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1. El contexto histórico - político

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En la producción de la obra literaria juegan un papel importante el lugar, época, condiciones, autor, causas…, acontecimientos externos vinculados a ella. Esto es tanto más cierto tratándose de una obra comprometida. Para el caso que nos ocupa es indispensable su consideración, si no, no se comprendería el porqué del poema. Es absolutamente necesario relacionarlo con el aspecto histórico – político en el cual se desenvuelve.

“El Gaucho Martín Fierro” (1º Parte) se editó en 1872 y “La Vuelta de Martín Fierro” (2º Parte) en 1879, tras la undécima edición de la primera. Desde entonces se ha seguido publicándolas juntas y formando un solo poema. Dos fechas que hay que tener muy en cuenta. Son dos momentos distintos de la vida argentina.

Cuando apareció el poema de Hernández con sus dos partes bastante distanciadas, nadie, excepto los pocos criollos que quedaban, concedieron importancia al hecho. No lo vieron desde el ángulo de la realidad histórico – social – política. Se limitaron a ponderar los elementos estilísticos que sin duda los posee ¿Motivos? – Son los que se trata de esclarecer. El revisionismo histórico cada día más en boga aportará luz sobre temas oscuros y develará muchos secretos ¿No será que los escritores coetáneos de José Hernández no quisieron escuchar sus versos porque les herían los oídos? A ellos que eran parte de aquella sociedad viciada, que preferían lo extranjero a lo autóctono. Que no podían aceptar que el gaucho fuese el representante de los valores nacionales, el alma de la argentinidad, “el héroe y civilizador de la pampa” , como lo proclamó Lugones en 1916, el fundador de la patria.

No, todo lo contrario. Los anti-argentinos aborrecieron al criollo, a la raza gaucha de sangre española, a su vida, sus costumbres, su lenguaje. Ninguno de aquellos gauchos que ofrendaron su sangre generosa para la construcción y defensa de su patria, jamás hubiera osado decir: “Los argentinos somos una raza bastarda, que no ocupa, sino que embaraza la tierra”. 16. Precisamente por esta época es Presidente de la República o por lo menos de Buenos Aires y algunas Provincias don Domingo F. Sarmiento. Y es el momento en que sale a la luz la Primera Parte del “Martín Fierro”. Hay en ella una alusión directa al Ministro de Guerra de la Nación el coronel Martín de Gainza, al que Martín Fierro en su rusticidad llama “Don Ganza”.

V. 954 – “Que le llamaban Don Ganza”.

El régimen de Sarmiento es el que consuma el proceso de ataque y disolución del gaucho iniciado en 1852 después de la caída de don Juan Manuel de Rosas. Hasta esa fecha dura la vida libre y feliz de los gauchos, la denominada Edad de Oro de la gauchesca.

V. 205 – “Ricuerdo! Qué maravilla!
Cómo andaba la gauchada,
Siempre alegre y bien montada
Y dispuesta pa el trabajo…
Pero al presente… barajo!
No se la ve de aporriada”.

Habían sido dueños de pampa y cielo durante dos siglos. En la época española fueron los protagonistas de la lucha del hombre contra la naturaleza, los que animaron los trabajos de las estancias, los que anduvieron tras las reses y en las carretas, los que comerciaron los cueros vacunos. Tenían su cultura, su idiosincrasia, sus costumbres, su folklore literario 17. Más tarde hombres de la ciudad se inspirarán en todo esto que constituyó el complejo cultural del cuero de esa sociedad o grupo folk, para componer una literatura folklórica o gauchesca. Pero este punto lo trataremos luego.

Vinieron después las guerras de la Independencia y allí en los campos de batalla estuvo el gaucho peleando bravamente casi sin saber para qué y por una causa que no le reportaría ningún beneficio personal y en la cual solamente entendían unos pocos hombres de Buenos Aires. Para él el cambio de gobierno no significó nada; el advenimiento de otro amo, acaso el comienzo de su ruina. Acabado el período revolucionario sobreviene el último florecimiento y prosperidad del gaucho entre 1835 y 1852 mientras gobierna Rosas en Buenos Aires, ya que no se cumplió inmediatamente el deseo expresado por Martín Fierro de que “otro criollo llegase al poder”.

Después de lo cual comienza la decadencia y el aniquilamiento. Todo se desmorona en los penosos años de la Organización Nacional. Este intento comienza el 3 de febrero de 1852 cuando don Justo José de Urquiza, El Supremo Entrerriano, gaucho también, vence al Ilustre Restaurador de las Leyes en Caseros comandando el Ejército Grande Aliado Libertador.

De más está decir que todos los ejércitos estaban formados por gauchos. Ahora impera la duda entre el gauchaje. ¿A quién creer? ¿A Urquiza que acaba de quitarles a su protector, o al nuevo grupo dirigente de Buenos Aires encabezado por el gobernador Valentín Alsina, el ministro coronel don Bartolomé Mitre, Pastor Obligado, Vélez Sarsfield, Varela y Sarmiento? 18. Se producen algunos choques armados entre Buenos Aires y la Confederación Argentina. Urquiza es su 1º presidente de acuerdo a la Constitución de 1853 y tiene su sede en Paraná que es capital de la República durante algunos años. Pero Urquiza fracasará en su intento de organización nacional.

Mitre es el hombre fuerte de Buenos Aires y si necesita ayuda para triunfar podrá conseguir la del extranjero, de Uruguay, Brasil, e incluso de Europa. El mitrismo apoyado por los terratenientes porteños acepta la unión nacional pero no desde Paraná, sino desde Buenos Aires y sin Urquiza. El enfrentamiento es claro: el centralismo de Buenos Aires contra la Confederación o sea las Provincias. No fue una cuestión de porteños contra provincianos ya que un grupo de aquellos se oponía al mitrismo y buscaba la unidad nacional a través de su periódico “La Reforma Pacífica” y en ocasiones alistándose en las filas del ejército de la Confederación. Lo formaron Nicolás Calvo, José y Rafael Hernández, Miguel Navarro Viola, Carlos Guido y Spano, Félix Frías y otros.

Sin embargo, la guerra de la inteligencia se pierde. Los opositores de Mitre son tachados de anarquistas y eliminados los principales.

Mitre publica en su periódico “Los Debates” el proyecto de separación definitiva de Buenos Aires constituyéndose en un Estado independiente de la Confederación, con el nombre de República del Plata.

La campaña de Buenos Aires sostiene las viejas ideas federales aunque no gana las elecciones de la gobernación el Partido Federal porque el oficialismo echa mano de métodos fraudulentos. Impotentes escritores y políticos federales abandonan Buenos Aires y remontan el Paraná para ponerse a las órdenes de Urquiza.

El 23 de octubre de 1859 se libra la batalla de Cepeda: Buenos Aires frente a la Confederación, Mitre frente a Urquiza. Momentáneamente vence el ejército confederado de Urquiza que obliga al gobierno de Buenos Aires a declararse parte integrante de la Confederación Argentina.

En 1860 Urquiza deja la presidencia de la Confederación en manos de Derqui y Buenos Aires coloca de gobernador a Mitre. La mala táctica de Derqui y una serie de maniobras del general Mitre lo ponen en condiciones de dar el golpe definitivo 19.

Lo más indignante para las Provincias era que Buenos Aires obraba con autonomía propia; ella comerciaba con el extranjero, defendía sus intereses portuarios y protegía sus grandes capitales. Buenos Aires promovía la inmigración europea e iba absorviendo todas las novedades que venían de afuera. Ella era la única que podía progresar, la única ciudad “civilizada”.

Hechos luctuosos se suceden. Tiempo atrás había sido asesinado Jerónimo Costa el defensor de la isla de Martín García cuando fue atacada por la flota de guerra francesa. Después caía muerto de igual forma Nazario Benavídez ex gobernador de San Juan. Y ahora, nuevamente en San Juan, matan al gobernador coronel don José Virasoro. Es que el gobierno centralista de Buenos Aires ya ejerce su influencia en las Provincias; sin embargo este no es sino el comienzo. Buenos Aires irá extendiendo sus tentáculos como un pulpo hasta dominar la situación. Nuevamente los dos ejércitos están apostados frente a frente en las inmediaciones del Arroyo Pavón. Influencias extrañas parecen haber decidido la suerte última antes del combate, ya que aún no se ha dilucidado el enigma que encierra la claudicación de Urquiza en el momento culminante de la batalla aquel 17 de septiembre de 1861 20.

La retirada humillante del ejército de la Confederación abre las puertas a la acción del general Mitre y de su partido.

La Confederación Argentina muere como organismo el 12 de diciembre de 1861. Los diputados del Congreso vuelven a sus provincias que reasumen su soberanía local.

Mucha sangre inocente de gauchos se ha derramado en vano con el único resultado de retrotraer la vida institucional del país a 1820 y de favorecer una minoría oligárquica que ve cumplidos sus deseos.

El general Mitre dirigido espiritualmente por Sarmiento ocupa militarmente las provincias no adictas y comienza la persecución de los caudillos “bárbaros y salvajes”. La consigna de Sarmiento es bien clara: “No trate de economizar sangre de gauchos, éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos” 21.

La invasión de las provincias se efectúa con tropas a las órdenes de generales y coroneles uruguayos. Domingo F. Sarmiento es puesto como Gobernador de San Juan. Téngase en cuenta que Mitre es sólo un general Gobernador de Buenos Aires. El ejército “civilizador y pacificador” de Buenos Aires pasa por las armas a varios cabecillas opositores. La lucha tiene un cariz bien definido: la oligarquía porteña y provinciana contra el pueblo, Mitre y Sarmiento contra los caudillos y sus montoneras. De entre los caudillos se destacó “El Chacho”; valeroso caudillo riojano que morirá asesinado por las tropas mitristas.

Así son sometidas las provincias una tras otra y ahogados sus gritos en sangre.

Pero he aquí que de improvisto en Buenos Aires frente a la figura de Bartolomé Mitre se levanta la de Adolfo Alsina y quedan formados dos partidos, los “cocidos” y los “crudos”, antiguos unitarios y federales.

El partido del general Mitre, los “cocidos”, sigue siendo el partido de la “civilización”, de las “Luces”, de la “oligarquía”, el que apoya al Partido Colorado del Uruguay; el que realiza junto con el gobierno brasileño la guerra contra el Paraguay desde 1865. Las atrocidades de Paysandú y las cometidas en el suelo argentino. Mitre ostenta el título de Presidente de la República, aunque pronto habrá elecciones. Sarmiento, embajador en Estados Unidos, promueve su candidatura y comienza la lucha encarnizada contra A. Alsina. En 1868 Sarmiento ve satisfecha su máxima aspiración; desde el sitial de la presidencia podrá dar cumplimiento a todas sus teorías; sin embargo deberá vencer la oposición de muchos contrarios a su política. Importa nuevas ideologías de Estados Unidos; importa gente, inmigrantes sobre todo italianos que vienen a hacer producir las tierras de los latifundistas. Así el gaucho es suplantado por el europeo en las tareas del campo. Crea el Banco de la Provincia que da cuantiosas ganancias a los ricos prestamistas. El Partido Liberal, antiguo Partido Unitario, con Sarmiento al frente, se enriquece día a día. La pampa fértil comienza a dar sus frutos y la tierra se valoriza. Los negocios de tierras están a la orden del día. Pero ¿quién cuidará de esas vastas extensiones ahora cultivadas por gringos y cuyos dueños residen en Buenos Aires? Habrá que reforzar la frontera con el indio e ir ganando palmo a palmo sus dominios, para consolidar las posesiones de los capitalistas. Pronto se soluciona todo con el establecimiento de una línea de fortines defendidos por gauchos reclutados en los pagos y llevados por la fuerza.

Las tácticas empleadas por la “oligarquía porteña”, “burguesía terrateniente argentina”, o “aristocracia vacuna”, les dieron excelentes resultados.

Sí, estas son las principales injusticias cometidas durante el triste período de la Organización Nacional, principalmente el del gobierno de Sarmiento el “más ilustrado de todos los presidentes”.

Por los años setenta Buenos Aires marcha por las vías del progreso que viene de Europa. Pero el país está muy pobre a causa de la sangría de la guerra del Paraguay. El pueblo sufre: las familias de criollos quedan destruídas, pues faltan los hombres que están luchando a muchos kilómetros de distancia y que muy probablemente no volverán más. Los que quedan son arriados a la frontera para defender las tierras de ricos. A ellos se los trata duramente, se les priva de la libertad, se les despoja de los bienes, de la mujer y de los hijos. Se les persigue si se insubordinan o si desertan.

En fin, podríamos seguir el relato del contenido del “Martín Fierro” que José Hernández escribe por esta época, en 1872, como dijimos.

Mitristas, Sarmientistas y Alsinistas están en pugna, pero se unen para formar un frente común ante el caudillo López Jordán, ya de los últimos. Con su aplastamiento Buenos Aires confirma su dominio sobre el país. En 1875 es presidente don Nicolás Avellaneda. El Partido Autonomista Nacional de Alsina controla la situación política. Sobrevienen años de tranquilidad y progreso. Concluyeron las luchas fratricidas de la Organización Nacional. Se extienden los dominios sobre el desierto ocupado por el aborigen a quien se doblega totalmente en 1884. Es el período de la pacificación.

En este nuevo ambiente muy distinto del anterior Hernández edita la 2º parte de su “Martín Fierro” en 1879. Los negros nubarrones de la política nacional van desapareciendo. El mismo ocupará altos cargos públicos y tendrá ocasión de defender sus principios desde la tribuna oficial.

V. 4975 - “Las cosas no son como antes
Tan enredadas y feas”.

Sin embargo, ya es demasiado tarde; no se puede rehacer lo destruido; no se pueden quitar los alambrados que dividen los campos, ni reconstituir los hogares, ni reimplantar las costumbres criollas. El gaucho como clase social ya no existe; degenera en el “guapo”, el “guarango”, el “compadre”, el “orillero”. Y Hernández transmite el proceso de descomposición. El final es la disolución:

V. 7097 – “Después a los cuatro vientos
Los cuatro se dirigieron”.
V. 7107 - “Convinieron entre todos
En mudar allí de nombre”.

En ningún momento temió defender, como periodista y como escritor, al gaucho, como tampoco ahora se avergüenza de que lo llamen el Senador Martín Fierro.

Se discute el problema de la sede federal del gobierno. Aunque como dice Ezequiel Martínez Estrada “el problema político se había metamorfoseado, como el de las fuentes de producción, y de político se hizo económico; pero el nuevo avatar económico era la misma sustancia política, y la sede del gobierno federal (en cuyo asunto intervino José Hernández) y la distribución de la riqueza, el mismo antiguo problema de la hegemonía de la metrópoli sobre las provincias, y de las ciudades contra las praderas y el desierto” 22.

La guerra del Paraguay concluía, si bien es cierto que más tarde vendría la guerra con Chile.

José Hernández muere en 1886. Durante los últimos años del siglo XIX se produce una verdadera crisis económica a pesar del aparente progreso y lujo exterior. La grandeza era ficticia. La deuda interna y externa superabundante. La entrada de la “civilización” cobraba un caro tributo.

16 Domingo F. Sarmiento, “Obras Completas”, tomo 49.

17 Augusto Raúl Cortázar explica muy bien la diferencia entre “Folklore literario y literatura folklórica”.

18 Al hablar de gaucho en general nos referimos al habitante de la campaña bonaerense, si bien hubo gauchos en todo el territorio argentino no ocupado por el indígena.

19 De Paoli afirma que Mitre envió a Hilario Ascasubi como Ministro de Relaciones Exteriores a Europa con el fin de contratar técnicos militares y traer armamentos. “Los motivos…” Librería Huemul, Buenos Aires 1968, pág. 117.

20 Varios autores aseguran que eran las logias masónicas las que dirigían secretamente los designios de la historia argentina y a ellas obedecían Mitre, Sarmiento, Urquiza y muchos otros.

21 M. Ruiz Moreno, “La Presidencia de Derqui y la batalla de Pavón”, pág. 436, (En: De Paoli, ob. Cit. Pág. 142).

22 “Radiografía de la pampa”, Ed. Losada, Buenos Aires, 1968, 6º edic., págs.. 287-288.

El Martín Fierro como literatura de denuncia

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