad».

Arquea las cejas.

—Ah, lo entiendes. Quizá también comprendas que quería una actriz estadounidense de origen chino para el papel.

Recuerdo que Jake le preguntó a Eilene: «¿Qué importa eso?» después de la audición de Vivienne, y ella respondió: «¿No estoy aquí por eso? ¿Para decirte lo que importa?». Todo encaja. Vivienne es estadounidense de origen vietnamita, y lo más probable es que Eilene le dijera a Jake que es importante que una actriz estadounidense de origen chino interprete a un personaje de los mismos orígenes. Y, por supuesto, Jake no entendió el porqué. Tal vez pensara que todos los asiáticos somos iguales.

—¿Fui la única actriz chinoestadounidense que consiguió una segunda prueba?

—No, de hecho —contesta Eilene—, de las otras dos actrices que se presentaban para el papel, una era vietnamita y la otra era china, como tú. Pero tú eras a quien yo quería. —Se inclina hacia delante y me mira fijamente—. Entiendes el personaje de Sonia.

Me remuevo incómoda en el lujoso sofá de cuero. De ninguna manera puedo confesar lo que de verdad pienso del personaje de Sonia.

—Ah, claro.

—Y, al entender a Sonia —continúa, sin apartar los ojos de los míos—, comprendes por qué necesita cambiar.

El camarero llega con una incesante procesión de platos pequeños. La comida que tenemos ante nosotras es magnífica, pero no puedo concentrarme en la impresionante variedad gastronómica porque todavía estoy asimilando lo que acaba de decir Eilene.

Cuando el camarero se marcha, le pregunto:

—Así que… ¿qué esperas que haga exactamente?

En lugar de responder, Eilene utiliza sus palillos chinos para deslizar en mi plato un trozo de pescado rojo brillante adornado de forma muy bonita.

—Las actrices asiáticas no lo tenemos fácil, a veces tenemos que comprometernos a ciertas cosas para conseguir papeles. —Hace una mueca amarga—. Quizá pensar que te estás vendiendo te haga sentir mejor.

Se sirve a sí misma.

—Y, aun así, una vez una actriz de Hollywood, de cualquier origen, no solo asiático, alcanza cierta edad, los papeles escasean.

—Todavía debe de haber roles para alguien como tú, alguien con tu talento. —Hago una mueca de asombro, porque eso es muy ingenuo y, en realidad, sé que no es así.

Eilene rechaza mi comentario con un gesto de la mano:

—De todos modos, ya era hora de pasar página. —Me hace una seña para que coma—. Siempre he querido dirigir, pero el problema es que nadie quería arriesgarse conmigo. Entonces llegó esta película, y necesitaban a un codirector chino para… lograr autenticidad…, como has dicho con tanta exactitud. —Deja los palillos sin probar bocado—. El problema es que Butterfly es una completa estupidez.

El sashimi es suave como la mantequilla y lo agradezco, , de lo contrario, me habría atragantado mientras comía al oír las palabras de Eilene.

—¿Estupidez? —repito en voz baja.

—Vamos, no finjas que no lo es —añade con una sonrisa—. Aunque entiendo por qué vacilas a la hora de decir lo que piensas. Yo también fui una actriz joven como tú. En esta industria no es fácil mantenerse fiel a una misma, en especial si eres una mujer asiática, pero es lo que hay que hacer para llegar a ser una gran actriz, de verdad.

Asiento y, a duras penas, consigo no comportarme como una empollona y tomar apuntes en mi teléfono sobre lo que está diciendo.

—Necesito que esta película salga adelante. Y, al paso al que va ahora, parece que no va a ocurrir —explica en voz baja—. Así que, con respecto a lo que quiero que hagas: quiero que te conviertas en una gran actriz.

Eso es fácil decirlo, pero no hacerlo. Además…, ¿a qué se refiere con eso?

Levanta su copa hacia mí.

—Juntas nos haremos con esta película.

Oh, mierda. No sé lo que esperaba, pero no era esto. Eilene Deng me está pidiendo que me «apodere» de Butterfly con ella.

Heredera por sorpresa

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