Читать книгу Caminos cruzados - Diego Goldemberg - Страница 14
ОглавлениеCapítulo 7
Diego cambia la yerba del mate que para esa altura del día ya estaba lavado. Se sienta, lo mira serio a Roberto y entre dientes dice: 1981. Roberto agarra su grabadora rápido, la enciende con gran oficio de periodista y le dice ¿Perdón? ¡No te entiendo! Diego lo vuelve a mirar con la vista detenida. En tiempo pasado le repite 1981, esta vez mucho claro y continúa. 11 de marzo de 1981 ¿Qué pasó ese día? le preguntó Roberto. En esta misma casa ese día a las 17 horas aproximadamente había un chico que en ese momento tenía 12 años discutiendo con su padre. El chico quería ir a andar en bicicleta y el padre le dijo que no. Quedate que no me siento bien. El chico le pidió a su padre acompañarlo al médico y éste se negó. Cada vez que el chico le pedía permiso para salir, el padre le repetía lo mismo. Después de la cuarta vez de insistirle de ir al médico y éste negárselo el chico le dijo: ¡si no querés ir al médico es por qué no te sentís tan mal y simplemente no me querés dejar ir a andar en bicicleta!. El padre acepta el pedido de su hijo, pero cuando el niño sale con su bicicleta el padre se dirige hacia la vereda a sentarse en un porche que tiene la casa en la entrada. El chico da una vuelta a la manzana con sus amigos con la felicidad que le generaba andar en bici pero cuando está llegando a la esquina escucha los gritos de los vecinos y transeúntes. Al no saber que pasaba se acercó con sus amigos y vió a su padre tirado en la puerta de su casa. Había muerto de un paro cardíaco delante de su cara. Pero, ¿Vos que hiciste? preguntaba Roberto. Por favor no me interrumpas le pidió Diego. Yo que podía hacer con 12 años. Estaba solo. Mi madre no se encontraba y mi hermano tampoco, solo estaban los vecinos que llamaron a una ambulancia, la cual tardó una eternidad en llegar y yo con 12 años que solo podía observar la situación como si fuese una película de terror o una pesadilla. Ese fue el primer gran cachetazo que me dió la vida.