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Comienzan las vacaciones
ОглавлениеRyukari Kudo
Jugaba con el palo del helado que acababa de terminarme, moviéndolo de un lado a otro con ayuda de mis labios, mientras esperaba a que mi hermano y mis amigos salieran por esa gran puerta azul. El sol pegaba fuerte y hacía una hora que mis compañeros de clase se habían marchado a sus casas para empezar el verano.
Aunque sabía que no debía sentarme en el borde de la fuente central de la entrada del instituto, no podía evitarlo. Y no porque fuera travieso; simplemente, me gustaba sentarme en sitios raros y ahora mismo no veía a ningún profesor que pudiera regañarme. Y no solo eso: me gustaba sentarme en sitios altos tras trepar o directamente usando mis poderes para llegar hasta ellos. Mis cadenas de luz me hacían las cosas bastante más fáciles.
De hecho, en lo que respecta a ese tema yo lo tengo mucho más fácil que mis amigos y mi hermano. Ellos necesitan coger cosas que se parezcan a sus armas para hacerlas aparecer, pero yo puedo invocar mis cadenas con solo pensarlo muy fuerte. Es algo que siempre me ha llamado la atención. ¿Será porque soy más joven?
Mamá sí que es increíble. Es tan fuerte que puede saltar de un lado a otro, convirtiéndose en luz por unos segundos. Ojalá pudiera conseguir hacer eso ahora mismo. ¡No quiero esperar a hacerme mayor!
Ladeé la cabeza hacia la derecha tras oír el timbre y sonreí con mucha ilusión. ¡Por fin se habían acabado las clases!
Salté de donde estaba y me aparté un poco para que nadie pensara que estaba siendo malo otra vez sentándome donde no debía. Las voces de los chicos se iban acercando más y más hasta que las puertas se abrieron de golpe en solo cinco minutos. Decidí desviarme de la estampida. No quería ser arrollado y seguramente mis amigos se pararían a buscar a un niño de pelo azulado en cuanto saliesen. De hecho, soy el único niño de doce años que tiene el pelo azul y despuntado. Tenía que mentir diciendo que me lo teñía para que no sospecharan que era natural.
Menos mal que nadie se fija mucho en el círculo que tenemos en los ojos. Es muy bonito, rodea la pupila y brilla cuando llamamos a la luz. Me gusta mucho mirarme en el espejo y ver cómo se aclara un poco. A veces me tiro horas haciendo solo eso.
—¡¡¡Ryyyyyyyuuuuuuuuuu!!!
Giré la cabeza, buscando a quien me había llamado. En poco tiempo vi a mis amigos saliendo como podían por la puerta. Eona se acercó corriendo y me abrazó con alegría.
—¡Se acabaron las clases! —Se puso a dar saltitos mientras me cogía de las manos para que hiciera lo mismo. Yo no pude evitar contagiarme y salté con ella.
—¡Tres meses de vacacioneeeeeeees! —respondí entusiasmado.
—A nosotros aún nos queda ese baile —comentó Tim—, pero después seremos tan libres como tú.
—¿Es que no quieres ir? —pregunté extrañado—. A mí no me dejan por ser muy pequeño, pero parece algo divertido.
—Bueno, es… es algo como… —Parecía que le costaba explicármelo.
—Un protocolo estúpido —terminó diciendo Jacky, mirando distraídamente a un lado. Aún se la veía algo triste, así que preferí no preguntar.
—Estoy de acuerdo —secundó Jake. Jacky pareció sorprendida por el comentario.
—No le hagas caso, Ryu. Solo lo dice porque no ha parado de darle pisotones a Jacky y por eso ella también está de morros respecto al baile. —Eona se rio tras comentar lo que había pasado ahí dentro.
—¿Dónde está Manu? —preguntó Shad—. ¿Se ha ido sin despedirse?
Dannel nos indicó dónde estaba con un movimiento de cabeza y todos pudimos ver que la gente no le dejaba. Gritaban tan fuerte que seguro que no nos escucharía si le llamásemos. Jin entrecerró los ojos y se llevó la mano a la boca. Quizás tenía sueño.
—Bueno —comenzó a decir Tim mientras sacaba su móvil del bolsillo—, ¿algún voluntario para ir a por él? Quisiera seguir con la tradición.
—No puedes llamar tradición a algo que solo hemos hecho durante dos años —replicó Jake con su típico tono serio. A veces es un poco aburrido.
—¿La foto? —pregunté sonriendo—. ¿Vamos a hacernos otra foto de fin de curso?
Tim asintió y, sin perder un segundo, corrí hacia donde estaba Mannel para intentar sacarle de entre toda esa gente y traerle con nosotros. No tardarían en cerrar la puerta que daba al patio interior y allí están las gradas donde nos sentamos para la foto. Me colé fácilmente entre los mayores gracias a que era pequeño para ellos y le agarré de la mano.
—¡La foto! ¡La foto! ¡Tienes que venir ya!
Él me miró. Parecía algo molesto porque, como suele decir, solo sé cortarle el rollo porque soy demasiado crío, pero esta vez no había excusa que valga. Aunque para Jake no suponga una verdadera tradición porque llevamos poco haciéndolo, para mí tiene mucho significado. Será otra foto más del grupo que podré tener en mi álbum de recuerdos. Accedió a venir a regañadientes mientras tiraba de su mano para sacarle de allí. Tenía que encorvarse un poco porque para mí es bastante alto.
—Tanta prisa para dos segundos —se quejó, pero no le di importancia. Tenía todo el verano para hacer lo que quisiera.
Una vez estuvimos todos, nos encaminamos hacia las gradas. Yo fui el primero en llegar y tuve que contener mi alegría para que el tribal de mi brazo no brillara demasiado por debajo de la cinta negra que lo tapaba. No es la primera vez que Jake me regaña por no tener el suficiente cuidado con esas cosas y yo sigo sin entender por qué hay que esconderse. ¿Acaso es malo ser distinto? Eona sabe nuestro secreto y nunca ha pasado nada.
—¡Vamos, vamos! —animé al resto mientras subía a la parte superior de las pequeñas gradas en varios saltos.
Poco a poco se fueron colocando mientras Tim preparaba la cámara del móvil sobre una columna que había delante de donde nos sentamos, a la altura de la cintura. Seguro que él también estaba contento, porque no paraba de sonreír. Intenté ponerme junto a Jacky y le dediqué un gesto amable, mirándola con entusiasmo para ver si conseguía animarla. Creo que funcionó, porque dejó de verse tan tristona.
Dannel se acercó a Tim para ayudarle con la cámara. Siempre se liaba para poner el tiempo que tardaría en hacer la foto.
—Hazla con mi móvil, Tim. Tiene mil veces más calidad que esa chatarra. —Mannel se lo sacó del bolsillo, dispuesto a lanzárselo.
—A ti se te olvida siempre pasarnos la foto por perro —respondió él.
—Veeenga, esta vez os la mandaré en cuanto la saques. —Terminó lanzándole el teléfono. Tim lo cogió al vuelo gracias a los reflejos de ser lumen, ya que Mannel se lo había lanzado con bastante rapidez—. Bien, lo has cogido.
—Qué tonto eres, tío. —Lo puso en su lugar mientras él se reía. Estas cosas me gustan mucho.
Jin se colocó justo al otro lado de donde yo estaba. Me miró un momento y luego se pasó el dedo bajo la nariz. No sabía bien si decirle algo, así que hice lo que siempre hago: sonreír. Él se fijó en mi cara, levantó un poco las cejas y miró al frente sin decir nada.
—Sonríe un poco, que por una vez no pasa nada —bromeó Eona, dándole un codazo.
—¿Sonrisa Duchenne o… para aparentar? —preguntó en un tono de voz bajo. ¿Qué era una sonrisa Duchenne?
—Vamos, no seas así. Intenta divertirte un poco —contestó ella—. Esto apenas durará minutos.
Él suspiró. ¿Acaso no quería estar con nosotros? Volvió a mirarme y mi expresión fue exactamente la misma. Después alargó la mano y cogió el palo de helado que había llevado en la boca desde que me lo terminé. No entiendo bien por qué se lo guardó en el bolsillo, pero la verdad es que no tuve tiempo de preguntárselo porque en seguida nos llamaron la atención para que estuviéramos listos.
—Voy a ponerla ya, ¿vale? —anunció Tim. Dannel ya se había colocado en el que sería su sitio.
Me quedé unos segundos más observando a Jin, pero luego centré la mirada en la cámara del móvil. Ya estaban sonando los pitidos que anunciaban la llegada del momento clave; puse la mejor de mis sonrisas y esperé.
Eona fue la primera en ir a ver cómo había quedado la foto. Se me había adelantado de nuevo porque salió corriendo antes que yo por pocos segundos. Cuando me la mostró, me gustó bastante: los más altos estaban colocados de pie, cada uno en un lado de las gradas, y el resto estábamos sentados en los escalones de tal forma que parecía una pirámide y yo era el que estaba más alto por ser el más joven.
—¡Me encanta! ¡Mándala al grupo, Eona! —exclamé—. Quiero imprimirla ya.
—Trae, la mandaré yo. —Mannel se había acercado para recuperar su móvil, pero cuando alargó la mano para cogerlo Eona se apartó sonriendo—. Deja los jueguecitos de críos y dámelo.
—¿Por qué tanta prisa? ¿Tienes cosas que no quieres que veamos?
—Ah, sí. Todo el porno que me descargo, como hacen los pobres —comentó él. No sabía bien a qué se refería—. Vamos.
Ella le lanzó el móvil a Shad mientras se reía. Intentaba chincharle para que fuera detrás a recogerlo. Cuando se acercó a él dando una zancada, se lo tiró a Tim y así empezó el juego.
—Ya entiendo. Como nunca vais a tener un móvil así, lo estáis disfrutando todos antes de devolvérmelo —dijo en tono burlón—. Puedo comprarme miles como ese.
—Entonces no te importará que nos lo quedemos y lo revisemos, ¿no? —Jacky le miraba con cara de mala mientras se pasaba el móvil de una mano a la otra.
—¿Quieres que lo recupere sin que te des cuenta, encanto? —Volvió a sonreírle.
—Inténtalo si puedes, en-can-to. —Marcó cada sílaba de esa palabra con un tono fuerte.
Antes de que pudiera mover un músculo, Jake le acabó quitando el móvil a ella.
—Mouiiyo[3] . Nos van a meter bronca por estar aquí tanto rato. —Le lanzó el teléfono a Mannel—. Ya tenemos la foto. Ikimashou[4] .
—Hasta para estas cosas eres un soso —dijo él mientras se metía el móvil en el bolsillo. El plástico chocó un poco con el metal del anillo que lleva en el dedo.
—Mándala o se te acabará olvidando —comentó Dannel.
—Vale, de acuerdo —le contestó—. Con tal de que dejéis de darme la brasa…
A los pocos segundos nos llegó a todos y pudimos disfrutar de ella mientras salíamos del recinto a tiempo para que no nos regañasen. En un abrir y cerrar de ojos el instituto se había quedado vacío, salvo por los adultos y el director.
Una vez fuera, empezamos a despedirnos de los demás, la parte más triste para mí aunque fuésemos a vernos al día siguiente; pero me animé pensando que estábamos de vacaciones, porque podríamos quedar siempre que quisiéramos.
—Entonces nadie se anima a salir esta noche, ¿no? —preguntó Mannel, pero los demás dijeron que estaban cansados. Yo no contesté porque sabía que se refería a salir con gente mayor—. Como queráis. Yo pienso celebrarlo de todas formas. ¡Ahí os quedáis!
Se despidió con la mano de nosotros y se montó en la limusina negra que siempre venía a recogerle. Por lo que yo sé, él vive algo lejos del instituto y su familia es tan rica que tienen hasta criados. Estaría chulo ver cómo se vive así, aunque fuera por un día.
Los demás nos acompañaron a Jake y a mí hasta la zona donde él había aparcado la moto en la que veníamos todos los días. Como estaba en una zona que pertenecía al instituto, podíamos dejar los cascos allí sin tener miedo de que fueran a robárnoslos.
—Ashite[5] … Mañana no me busquéis. Tengo que arar una parte del terreno y recoger lo que hemos sembrado en la otra zona de la parcela —comentó Jake, cogiendo el casco más pequeño y ofreciéndomelo. Yo le sonreí.
—¿Están ya los melocotones? —preguntó Shad. Jake asintió—. Mi tutor quiere comprarte una caja cuando termines de recogerlos.
—Pasado mañana estarán listos. Puedo llevártelos si quieres.
—No te preocupes. Iré yo y así nos vemos.
—Oh, ¿y las sandías? Mi madre estaba pendiente de comprarte cuatro —añadió Eona.
—También las tenemos preparadas. Yo ayudé a recogerlas —dije mientras me colocaba el casco y lo ajustaba a mi cabeza para que no se moviera.
—Gracias, guapo —respondió ella con cariño. Me gusta mucho cómo me trata Eona—. Os avisaré cuando vaya a por ellas. No tardaré mucho en aparecer por allí con la bici.
Jake se fijó el casco y le quitó el caballete a la moto con el pie mientras sujetaba los manillares. Es vieja y está un poco sucia, pero siempre nos lleva a todos sitios.
Una vez preparada, se montó en ella y la mantuvo para que yo me subiera. De un salto me senté detrás y miré a los demás.
—Jin, quédate con lo que me has cogido —dije intentando ser lo más amable posible con él. Sé que a veces pasa malos momentos.
Él me miró como si acabara de darse cuenta de que le estaba hablando y luego se llevó la mano en silencio hacia el bolsillo, sin meterla dentro. Es como si no se acordase de que me había quitado el palo del helado. Intenté no demostrar que eso me preocupaba un poco. Si algo sabía del tema, era que no le gustaba que le tratásemos diferente por culpa de eso.
Los demás me miraron sin saber a qué me estaba refiriendo y preguntaron, pero…
—Lo siento. Es algo entre él y yo —contesté.
—Ya me enteraré. No hay secretos para mí —respondió Eona.
La moto comenzó a rugir, anunciando que estaba lista para llevarnos.
—Id con cuidado —dijo Tim mientras nos despedía con la mano.
—Jacky, mañana nos vemos por la mañana, ¿vale? —afirmé de golpe.
—¿Cómo? —contestó ella—. ¿Desde cuándo hemos quedado para vernos mañana?
—Desde ahora mismo. —Sonreí—. ¡Hasta luego!
Un golpe de muñeca de Jake bastó para que saliéramos pitando de allí. En seguida nos incorporamos a la carretera y el edificio del instituto Sunshine se iba haciendo cada vez más pequeño conforme nos íbamos alejando. Abracé la cintura de mi hermano y contemplé el paisaje como siempre hacía. Me gustaba la sensación del viento en la cara.
—Jake —empecé a decir—, ¿puedo pedirte un favor?
—Oshiete[6] .
—¿Podrías dar una vuelta más larga con la moto antes de llegar a casa? Hemos salido muy temprano.
Me miró de reojo unos segundos en su asiento y luego puso la vista de nuevo en la carretera.
—Wakatta[7] . Serás el primero en ir a la playa.
—¿Sí? —pregunté con alegría—. ¿¿Me vas a llevar a la playa??
—Pero solo un rato. Hay faena en el campo.
—¡Ayudaré! ¡Trabajaré hasta que sea de noche si es necesario! —Le abracé mucho más fuerte—. ¡Gracias, Jake! ¡Eres el mejor hermano del mundo!
Para mí realmente lo era. Lo sentía así aunque la sangre no nos uniera, aunque mamá no fuera mi madre real. Todo eso da igual; solo sé que le quiero mucho y siempre puedo contar con él. Siempre pensé que fue muy valiente al decirme que ellos no eran mi verdadera familia. Él dice que era mejor saber la verdad ahora que esperar a que fuera mayor y descubriera que todo era mentira.
De hecho, ni siquiera me parezco a mamá. Ella tiene el pelo negro y los ojos marrones y Jake lo tiene castaño y sus ojos son los de ella. ¿Dónde encajaba un niño con el pelo azul violáceo y los ojos casi del mismo color? Y mi piel es muy blanquita a pesar de que ayudaba en el campo. Es como si no quisiera ponerse morena.
Nunca pude conocer al papá de Jake. Murió de un ataque al corazón un poco antes de que me encontraran a mí en medio del campo. Seguro que tuvo que pasarlo muy mal… y mamá también. Ella dice que yo doy mucha luz a la casa, pero eso no evita que a veces la haya pillado estando muy triste. Cuando eso pasa, me pide que me acerque y me abraza muy fuerte.
Ella quiso ponerme un segundo nombre, pero Jake se opuso. Decía que si solo me llamaba Ryukari, a secas, era porque mis verdaderos padres lo habían querido así. Yo solo tenía dos años cuando me encontraron y decían que llevaba conmigo una nota con mi nombre escrito y un trozo de tela roja alargada, con el que me habían envuelto. Por lo demás, estaba sano y decían que no había parado de gatear en todo el rato.
Es una historia rara, pero, la verdad, ahora mismo no tengo curiosidad por saber quiénes fueron mis padres. Y no porque no tenga ganas de buscar información, sino porque hacerlo implicaría abandonar a mi familia para aceptar lo que ellos me hayan dejado. Sé que están muertos porque Jake me acabó confesando que había mucha sangre en la tela que me envolvía y en el trozo de papel…
He mentido… Sí que tengo curiosidad. Me muero de curiosidad por conocer todo lo que respecta a ellos, pero si eso implica de algún modo tener que separarme de Jake y mamá… no sé hasta qué punto quiero investigar a fondo.
Mamá nos ha contado varias veces la guerra que hubo en este mundo contra seres que venían de fuera y en la que algunos lumen aparecieron, también del exterior, y lucharon para proteger a la gente. ¿Y si mis padres reales tienen algo que ver?
Mejor no darle demasiadas vueltas. Ya huelo la sal del mar…
[3] Mouiiyo: Ya es suficiente.
[4] Ikimashou: Vamos.
[5] Ashite: Mañana.
[6] Oshiete: Dime.
[7] Wakatta: De acuerdo.