Читать книгу El Martín Fierro como literatura de denuncia - Edgardo Miller - Страница 8
ОглавлениеA modo de Prólogo
En tiempos en que hasta la palabra está devaluada nos llega de la mano de José Miguel Viotto este profundo trabajo –su tesis doctoral- “El Martín Fierro como Literatura de Denuncia”. Escrito en 1972, tiene la frescura y la vigencia que el marco de la obra de Hernández le otorga. Viotto aborda el Martín Fierro desde la denuncia que el libro nos propone. Publicado en 1872, el poema nacional refleja la cruda realidad a la que se veían enfrentados los hombres enviados a la frontera. Es la protesta expresada a través de la vida de un gaucho, quien se vio forzado a resignar su libertad e individualidad frente a los cambios sociales y materiales que invadieron su querida Pampa. Podría haber sido escrita hoy por voceros de otros grupos de oprimidos en otras partes del mundo, y tal vez por esta razón, este poema tiene tal aceptación universal que ha sido traducido a muchísimos idiomas, haciéndolo disponible a más de la mitad de la humanidad. José Hernández, puso todo su empeño en defender a sus paisanos de las injusticias que se cometieron contra ellos, que es lo que precisamente viene a rescatar José Miguel Viotto.
El Martín Fierro narra la incorporación forzada del protagonista al ejército, la huida y su amistad con Cruz. Todo el poema está impregnado de denuncia social y encierra grandes verdades políticas como la falta de educación, la mala organización judicial y militar, la deficiencia de la policía rural y, sobre todo, un profundo resentimiento de la clase popular de campaña contra las clases urbanas. El lenguaje del libro es un claro exponente del habla rural.
Rodolfo Kusch 0 con motivo del centenario de la publicación del Martín Fierro en 1972 publica en las páginas del Suplemento Cultura y Nación del Diario Clarín de 9 de noviembre de ese año un estudio sobre el significado del canto en el Martín Fierro “El canto tiene en Martín Fierro una dimensión simbólica inusitada. Ya mismo en el texto se invoca antes de cantar a los santos del cielo y a Dios. Además muchos cantores, se dice, no llegaron al canto porque “se cansaron en partidas”, lo cual indica, que para cantar es necesario una especie de catarsis. El canto también está ligado a la vida humana, porque se nace cantando y se muere cantando, y siempre el canto está disponible para hacer “tiritar los pastos”. Incluso la índole del canto se asocia frecuentemente al manantial y, en general, a la fluidez y a la urgencia del cantar.
“Yo no soy cantor letrado // mas si me pongo a cantar // no tengo cuando acabar // y me envejezco cantando: // Las coplas me van brotando // como agua de manantial.”
Por otra parte, es curioso que a través de todo el poema no aparezca el oyente, aquel para quien se canta. ¿Qué significa entonces el canto en el Martín Fierro?
Para entender esto es preciso distinguir en el poema tres vectores de interpretación. Uno es la del poema en sí, como objeto dado delante de uno, que se compra de forma de libro en la librería o en los quioscos. Otro es el del actor al cual todos achacan las cosas puestas en el poema. Pero hay un tercero del cual nadie habló sino muy superficialmente, y es el gauchaje que lo solía comprar junto con la yerba y el tabaco en las pulperías. Este representa una tercera dimensión no tomada en cuenta por nuestra crítica. Entrar en él es encontrar recién la verdadera dimensión del poema, su valor total, porque si el gauchaje no hubiese hecho suyo el poema, nadie se acordaría hoy ni del Martín Fierro ni de José Hernández. Si esto no lo sabíamos antes es por la falsa orientación de nuestra crítica literaria que se ocupa de hombres y libros y no de la masa de lectores. Es un defecto del país, que también se da en la política. Sabemos de manifiestos y de figuras políticas, pero no del pueblo que sufre la política. ¿Es que el Martín Fierro expresa la gran paradoja de lo argentino? Como si dijera que todos, desde los gobernantes hasta nuestra vida privada rompemos la guitarra constantemente porque tenemos el canto de toda nuestra verdad pero no logramos crear el mundo con ella? ¿Será por eso que en lo cotidiano decimos “que´m’importa”, “para qué” o “no vale la pena” y cuando pensamos en grande examinamos qué pasó con nuestro país lo vemos con un largo silencio mantenido a través de 150 años sin canto y un mero decir? ¿Será que nuestro país no pudo decir su canto, aunque lo tiene, de tal modo que cuando en lo cultural o en lo político quisimos asumir nuestra verdad nos dio vergüenza, a no ser que recurriéramos a la misma agresión que necesita Martín Fierro en los primeros versos del poema para justificar su canto? Pensemos en unos pocos ejemplos: Yrigoyen, el peronismo, nuestra habla cotidiana, el pueblo en general o nuestra vida misma de todos los días, nuestra situación actual, nunca logran decir toda la verdad y siempre son rechazados. Siempre, junto al exceso de verdad, la imposibilidad de concretar el canto.”
Es en este contexto que José Miguel Viotto trabaja arduamente en Madrid, España, en su tesis doctoral colofón de su Doctorado en Literatura Hispánica en la Universidad Complutense, también en el marco del centenario de la obra de Hernández. Treinta y ocho años después esta tesis doctoral se convierte en el cuarto libro de José Miguel Viotto, le preceden tres poemarios “Versos Caseros” (1999), “Nueva Arcadia” (2000) y ¿Tierra en los Ojos? (2002). Su vida ha sido la docencia, hoy a los 71 años sigue trabajando como profesor de literatura y Director de la Escuela de Enseñanza Media Nº 5 de la ciudad de Luján.
Podría señalar sin temor a equivocarme que esta es la obra de mayor envergadura literaria que José Miguel Viotto ha publicado. Sé que su pretensión es que se convierta en un libro de consulta en escuelas y universidades, porque desde su óptica ese éxito es el premio mayor y no otro.