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PRÓLOGO

Un dictionnaire sans citations est un squelette

Voltaire

“Alhajito”, “bacán”, “chévere” y sobre todo muy ecuatoriano, así es el Diccionario de ecuatorianismos con citas. Y si son unos “galarifos”, pero no saben qué significa alguna de estas palabras, las pueden consultar aquí mismo, “despuesito”. Además, todas están ejemplificadas para que no quepa duda de su uso, su vigencia y de que forman parte de una variante específica del español, la de Ecuador. Que no les digan “cuentos chinos” tipo “esa palabra no existe porque no está en el diccionario”. En este diccionario sí está y cada acepción se presenta con dos ejemplos:

chévere. adj. [Cosa] agradable, bonita. (pop) «Mi pana no se acompleje de ser orgullosamente “cholo ecuatoriano”. El dialecto de los costeños es chévere», La Sapada/Extra, 27.05.2010. «Parece que ellas también están “francas” o han abandonado la guardia y se han lanzado a las ventanas para saludar la entrada del buque. Chévere es Centro América», Rafael Díaz Icaza, Por la Tierra, 1978. ♦ 2. [Persona] buena y simpática. (pop) «Las gordas se dieron cuenta del encontrón y en casa comentaron: Mami, no va a creer, el Carcoso saludando con una chica chévere», Iván Égüez, Tragedias portátiles, 2004. «Me sintonizo con un socio. Antes el man era chévere y vacilaba la nota política», Juan Montaño Escobar, Jamilis Jala Jala/Hoy, 04.05.1999.

Es una alegría y un alivio saber que una larga deuda con la tradición lexicográfica en el Ecuador ahora la subsana Elking Araujo, a través de este diccionario modesto (pues contiene mil ciento treinta y ocho lemas), pero no por eso menos importante. Se trata de una obra fundamental, e inclusive fundamente en cuanto a un procedimiento sostenido y sistemático de búsqueda, contraste, comparación y elección de léxico y ejemplos. Esta obra no solo incluye ecuatorianismos del día a día, sino que, a través de la ejemplificación, elabora un amplio registro del uso de algunas palabras contenidas dentro de la literatura y la prensa ecuatoriana.

El Diccionario de ecuatorianismos con citas se concibe como un diccionario sincrónico, pues recoge usos vigentes; diferencial, ya que concierne a las palabras empleadas en el Ecuador; y descriptivo, porque procura hacer un tratamiento no correctivo del léxico, es decir, aquí van a encontrar “lo que es” y no “lo que debería ser”.

Sin embargo, ¿por qué es tan relevante el asunto de los ejemplos? Conviene recordar las funciones del ejemplo tratadas por Juan Gutiérrez Cuadrado, María Teresa Fuentes Morán y Joaquín García Palacios. El ejemplo: 1) complementa información de la definición; 2) presenta la palabra en su contexto; 3) distingue diferentes acepciones; 4) muestra colocaciones típicas; 5) indica registros y niveles estilísticos; 6) pone de manifiesto diferentes cuestiones gramaticales; 7) incorpora algunas orientaciones ideológicas; 8) contiene información enciclopédica; 9) informa sobre costumbres y realidades específicas. Esta breve enumeración nos permite ver de manera muy clara la necesidad de incluir ejemplos en los diccionarios.

En el caso de nuestra tradición lexicográfica más duradera, me refiero a las diferentes ediciones de los diccionarios de la Real Academia Española, el comportamiento respecto del ejemplo ha sido bastante asistemático. Después del Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua, más conocido como Diccionario de Autoridades, que fue ejemplificado con citas, la relevancia del ejemplo y su sistematización ha sido representada por el Diccionario del Español Actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos. De hecho, el Diccionario del español actual es el modelo teórico que inspira el diccionario de Elking y que sirve también para realizar la parte contrastiva con el español de España.

Además de los ejemplos, que son el corazón del Diccionario de ecuatorianismos con citas, es importante mencionar los tres apéndices que se encuentran al final de esta edición: el de gentilicios del Ecuador, el léxico de la flora ecuatoriana y el léxico de la fauna ecuatoriana. Las palabras correspondientes a estos tres campos semánticos se presentan a lo largo de la obra y se sistematizan en listas al final como una ayuda para el lector. De la misma manera, aparece otro par de listas: la relación de autores y lemas y la relación de obras periódicas y lemas. Estas listas constituyen en sí mismas una inmensa red de trabajo, orden y categorización para investigaciones futuras, puesto que nos muestran a los autores a partir de los cuales se ha tomado cada ejemplo en relación con los lemas incluidos en este diccionario. Gracias a ello podemos saber que el autor de quien se extrajeron más ejemplos fue Gustavo Alfredo Jácome y que algunos de los ecuatorianismos que usó para escribir sus obras fueron “cargamontón”, “emborrajado”, “ni de fundas”, “rutushca”, “yapar”, entre otros.

Consultar el Diccionario de ecuatorianismos con citas puede convertirse en algo más que la respuesta a una necesidad puntual de conocer el significado de una palabra, para ser un espacio lúdico. Como en un gran tablero, uno podría ir de palabra en palabra, de autor en autor, de reflexión en reflexión y finalmente, ojalá, de la apropiación al reconocimiento. Ya que, a fin de cuentas, por qué seguimos haciendo diccionarios en pleno siglo XXI, un producto del Renacimiento y que alcanza su esplendor con la Ilustración. Los pueblos dan importancia a muchos aspectos de la vida, salud, educación, alimentación y podría elaborar un largo etcétera. No obstante, qué pasa con la lengua, qué pasa con las palabras que usamos para hablar, para escribir, para ser cada uno y para ser eso que llamamos “nosotros”, ecuatorianos, “ñaños”, etc.

El diccionario es un libro singular, es una extensión de la memoria, pero no de la memoria individual, sino de la memoria social que necesita crear obras colectivas encargadas de reunir y transmitir los saberes sobre las palabras. Este hecho no solo ha permitido, sino propiciado la creación, difusión y conservación de los diccionarios. De ello derivan no solo sus condiciones de validez, sino también un sentimiento social de identidad y pertenencia. De este modo, fungen como un documento, como un testimonio y como un repositorio cultural e histórico cuyo cometido es resguardar, catalogar y transmitir información diversa sobre el significado de las palabras.

Ojalá el diccionario llegara a ser esa “máquina de la memoria” que aspiraba Aureliano Buendía o la “máquina para soñar” como anhelaba Barthes. Mientras tanto, tomemos este diccionario con alegría y gratitud, consultémoslo, busquémonos en estas páginas, hagamos comunidad y comunión de decires. “Demos dando” un lugar a las palabras que usamos porque son nuestras, porque acá en Ecuador “nos changamos”, “nos muchamos”, “nos amishcamos”, “nos encamotamos” y “andamos lluchos” y con eso decimos nuestra intimidad, nuestra cotidianidad, la vida misma. Ya es hora de valorar nuestras propias obras lexicográficas, de aceptarlas, celebrarlas y apropiarnos de ellas. Nuestro español es tan alhajito, bacán, chévere y tan correcto como cualquiera de las otras variantes de español.


Valeria Guzmán Pérez

DICCIONARIO DE ECUATORIANISMOS CON CITAS

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