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Exhortación a la unión fraternal

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Temer a Dios y andar con él es privilegio y deber de todo médico. Se me mostró que Satanás asedia con sus tentaciones con mayor fuerza a los médicos que pertenecen a nuestro pueblo que a quienes no son de nuestra fe. La obra de Satanás consiste en fomentar el orgullo y la ambición, egoísmo y amor por la supremacía, para impedir esa fuerte unión fraternal que debiera existir entre nuestros médicos, la cual daría vigor a sus propósitos y contribuiría en gran medida a asegurar el éxito en todas sus empresas. Los médicos que creen la verdad debieran esforzarse por alcanzar la armonía en todas nuestras instituciones.

No debiera existir la rivalidad. Los desacuerdos y la rivalidad son más ofensivos aun para Dios cuando se manifiestan entre los médicos que entre los que aseguran haber sido llamados al ministerio; porque el médico piadoso es embajador de Cristo que debe llevar la palabra de vida a los sufrientes que están por despedirse de esta vida. Si posee sabiduría para hablar palabras oportunas que inducirán al sufriente a confiar en Jesús, podría ser el instrumento en manos de Dios para la salvación de un alma. Cuán firmemente resguardada debiera estar el alma del médico para que los pensamientos impuros y sensuales no encuentren lugar en ella.

Se me ha mostrado que se pierde mucho cuando los médicos de nuestra fe se apartan unos de otros debido a las diferencias que existen entre sus métodos de práctica médica. Debieran efectuarse reuniones para médicos, en las que todos pudieran dialogar juntos, intercambiar ideas y hacer planes para trabajar unidos. El Señor creó a los seres humanos para que fueran seres sociables y se propuso que fuéramos imbuidos con la naturaleza bondadosa y amante de Cristo. Quiso que por medio de la asociación mutua nos vinculáramos en estrecha relación como hijos de Dios, con el fin de trabajar para el momento presente y la eternidad...

Los médicos deben asesorarse mutuamente

Los médicos debieran realizar reuniones en el amor y el temor de Dios, para asesorarse y deliberar acerca de los mejores métodos de servir al Señor en este sector de su gran obra. Que unan todos sus conocimientos y habilidades para que puedan ayudarse mutuamente. Sé que existen recursos para lograr que actúen en armonía, sin que nadie siga su propio juicio independiente.–Carta 26a, 1889.

El ministerio médico

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