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Marcada por la guerra, que ha sacado a la luz «la indescriptible, no solo moral y religiosa, sino también filosófica, miseria de la humanidad»40, la ética del periodo de Friburgo se desarrolla en los dos niveles de reflexión ya señalados en las lecciones de 1911: uno eidético-descriptivo y otro metafísico-especulativo. En el primer nivel, se ubican los ensayos sobre la Renovación así como las lecciones de Introducción a la ética que aquí traducimos, textos en los que la reflexión husserliana apunta a la idea de una ética pura de la personalidad y del deber categórico de la mejor vida posible como fundamento de la ética en tanto disciplina técnico-norma-tiva, es decir, orientada prácticamente. Al segundo nivel pertenecen los textos en los que que, sobre la base de la de ética pura y pese a la facticidad que escapa a toda racionalización, Husserl reflexiona sobre la posibilidad de la existencia de una humanidad y un mundo auténticos en las figuras de una monadología trascendental y del telos de una comunidad del amor. Este es el caso de los textos de la «ética tardía» publicados en el volumen XLII de la Husserliana, el cual incluye textos de la década de los años treinta en los que Husserl retoma el concepto de ética desde un punto de vista práctico41.

Como recuerdan los editores de dicho volumen42, Husserl renuncia a la tarea de establecer una jerarquía material y a priori de las clases de valores o bienes, porque, como señala en la lección de Introducción a la filosofía de 1919/1920, si hubiere una preferencia incondicional por una clase de bienes en particular, ello significaría que, pese a ser buenos en sí, el resto fundaría fines negativamente valiosos, lo que no es el caso de nuestra práctica cotidiana43. Sin embargo, hay que señalar que, en el último capítulo de estas lecciones, Husserl todavía plantea la necesidad de investigar el orden jerárquico de las clases fundamentales de valores, es decir, aquellos buscados por sí mismos, y no deja de preguntarse si los valores éticos son superiores a los extraéticos44. En todo caso, se mantiene la pregunta sobre cómo interpretar la ausencia de una posición definitiva sobre la cuestión de la jerarquía de valores dada la necesidad de no excluir el aspecto material de la ética. Al respecto, hay que decir, en primer lugar, que, como se ha señalado45, y tal como indica Husserl en el libro primero de Ideas46, en relación con la lógica formal, la axiología y la práctica formales son ontologías materiales, pues la distinción formal-material puede orientarse de diversas maneras47, de modo que se trata de una distinción relativa. En segundo lugar, en esa misma lección de Introducción a la filosofía, Husserl reconsidera la objeción que Geiger le hiciera en 1909 sobre lo ridículo que sería exigirle a una madre que delibere si alentar a su hijo es la mejor de las posibilidades de su esfera práctica48. Lo que motiva esta reconsideración es el descubrimiento del llamado de los valores de amor, «amor auténtico» que Husserl describe ahí como «un decidirse desde el centro más íntimo del yo»49. En la ética de Friburgo, el amor parece tener la función de un principio de individuación: «Soy el que soy y la particularidad individual se muestra en que yo, como el que soy, precisamente amo como amo, en que precisamente me llama esto y no aquello»50. Así pues, además de los valores que pueden ser absorbidos, sean buscados por sí mismos o en tanto medios, Husserl descubre valores que no pueden ser absorbidos en un cálculo axiológico, sino solo sacrificados en cuanto conciernen a la individualidad de la persona.

En relación con ese descubrimiento, hay que señalar que el lugar que ocupa Brentano en el periodo de Gotinga, lo ocupa Fichte en el periodo de Friburgo. Como se sabe, en 1917 y 1918, Husserl dicta tres lecciones sobre el «El ideal de humanidad de Fichte»51 para los excombatientes de la Guerra. En ellas se puede apreciar cómo, atraído por el sentido ético y religioso del idealismo fichteano52, Husserl resalta el papel del amor puro y los valores absolutos en la determinación personal de un deber absoluto como realización de la vocación y de una vida feliz. Más aún, en el último capítulo de las lecciones que aquí traducimos, Husserl mismo se lamenta por no haber llegado a desarrollar el parentesco de su concepción de la ética con la de Fichte53.

Hay otra diferencia entre las lecciones de ética de 1914 y las de 1920/1924 que es decisiva para el desarrollo de las reflexiones husserlianas. En las lecciones de Gotinga, el acento está puesto en la fundación de validez ética mediante el establecimiento de las leyes eidéticas axiológicas y prácticas como posibilidades puras de un sujeto racional que valora y quiere en general. El siguiente pasaje resume el recorrido de esta fundación de validez (Geltungsfundierung): «De la consideración objetiva o noemática pasamos a la consideración de los actos y de su regulación, y de aquí llegamos, en una investigación sistemática autónoma, a una fenomenología pura de la razón evaluativa y volitiva, que se integra ella misma en la fenomenología universal de la conciencia en general»54. Posteriormente denominado «análisis estático»55, este proceder parte del objeto idéntico constituido para reducir o reconducir la mirada a los múltiples tipos de actos intencionales en que aquel es dado. Sin pronunciar juicio sobre su existencia, el fenomenólogo busca así hacer evidente la estructura a priori e invariante de la conciencia, corriente unitaria de vivencias intencionales. En el Excurso a las lecciones de 1920/1924, en cambio, Husserl distingue tanto «problemas morfológico-estáticos» como «histórico-genéticos»: «Los primeros son descriptivos y buscan proporcionar una descripción sistemática mediante conceptos de tipo formados científicamente, los segundos se ocupan del desarrollo en el devenir temporal»56. Mientras que con los análisis estáticos el fenomenólogo descubre la estructura de la fundación de los actos volitivos sobre los valorativos y la de estos sobre los actos cognitivos, con los análisis genéticos, el fenomenólogo busca reconstruir la historicidad del sentido del mundo circundante y del yo personal. Esto no quiere decir que la fundación de validez y la fundación genética (Genesisfundierung) estén desligadas una de otra, pues, como Husserl añade, en la medida en que la correlación entre las objetividades espirituales y la personalidad se enmarca en «la trama de la historia», toda descripción eidética de un tipo de objetividad espiritual remite esencialmente a ella como génesis de lo espiritual57. Así, sin romper con las lecciones de la preguerra, sino modificándolas a la luz de los análisis genéticos, en las lecciones que aquí presentamos, el acento pasa de una fundación de validez centrada en la objetividad de las leyes axiológicas y prácticas a una fundación genética de la ética centrada en el concepto de persona y del telos de una vida ética.

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