Читать книгу Tratados de crítica literaria - Dionisio de Halicarnaso - Страница 9

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1 La estancia de Dionisio en Roma se extiende desde el año 30 al 8 a. C.; esto es, coincide con los primeros años del reinado de Augusto. Dionisio, pues, comienza con un elogio de la nueva etapa imperial; pero este encomio tácito a Augusto no es solo un acto de obligada cortesía política, sino un reconocimiento de gratitud hacia la ciudad que tantos beneficios le dio y en donde triunfaban los gustos literarios que él defendía (cf. Hist. Rom .I 6, 5).

2 Personaje desconocido a quien dedica todo su extenso trabajo Sobre los oradores áticos (= Or. ant., Lis., Isóc., Iseo y también el Dem .; cf. ibídem §§ 13, 4 y 7, y especialmente 49, 2; 58, 5); también le dedicará dos cartas (Pr. Ameo y Seg. Ameo; véase la Introducción, apartado 1.).

3 El término politikoì lógoi es de gran complejidad (remitimos a la extensa n. ad locum de G. AUJAC ); pero, simplificando, podemos decir que se alude con él a todo discurso público de interés general, sinónimo de «oratoria», por oposición a idiōtikoì lógoi , discursos de interés privado y sin valor literario (cf. Dem. 13, 4; 56, 4): eran discursos improvisados entre familiares y amigos o sobre asuntos judiciales de poca importancia (como ejemplo, cf. LONGO , Dafnis y Cloe II 15, 2-3; 16, 1-3). Dentro de los politikoì lógoi podemos distinguir los tres géneros tradicionales: el género judicial (dikanikòn génos ), el deliberativo (symbouleutikòn o dēmēgorikòn génos ) y el epidíctico o de aparato (epideiktikòn génos ). Pero también con el término politikoì lógoi se alude a los «discursos ficticios», esto es, aquellos que nunca fueron pronunciados realmente ante un público, por oposición a los que sí lo fueron, los denominados «discursos verdaderos» pronunciados en debates reales (alēthinoì agônes; cf. Lis . 6, 1 y 3; Dem . 30, 3; etc.). Así pues, politikoì lógoi son los discursos que encontramos en las obras de autores como Platón (cf. Dem. 23, 10 ss.), Heródoto (cf. Dem . 41, 4), Tucídides, etc.; e incluso en oradores como Isócrates, que nunca habló en público (cf. Isóc . 1, 2-3).

4 La oratoria filosófica, sinónimo de filosofía política (cf. infra § 4, 2 y n ), era la clase de oratoria que enseñó Isócrates y con la que DIONISIO se identifica plenamente en esta primera etapa (cf. Isóc . 4, 4 ss.; véase también la Introducción, apartado 1.).

5 Efectivamente, con la muerte de Alejandro Magno acaba el gran esplendor de la literatura clásica en todos los géneros. En cuanto a la retórica, Demóstenes, el mejor orador griego, murió en el 322 a. C., un año después de Alejandro; Esquines murió en el exilio algo más tarde, hacia el 314; y Dinarco, el último de los grandes oradores, murió hacia el 290 a. C. Después de Alejandro la oratoria griega entra en un gran declive y no hay figuras destacadas hasta la segunda sofística. Entre Esquines y Nicetes de Esmirna, contemporáneo de Nerón, ¡casi cuatro siglos!, FILÓSTRATO sólo cita de pasada a tres: Ariobarzanes de Cilicia, Jenofrón de Sicilia y Pitágoras de Cirene (cf. Vida de los sofistas 511). A esta brevísima lista sólo habría que añadir a Hegesias de Magnesia, máximo representante del asianismo (véase la Introducción, apartado 1.), a Hermágoras de Temnos, a Apolonio Molón, a su maestro y paisano, Megacles de Alabanda, a Apolodoro de Pérgamo, a Teodoro de Gádara y a algún otro de los rétores que enseñaban en Roma (cf. QUINTILIANO , Inst. orat . III 1,16; etc.).

6 Se refiere a la corriente asianista (véase la Introducción, apartado 1).

7 Este símil de las dos mujeres recuerda el célebre mito de Heracles en la encrucijada que contó Pródico (cf. JENOFONTE , Recuerdos de Sócrates II 1, 21-33).

8 Esta referencia a la Musa ática justifica la prosopopeya del pasaje. Pero la única mención a la Musa ática la encontramos referida a Jenofonte, a quien llamaban la «Musa ática» por la dulzura de su expresión (cf. DIÓGENES LAERCIO , II 57). En efecto, ninguna de las nueve musas, cuyos nombres se remontan a HESÍODO (cf. Teogonía 77-78), se conocía con este nombre, y ninguna de ellas se ocupaba de la retórica. La atribución de un arte a cada musa era aún confusa e incompleta en tiempos de PLATÓN (cf. Fedro 259c-d); e incluso a HORACIO , un contemporáneo de Dionisio que, a la manera de Hesíodo, se declara «sacerdote» de las musas (cf. Odas III 1), unas veces le inspira Melpómene (cf. Odas I 24; etc.), otras Clío (cf. Odas I 12), otras Calíope (cf. Odas III 4) y otras Euterpe y Polimnia (cf. Odas I 1).

9 Regiones de Asia Menor muy atrasadas culturalmente en las que el asianismo tenía una preponderancia absoluta (cf. § 2, 4). Curiosamente la patria de Dionisio, Halicarnaso, ciudad griega enclavada en la antigua Jonia, se convirtió en la capital de la Caria cuando el sátrapa Mausolo trasladó allí la capital de su reino; después la Caria y Halicarnaso pasaron a formar parte del reino de los Ptolomeos y finalmente de Roma. Pero Dionisio reniega de la Caria y se considera tan griego y tan jonio como su paisano Heródoto. Con esta alusión al mal gusto imperante en Misia, Frigia y Caria Dionisio parece estar parafraseando a CICERÓN (cf. El orador 25).

10 Píndaro, poeta lírico de Tebas (c. 518 - 436 a. C.), compuso hermosos epinicios a los campeones de los juegos atléticos, cantos corales, etc. En cuanto a la opinión de DION . HALIC . sobre su estilo cf. Dem . 7, 7; 26, 3-4; 39, 7; Comp. 22, 10 ss.; Im . 2, 5-6.

11 PÍNDARO , Fr . 159 SNELL .

12 La teoría de una regeneración cíclica del mundo y de la historia es reflejo de la vieja creencia en la conflagración universal, ekpýrōsis , y en un posterior renacimiento del mundo, palingenesía . Se remonta a EMPÉDOCLES , que habla de una doble generación (génesis ) y una doble desaparición (apόleipsis; cf. Frs . 17 y 35 DK); también fue defendida por HERÁCLITO (cf. Frs . 30, 31 y 65 DK; ARISTÓTELES , Acerca del cielo 279b16), los pitagóricos (cf. Fr . 14.1 DK; PLATÓN , Político 269c-d), los estoicos (cf. EPICTETO , III 13, 4; MARCO AURELIO , X 7; XI 1; etc.) e incluso por Epicuro (cf. DIÓGENES LAERCIO , X 73).

13 Dionisio alude a los cambios en los gustos literarios impuestos por personas relevantes, en este caso los magistrados romanos. Así pues, tres son las posibles causas de este cambio: una divina, otra natural y otra humana.

14 Los filósofos, a diferencia de los oradores, se agrupan en escuelas para practicar la filosofía. Aquí parece referirse a los estoicos, la escuela con la que Dionisio parece identificarse más (véase la Introducción, apartado 1.).

15 Aforismo griego que se encuentra por primera vez en Platón, que a su vez atribuye a Hesíodo (cf. HESÍODO , Trabajos y días 40; PLATÓN , Leyes 690e y 753e; República 377a; véase también ARISTÓTELES , Política 1303b 29; DEMETRIO , Sobre el estilo 122; LUCIANO , Hermotimo 3; y otros muchos autores como Plutarco, Filón, Galeno, Polibio, etc.); JÁMBLICO , sin embargo, la atribuía al propio Pitágoras (cf. Vida de Pitágoras 29, 162). En latín se decía «Dimidium facti, qui coepit, habet » (cf. HORACIO , Epístolas I 2, 40). El refrán castizo equivalente, tal como lo dice Cervantes, sería «El comenzar las cosas es tenerlas medio acabadas» (cf. CERVANTES , Don Quijote II 41 ).

16 El propio Dionisio es autor de una importante y voluminosa historia sobre la Roma antigua y se había documentado muy bien sobre el tema (véase la Introducción, apartado 1.). Contemporáneo suyo fue el historiador y geógrafo Estrabón. Pero es digno de notar la escasez de figuras importantes en la literatura griega, mientras la Roma de Augusto está en plena edad de oro: Propercio, Virgilio, Horacio, Tibulo, Ovido, Tito Livio, etc.

17 Una y otra vez Dionisio califica los discursos asianistas como «vulgares, cargantes» (phortikoí ), mientras que los aticistas son «amenos, agradables» (charíentes ). Sin embargo, no hay buenos oradores griegos en esta época: es necesario esperar a la segunda sofística.

18 No hay grandes figuras griegas en el campo de la filosofía que sean contemporáneas de Dionisio. Y, puesto que polemizó contra epicúreos y peripatéticos (véase la Introducción, apartado 1.), solo podría referirse al estoico Posidonio de Apamea (Siria), aunque este habría muerto unos años antes de la llegada de Dionisio a Roma.

19 El término griego es philánthrōpos , «filantrópico», que tiene un marcado carácter estoico. Por lo demás, estas palabras sobre la elección del tema recuerdan a las que Dionisio escribe a propósito de su obra sobre la historia de Roma (cf. Hist. Rom . I 2, 1).

20 Dionisio escribió con este mismo título un tratado, En defensa de la filosofía política (cf. Tuc . 2, 3), en el que defendía el concepto isocrático de oratoria (véase la Introducción, apartado 1). Este término griego, «politikḕ philosophía », también lo encontramos en su contemporáneo ESTRABÓN , I 1, 18; pero otras veces DIONISIO la llama «verdadera filosofía» (cf. Isóc . 4, 4) o también «oratoria filosófica» (en griego «philósophos rhētorikḗ »; cf. supra § 1,2; Pomp . 6, 5).

21 Sobre la originalidad de Dionisio al analizar el estilo de los oradores véase la Introducción, apartado 5.

22 Véase la Sinopsis al tratado Lis .

23 Véase la Sinopsis al tratado Isóc .

24 Véase la Sinopsis al tratado Iseo .

25 Véase la Sinopsis al tratado Dem .

26 Político y orador ateniense (c. 390 – 322 a. C.), incluido en el canon de los diez oradores áticos. Desgraciadamente su obra la conocemos por restos papiráceos. Dionisio no llegó a escribir el tratado sobre él (véase Introducción, apartado 3), pero sí unas líneas muy elogiosas en el Im . 5,6.

27 Orador ateniense (c. 389-322 a. C.) del que conservamos tres discursos completos y doce cartas espurias. Defendió la causa de Filipo y fue rival irreconciliable de Demóstenes, que consiguió enviarlo al exilio. Dionisio le concede el segundo puesto en la oratoria, pero en la cabeza de un pelotón muy alejado de Demóstenes (cf. Dem . 35, 3). Dionisio tampoco llegó a escribir el tratado sobre este orador (véase Introducción, apartado 3.), aunque sí conservamos unas breves líneas sobre su estilo (cf. lm . 5, 5).

28 La primera sección lleva el título de Sobre los oradores áticos I, compuesta por los tratados dedicados a tres oradores de la primera generación, el Lis ., el Isóc . y el Iseo . La segunda sección es el tratado Sobre los oradores áticos II, dedicada a tres oradores de la siguiente generación, Demóstenes, Hiperides y Esquines; pero sólo escribirá el Dem ., y de este tratado sólo pertenece a esta sección la primera parte (§§ 1 - 33 = Demóstenes -1), pues el texto siguiente (§§ 34 - 58 = Demóstenes -2), es un tratado que Dionisio escribió mucho más tarde. En cuanto a los historiadores sólo redactó el Tuc . (véase la Introducción, apartado 3).

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