Читать книгу Vergel de perfectísimas flores - Emilio Callado Estela - Страница 12
Capítulo 3 FRAY JOSÉ AGRAMUNT
ОглавлениеFray José Agramunt había nacido en Valencia el 12 de noviembre de 1657.1 Su temprana vocación religiosa le llevó a vestir el hábito de santo Domingo en el convento de Predicadores de la misma ciudad con fecha 19 de septiembre de 1672, haciendo solemne profesión el 21 de noviembre del año siguiente. Estudió Artes, Teología y Hebreo. Esta última materia la empezaría a enseñar a novicios y frailes dentro de los planes de formación establecidos por la Orden dominicana, todavía con relativo protagonismo para las lenguas.2 En ello anduvo hasta que en 1691 acompañó a Mallorca a su nuevo virrey, don José de Castellví y Alagón, marqués de Villatorcas, como confesor personal y maestro de su numerosa prole.3
La carrera académica del religioso proseguiría en aquella isla más allá de su principal ocupación y el desempeño de otros oficios eclesiásticos, como el de examinador sinodal.4 Le bastaron unos meses para hacerse con una primera cátedra de Hebreo instituida en la universidad insular por sus autoridades.5 Ocuparía con posterioridad una segunda de Filosofía, en 1695 y coincidiendo con su reconocimiento como presentado por parte del maestro general de la Orden fray Antonino Cloche;6 finalmente obtuvo otra de Teología un trienio más tarde.7
Todo hace pensar que, antes de concluir la centuria, fray José habría regresado definitivamente a la península.8 Desde Valencia se trasladó hasta la población vecina de Carcaixent, de cuyo convento de Corpus Christi se ocupó espiritualmente durante un tiempo.9 Poco después le sorprendía el estallido de la guerra de Sucesión, que interrumpió el normal desenvolvimiento de la vida dominicana, como el de la clerecía autóctona en general, fracturada igual que el resto de la sociedad. Mientras el sector más amplio de los seculares se mostró copartícipe de las aspiraciones populares desde los primeros momentos del conflicto, tomando parte activa a favor del austracismo, Felipe V contó con importantes partidarios entre la jerarquía. En lo que respecta a las órdenes religiosas, la división de pareceres resultó todavía más evidente. La Compañía de Jesús, junto con algunos monasterios femeninos de raigambre aristocrática, apoyó abiertamente la causa borbónica. Por el contrario, la incesante actividad proaustríaca de otras religiones –capuchinos, franciscanos, carmelitas, mínimos o agustinos– constituiría la primera manifestación pública contra el monarca francés, por cuanto contribuirían, además de forma decisiva, a la sublevación del reino.10
Los hijos del patriarca de Caleruega estuvieron supuestamente de este último lado. Ya en 1702 el virrey de Valencia, don Antonio Domingo de Mendoza Caamaño y Sotomayor, marqués de Villagarcía, había apercibido al provincial de Aragón, fray José Jacinto Chia, para que atara más cortos a los frailes en su proselitismo habsbúrgico: «[…] le advertí generalmente –escribió el noble a la corte– concluyéndole que esto era tirar ya la pieza de leva para que su magestad obrase con rigor lo que no avían bastado las persuasiones».11
No parece aun así que los dominicos depusieran semejante actitud. Desde luego no algunos. Por ejemplo, a finales de 1707, las autoridades borbónicas registraban el convento de Predicadores, y
en la celda del lector Luis Alexandre y presentado hallaron dos pistolas y un retrato del señor Archiduque; y en un cuadernito del padre Joseph Giner hallaron notas contra el señor Felipe V y a favor del archiduque.
Nueve religiosos, además de los dos principales implicados, fueron expulsados a Castilla, donde permanecieron un par de años.12
Entretanto, otros frailes de la misma comunidad empezaron a regresar del exilio al que les había conducido su filoborbonismo. Entre ellos fray José Agramunt, cuya abierta simpatía por el nieto de Luis XIV había acabado durante el dominio austracista de la capital valentina con su reclusión en la celda conventual y un breve destierro posterior. Ahora vería recompensado tanto quebranto. Primero con su nombramiento como predicador real el 16 de febrero de 1708.13 Un año y cuatro días después se le reconocía el grado de catedrático de Hebreo del Estudi general,14 interinamente y en sustitución del padre Vicente Blanes, hermano de hábito que hacía poco había fallecido.15 La plaza en propiedad no salió a concurso hasta el 27 de diciembre de 1721, realizando entonces fray José el correspondiente examen. Con esta fecha registraron los asientos universitarios que
[…] leyó este opositor la hora que le tocó a los veinte y quatro de la Sagrada Biblia Hebrea, del capítulo veinte y dos de Josué, que empieza en hebreo az y querah y en latín et advocavit, y se acaba vengam y en latín et filii etiam, que fue el primero que eligió de los tres que se le picaron en presencia del señor rector, syndico, procurador general, abogados y pavordres.16
Se impondría en la oposición finalmente el religioso mínimo de origen francés fray Alexandro Brehón,17 pese a lo cual, «en atención a las prendas y desempeño del padre Agramunt en el concurso, le nombraron cathedrático extraordinario de Lengua Santa con 25 libras de salario al año».18
En la cátedra y el púlpito, pues, con aplaudidas predicaciones durante las Cuaresmas de aquel tiempo, ocuparía fray José el resto de sus días. Así le sorprendió la muerte el 12 de enero de 1732, a los setenta y cinco años de edad y en el convento de Predicadores de Valencia. Dejaba un considerable legado escrito de amplia temática, relacionado con su labor docente y homilética, como no podía ser de otro modo, pero también con la querencia del religioso por el misterio del Rosario, tan propiamente dominicano, y la historia de la Orden, que había cultivado de manera especial a mayor gloria de esta.
Efectivamente, el padre Agramunt debutó de manera muy temprana en el mundo literario. Según el bibliófilo fray José Rodríguez, con tan solo trece años había traducido al castellano una composición del italiano Giovanni Battista Carcelli, que Benito Macé publicaría en Valencia el año 1670 con el título El Astrólogo a la moda, «juguete de ingenio para adivinar lo que uno ha pensado o quiere comer».19 Ningún ejemplar de este opúsculo llegó a los anaqueles de las bibliotecas conventuales de santo Domingo.20 Hasta el extremo de ser cuestionada su existencia por algunos autores.21 Al contrario, sí conservarían sus hermanos de hábito durante mucho tiempo varios cuadernos de apuntes que el religioso habría compuesto en 1680 –todavía diácono– bajo el epígrafe Brevis enodatio Gramaticen Sacrosantae linguae Hebraicae.22
Otras notas manuscritas de nuestro dominico parecen ser posteriores, con elogios varios a santo Tomás de Aquino recopilados entre personalidades de toda ralea. Monarcas como Carlos I de Anjou (1226-†1285) o Juan II de Castilla (1405-†1454); Roberto Bellarmino (1545-†1621 ) y varios cardenales más; obispos de la talla de Stephanus Parisiensis (1123-†1141) o Johanes Antonius Campanus (1429-†1477); y nobles, particularmente don Manuel Pimentel y Herrera, quinto conde de Benavente, virrey de Valencia y Nápoles (1576-†1621).23 Ya en Mallorca, el propio fray José Agramunt brindaría su propia dedicatoria al Aquinate en el Sermón del cíngulo del Angélico maestro santo Thomás de Aquino en las célebres fiestas que por la erección de la cofadría de la Milicia Angélica le consagró el real convento de Santo Domingo de aquel lugar, a cargo de un fraile capuchino, editado en Barcelona por Rafael Figueró en 1697 y que «discurre por los 4 ríos del Paraíso sobre los mismos assuntos del sermón».24
Un año antes, también en Mallorca, había pronunciado el religioso una homilía –titulada Los tres estados de el sol. Discurso panegírico– con ocasión de las fiestas celebradas en la localidad de Alcúdia durante el traslado a su nueva capilla de la imagen del Santísimo Cristo allí venerada y que el impresor insular Miguel Capó publicó junto a las alocuciones de los demás oradores sagrados participantes.25
Con todo, era otra devoción la que más suscitaba el interés del padre Agramunt. Hablamos del Santísimo Rosario, entre cuyos apologetas más activos de la época se encontró. Conviene recordar que, si bien el salterio de María o Rosario no había tenido en sus orígenes un decisivo y exclusivo influjo dominicano, desde finales del Quinientos empezó a constituirse en un signo referencial e identitario de la Orden, ocupando a partir de entonces un lugar preferente en sus predicaciones mediante la explicación de sus misterios. No resulta casual, pues, que en la posterior consolidación del movimiento confraternal en torno a tal rezo –reforzado por Trento y la victoria cristiana en Lepanto– jugaran un papel determinante los hijos de santo Domingo, ya porque la mayoría de cofradías residían en sus conventos, ya porque estas debían contar con su aprobación, a partir del modelo establecido en la Minerva romana. La plena universalización y popularización de esta devoción, sin embargo, llegaría algo más tarde, al menos en el ámbito hispánico y con el Rosario público o callejero surgido alrededor del clima misional barroco de las postrimerías del Seiscientos, que iría superando el exclusivismo de la Orden de Predicadores. Al principio, merced a la difusión de este misterio también por parte de otros regulares. Y posteriormente, con la creación de hermandades diocesanas independientes de las cofradías dominicanas.26
En tal contexto deben situarse las obras de fray José Agramunt que ahora interesan. Empezando por la Devoción del Santíssimo Rosario y modo de contemplar sus mysterios, con ejemplos y favores que la Virgen ha hecho a sus devotos y las estaciones de la Via Crucis con otras devociones, manual destinado a los practicantes rosarianos cuyo éxito editorial estaría detrás de sucesivas ediciones desde su aparición en Barcelona en el año 1689, a cargo del impresor Rafael Figueró.27 También para que «fácil pueda encontrar el devoto la mayor suavidad en las oraciones del Santíssimo Rosario y en la meditación de sus divinos misterios», fue la posterior Flor y fruto del más sagrado rosal. Divídese en tres partes. En la primera, se ponen las flores y rosas del Santíssimo Rosario con las meditaciones de sus divinos misterios. En la segunda, se ponen los frutos de las grandes indulgencias que gozan sus cofadres, confirmadas por la santidad de Inocencio XI, en su bula de 31 de julio 1679, con notas a cada capítulo. En la tercera, se ponen algunas qüestiones morales y curiosas para cabal inteligencia de esta obra. Esta obra se imprimió en Mallorca en 1694 gracias al empeño de Miguel Capó, con la dedicatoria a don Juan Basilio de Castellví y Coloma, primogénito del virrey de aquel lugar marqués de Villatorcas y futuro portant-veus de general governador de Valencia.28 A este último se referiría su autor al comienzo del libro con las siguientes palabras:
Solo diré lo que todos saben, el entrañable amor que vuestra señoría tiene a la soberana Virgen del Rosario, cuya angélica devoción ha heredado vuestra señoría gloriosamente de sus mayores, aprendiendo los más realçados cultos de tan Divina Señora. En repetidas públicas funciones hemos visto al illustríssimo señor marqués padre de vuestra señoría ser atlante de tan Divino Cielo.29
J. Agramunt: Flor y fruto del más Sagrado Rosal, Valencia, 1724.
Tres décadas tardaría en ver la luz la segunda edición de esta obra. Lo hizo en la imprenta valentina de Antonio Ballé.30 Y ya no dedicada a don Juan Basilio de Castellví y Coloma, cuyo apoyo a la causa austracista durante la guerra de Sucesión le había llevado a abandonar la península en compañía del archiduque Carlos, sino a su hermano menor don José, canónigo y arcediano de San Felipe en la catedral de Valencia.31 Así diría la nueva dedicatoria compuesta por el padre Agramunt:
Este breve ceñido ramillete, cuyas suaves flores, cuyos deliciosos frutos, por serlo del Rosario de la Gran Reyna de los orbes, María, llenarán de fragancia y gusto el dorado noble reyno de Mallorca, donde lo saqué a la luz los años passados. Fue con tan común agrado recibido que en pocos meses se despachó por varias partes la copiosa impresión que de él se hizo. Han sido muchas las instancias para que lo repitieran en los moldes; y venido de aquellas y convencido de mi estado, lo hago, quitando del primero muchas hojas, mucho ornato de varia devota erudición y añadiendo en éste abundancia de frutos de curiosa importante dotrina. Poco afán le ha costado a mi cuidado el buscar mecenas a quien dedicar la obra, porque estando vuestra señoría muy presente en mi memoria está siempre muy dentro de mi voluntad y es el primer acreedor de mis desvelos, no solo por la propensión singular de mi afecto, sí más por lo preciso de mi grande obligación.32
El mismo año 1724 accedía al solio pontificio el dominico fray Vicenzo Maria Orsini con el nombre de Benedicto XIII, quien además de conceder nuevas indulgencias a las cofradías del Rosario introdujo su festividad en el Breviario romano.33 Esta fue la excusa para que fray José alumbrara otra entrega editorial sobre el asunto, según él mismo,
Para fomentar estos cultos y aumentar la devoción del Rosario de la Gran Reyna en todo el mundo ha concedido nuestro santísimo padre las indulgencias contenidas en los siguientes decretos que, para la común inteligencia, pongo en romance, ciñéndolos por el nivel y estilo del sumario de la bula inocenciana de la que trato en mi libro. Todos estos breves, decretos y bulas quedan revistos y passados por el Supremo Consejo de la Santa Cruzada, cuya bula han de tener en España los fieles para ganar sus indulgencias.34
Dos partes contarían estos Nuevos frutos del Rosario. Solo la primera llegó a imprimirse, con las gracias apostólicas concedidas durante el trienio inaugural del nuevo pontificado.35 Inédita quedó la segunda y las indulgencias comprendidas entre 1727 y 1729.36
Claro que si de cofradías se trataba, existían también las de san Raimundo de Peñafort, a menudo albergadas en establecimientos religiosos dominicanos desde la canonización del susodicho a comienzos de la centuria.37 De la valenciana, sita en el convento de Predicadores, fue su prior el mismísimo padre Agramunt. Él personalmente se encargaría de dar a la imprenta de Jaime de Bordazar en 1702 las Constituciones de la hermandad de San Raymundo de Peñafort. Ni más ni menos que veinticinco ordenaciones dirigidas a tal confraternidad, a propósito de la cantidad y calidad de sus miembros, caja de depósito, aniversarios y rezos, etcétera.
Tan importante como estas devociones fue para fray José la preservación de la memoria dominicana, sobre la que hacía tiempo venían insistiendo las autoridades de la Orden.38 No en vano, los frailes de Valencia contaban con una tradición secular en el cultivo de la historia blanquinegra local.39 De hecho, el padre Francisco Diago40 podría considerarse el precursor de la escuela historiográfica consolidada entre los muros del convento de Predicadores durante el Siglo de las Luces bajo la influencia de fray Jacinto Segura y su Norte Crítico, introductores –junto a otros escritores y obras– del criticismo histórico en el levante peninsular.41 Los padres José Teixidor, Luis Galiana y Bartolomé Ribelles seguirían esta estela durante las siguientes generaciones.42 Y antes que ellos, en pleno tardobarroco, nuestro autor.43 Primeramente con sus vidas de santos, beatos y otros venerables hermanos de hábito, muy en boga todavía el género hagiográfico.44
En ello se había estrenado fray José Agramunt allá por 1679. Era entonces un joven subdiácono entusiasmado con la figura del recientemente canonizado san Luis Bertrán, objeto de interés por parte de los cronistas dominicanos desde su fallecimiento en olor de multitudes hacía algo menos de un siglo.45 Fue así como compuso una Vita sanctissimi Ludovici Bertrandi, valentina confessoris Sacri Ordinis Praedicatorum, jamás editada y de momento perdida.46
Tampoco se llegaría a publicar su Compendio de la vida y virtudes del venerable padre maestro fray Joseph Bono, hijo del real convento de Predicadores de Valencia, calificador, consultor y juez ordinario de la Santa Inquisición, regente de los estudios y examinador synodal apostólico, etcétera.47 El manuscrito original todavía se conserva, aunque sin prólogo ni introducción. Por él sabemos de la impresión que la muerte de su protagonista en 1725 ocasionó al padre Agramunt:
Quedó asta las 25 horas el cadáver […] muy flexible y ecclesiásticamente fragante, de que mandó recebir auto público el procurador general de la ciudad, como también del infinito concurso, que no le podían impedir las muchas guardas de soldados. Todos le hazían tocar los Rosarios y en ellos quedava el olor aromático. Assistieron al entierro toda la nobleza, algunos canónigos, cathedráticos, ecclesiásticos, me pareze avía más de 300. Enterráronle casi desnudo, pues a porfía le cortaron los cilicios. El mayor assalto fue dentro de la sepultura por los cavalleros, que se baxaron asta arrancarle todos los cabellos de la cabeza. Fuit sepulchrum eius gloriosum. No puedo escribir sin lágrimas viendo quánto le ha honrrado Dios a este humilde siervo suyo. Y a este convento. La Ciudad ha imbiado recado al convento para que le vistan de nuevo y se haga una arca fuerte para depositarle, todo a sus costas de la Ciudad. Yo estoy ocupado, averiguando varias cosas para escribir en mis libros.48
Fray José Agramunt se apresuró a escribir la biografía del difunto, a la que una vez finalizada buscó patrocinador en la persona del duque de San Pietro in Galatina don Francisco María Spínola, bajo la dirección espiritual del padre Bono durante años. Lástima que el fallecimiento del noble en la corte, así como el extravío de la copia de este manuscrito, terminaran frustrando su edición.49
La situación descrita volvería a repetirse con El Palacio Real de la Sabiduría. Idea del convento de Predicadores de Valencia, inédito también y elaborado por el dominico para disgusto de algunos hermanos de hábito como fray José Teixidor, quien dejó anotado sobre esta obra de carácter histórico:
J. Agramunt: El palacio Real de la Sabiduría. Biblioteca Universitat de València.
A los que leyeren los manuscritos de Agramunt prevengo sea con cautela, porque aunque su intención fue recta se dejó llevar nimiamente del afecto de llenar este real convento de gloria que él imaginó como si las verdaderas que tiene no fueran superabundantes para hacerle celebérrimo, como lo es en todo el orbe […].50
Hasta siete tomos pudo contar la composición.51 Del primero, sobre los hijos de este convento ilustres en virtud y letras, solo ha llegado hasta nosotros su portada impresa.52 No así del segundo, que dedicado a santo Domingo de Guzmán se ocuparía básicamente de la biografía de uno de tales religiosos que lo había sido todo dentro y fuera de la Orden, fray Juan Tomás de Rocabertí.53 El tercero, bajo el patrocinio de san Vicente Ferrer, haría lo propio con otros obispos, confesores y catedráticos.54 Hubo un cuarto de varia hoy extraviado.55 Los tres restantes, sobre la Guerra de Sucesión, fueron destruidos –probablemente muerto ya su autor– a instancias de un fraile anónimo en ellos injuriado por su adhesión a la causa austracista. Lo cuenta el padre Teixidor:
Como en este tomo 5 tratava de las guerras i él fue un tan afecto a Felipe V, ensangrentó la pluma hablando de los que sirvieron el partido austríaco. Uno de los religiosos de este convento, de genio muy ardiente, tuvo la paciencia de entresacar en dos pliegos de papeles todos los dicterios y proposiciones denigrativas que contra muchas personas de distinguido mérito se encontravan en el dicho tomo. Hecho el extracto, díxole al prior del convento que eran delatables al Santo Oficio y las delataría si no quemavan tal libro. Halleme presente al requerimiento, al que respondió el prior: Iudex iubet ut crementior. Dije yo entonces: No me parece necessaria tan grave pena y bastaría que essas proposiciones se borren de forma que no puedan leerse, pues assí lo estila el Santo Oficio, dexando intacto lo mucho, curioso y útil que escrivió Agramunt en él. Pero el querellante, que estava muy sentido de lo que avía contra su persona escrito, tomó la justicia de sus manos [y] destrozó todo el tomo, dexando solo algunos quadernos […]. Lo mismo hizo de otro tomo que Agramunt escrivió dividido en dos partes. En la una escrivió un larguíssimo catálogo de religiosos vivos, notando en ella el día, mes y año de su ingresso, professión y patria. En la 2ª otro de los difuntos. A este tomo llamava su autor el Chambergo, por estar jaspeado de tinta el corte de las hojas de los difuntos, como de vermellón las que contenían los religiosos vivos. De este tomo, pues, el querellante susodicho cortó todos los difuntos de tiempos de las susodichas guerras, porque a los que avían seguido el partido austríaco puso la nota: Este fue grandíssimo maulet, etcétera.56
Muchos menos problemas acarreó a fray José Agramunt su otra gran historia conventual, de similar título a la anterior, pero con distintas protagonistas: El Parayso de Dios. Idea del religiosíssimo monasterio de señoras dominicas de la real villa de Carcaxente.
1. Su mejor biógrafo se encuentra en BUV, Ms. 933. J. Teixidor: Necrologio…, pp. 340-345. Seguido casi literalmente –y con graves errores de interpretación– por C. Fuentes: Escritores…, Valencia, 1930, pp. 21-26. También V. Ximeno, op. cit., tomo II, pp. 234-235.
2. A. Cortabarria Beitia: «El estudio de las lenguas en la Orden dominicana», Estudios filosóficos, 24, 1970, pp. 79-127 y 359-392.
3. A propósito de este linaje, véanse los trabajos de A. Felipo Orts: «La ascensión social de los Cervelló: de barones de Oropesa a condes de Cervelló y Grandes de España», Estudis, 28, 2002, pp. 241-262; «El testament del marqués de Villatorcas i la disputa del comte de Cervelló per l’herència paterna. Una altra conseqüència de l’exili austriacista», Aguaits, 24-25, 2007, pp. 97-121; El conde de Cervelló y el Consejo de Italia, Valencia, 2007; «Los desposorios del gobernador don Basilio de Castellví (1604-1672). Estrategia matrimonial y problemática dotal», Saitabi, 60-61, 2010-2011, pp. 237-254; y «Anotaciones sobre la conformación del patrimonio de don José de Castellví, marqués de Villatorcas (1653-1722)», Saitabi, 59, 2009, pp. 171-190.
4. V. Ximeno, op. cit., tomo II, p. 234.
5. El 7 de mayo de 1792. R. Ramis Barceló y A. Cassanyes Roig: «Los graduados en Artes y Filosofía en la Universidad Luliana y Literaria de Mallorca I: (1692-1750)», Tiempos Modernos, 28, 2014, p. 8.
6. «El reverendísimo Cloche, general, le nombró de presentado de gracia con su patente, firmada en Roma a 13 de febrero de 1695, que por ciertos motivos no admitió y renunció humildemente en manos del mismo padre reverendísimo». Fray Antonino lo intentaría años después, «y le hizo presentado del número […] con su patente de 29 de junio 1706». BUV, Ms. 933. J. Teixidor: Necrologio…, p. 340.
7. El 12 de mayo de 1698. Ibíd.
8. Lo había hecho ya con anterioridad de manera intermitente. La última vez en mayo de 1697, solicitando a los responsables académicos mallorquines dejar la cátedra y trasladarse a Xàtiva para impartir allí un curso de Artes.
9. ACICT, Fondo Corpus Christi de Carcaixent. J. Agramunt: Historia del monasterio de Corpus Christi de Carcaxente…, f. 1.
10. C. Pérez Aparicio: «El clero valenciano a principios del siglo XVIII: la cuestión sucesoria», en Estudios de Historia de Valencia, Valencia, 1978, pp. 251-252.
11. Ibíd., p. 261.
12. Biblioteca Valenciana [=BV]. Ms. 159. I. Planes: Sucessos fatales de esta ciudad y reyno de Valencia o puntual diario de lo sucedido en los años de 1705, 1706 y 1707. Tomo I, f. 231. Trae igualmente la no ticia J. V. Ortí y Mayor: El Diario (1700-1715). Estudio y edición V. J. Escartí, Valencia, 2007, p. 250.
13. Ya lo era también de la Orden desde el 25 de mayo de 1701, entonces con patente firmada en Nápoles por el maestro general Cloche. BUV, Ms. 933. J. Teixidor: Necrologio…, p. 340.
14. Es decir, el 20 de febrero de 1709. Ibíd.
15. A. Felipo Orts: La Universidad de Valencia durante el siglo XVII…, p. 308.
16. AUV, Libro 470, Oposiciones a cátedra 1720 a 1751, f. 53v.
17. Era exactamente «lector jubilado y asistente general por la nación de Francia en la religión de mínimos de san Francisco de Paula». Ibíd., f. 54. Confirma su toma de posesión S. Albiñana Huerta: Universidad e Ilustración. Valencia en la época de Carlos III, Valencia, 1988, p. 182.
18. BUV, Ms. 933. J. Teixidor: Necrologio…, f. 341.
19. J. Rodríguez, op. cit., p. 202.
20. «No ay exemplar de esta obra en la librería [del convento de Predicadores]», anotó su mejor conocedor. BUV, Ms. 933. J. Teixidor: Necrologio…, p. 342.
21. V. Ximeno, op. cit., tomo II, p. 235.
22. BUV, Ms. 933. J. Teixidor: Necrologio…, p. 343.
23. BUV, Ms. 821 (55). J. Agramunt: Elogia varia Divi Thomae Aquinatis collecta.
24. A cargo este de fray Francisco de Mallorca. BUV, Ms. 933. J. Teixidor: Necrologio…, p. 343. Pese a los esfuerzos, ningún ejemplar ha sido localizado. Sí otra homilía de un tal Raimundo Llinas con igual título e impresa un año antes en Mallorca por Melchor Guasp.
25. Sermones que se predicaron en los días 25, 26 y 28 de julio del año 1697 en las solemnes fiestas que celebró la fidelíssima ciudad de Alcúdia en la translación de su prodigiosa imagen del Santo Christo a la suntuosa capilla nueva, Mallorca, 1697.
26. La bibliografía sobre el tema resulta inabarcable. De especial interés por su carácter reciente son C. Lozano Ruiz (coord.): Actas I Encuentro Nacional de Cofradías del Rosario, Valladolid, 2015, y J. Barrado Barquilla y C. J. Romero Mensaque: Actas del Congreso del Rosario en conmemoración del centenario de las apariciones de Fátima, 2018. También los trabajos individuales del citado J. Romero Mensaque: «El fenómeno de los Rosarios públicos en España durante la Época Moderna. Estado actual de la cuestión», Revista de Humanidades UNED Sevilla, 19, 2012, pp. 87-115; «La universalización de la devoción del Rosario y sus cofradías en España. De Trento a Lepanto», Angelicum, 90, 2013, pp. 217-246; y «Los comienzos del fenómeno rosariano en la España Moderna. La etapa fundacional (siglos XV y XVI)», Hispania Sacra, LXVI, 2014, pp. 243-278.
27. En 1690 el libro volvía a pasar por las prensas, en este caso de Lorenzo Mesnier y en Valencia. Otras dos ediciones más tuvieron lugar en la misma capital en 1695 y 1696, por parte de Diego de la Vega y Vicente Cabrera, respectivamente. Habría una última, publicada esta vez en Barcelona por Juan Baersa en 1710.
28. A. Felipo Orts: «El testament del marqués de Villatorcas…», pp. 101-102.
29. J. Agramunt: Flor y fruto del más sagrado rosal…, 1694, dedicatoria, s. p.
30. Con un título algo distinto, Flor y fruto del más sagrado rosal. Divídese en tres partes. La primera contiene las flores y rosas del Santíssimo Rosario con las meditaciones de sus divinos misterios. La segunda ofrece los frutos de las grandes indulgencias que gozan sus cofadres, confirmadas por la santidad de Inocencio XI en su bula de 31 de julio 1679, con notas a cada capítulo. La tercera resuelve algunas qüestiones ansiosas para cabal inteligencia de esta obra muy añadidas por su autor; y un contenido «tan añadido que parece y puede reputarse por obra diversa». V. Ximeno, op. cit., tomo II, p. 234.
31. A. Felipo Orts: «El canónigo don José de Castellví y Coloma (1677-1739). Entre el ministerio eclesiástico y la defensa del patrimonio familiar», en E. Callado Estela (ed.): La Catedral Ilustrada 1. Iglesia, sociedad y cultura en la Valencia del siglo XVIII, Valencia, 2013, pp. 127-154.
32. J. Agramunt: Flor y fruto del más sagrado rosal…, 1724, dedicatoria, s. p.
33. P. Mansilla: Sumario de las indulgencias concedidas a la cofradia del Santísuimo Rosario contenidas en el que dio a luz el muy reverendo padre maestro fray Antonio Garcés y reducidas a método más breve, dispuesto, ordenado y añadido con una compendiosa exhortación a esta devoción, con instrucción competente en lo que es necesario saber y hacer para ganar las indulgencias y también con unas devotas breves meditaciones sobre los quince misterios del Rosario, Salamanca, 1826, pp. 539 y ss.
34. Véase la nota siguiente.
35. J. Agramunt: Nuevos frutos del Rosario. Indulgencias y otras gracias concedidas por nuestro santíssimo padre Benedicto XIII en los tres primeros años de su glorioso pontificado. Adicción con notas y reflexiones al libro intitulado Flor y fruto del más sagrado rosal, Valencia, s. a., por Antonio Ballé. Con el siguiente índice: «Capítulo I. Confirmación y extensión de todas las indulgencias del Santíssimo Rosario, con notas y reflexiones. Capítulo II. Indulgencias para los que rezan a Nuestra Señora devotamente su Santo Rosario. Capítulo III. Indulgencias perpetuas para los que hizieren oración arrodillados a los toques de las Ave María. Capítulo IV. Todos los altares de las iglesias de la Orden de Predicadores son privilegiados, celebrando en ellos solo los religiosos dominicos. Capítulo V. Privilegios perpetuos para las procesiones del Rosario del primer domingo de octubre, mensales, etcétera. Capítulo VI. Rezo canónico nuevo del Santíssimo Rosario, liciones propias, oración y missa para el primer domingo de octubre. Capítulo VII. Santos de la Orden. Capítulo VIII. Nuevas indulgencias por la canonización de nuestra santa Inés. Capítulo IX. Glorias de las dos excelentíssimas casas Ursino y Guzmana. Constitución X. Afecto de su santidad a la religión y al ábito de Predicadores. Capítulo XI. El Rosario en verso».
36. BUV, Ms. 852 (23). J. Agramunt: Nuevos frutos del Rosario. Parte segunda. Indulgencias y otras gracias concedidas por nuestro santíssimo padre Benedicto XIII en el segundo trienio, que contiene los años quarto, quinto y sexto de su glorioso pontificado. Su contenido: «Capítulo I. Nueva praxi y modo de fundar las cofadrías de el Santíssimo Rosario. Capítulo II. Los cofadres del Santíssimo Rosario y otros en ciertos días pueden ser absueltos por confessores dominicos de casos reservados, etcétera. Capítulo III. Diario de las grandes indulgencias que por el discurso del año se ganan en Roma que también logran los cofadres del Santíssimo Rosario visitando cinco altares. Capítulo IV. Constitución emanada para todos los predicadores de la palabra divina y remitida a todos los nuncios apostólicos, arçobispos y obispos de todo el orbe católico. Capítulo V. Cardenales que ha creado nuestro santíssimo padre».
37. R. Dilla Martí: Sant Ramon de Penyafort. Imatge, devoció i santedat (tesis doctoral inédita), Barcelona, Universitat de Barcelona, 2017.
38. V. Beltrán de Heredia: «Examen crítico de la historiografía dominicana en las provincias de España y particularmente en Castilla», Archivum Fratrum Praedicatorum, XXV, 1965, pp. 195-248; A. Esponera Cerdán: «Aproximación a la historiografía dominicana ibérica desde el Renacimiento hasta la Ilustración (siglos XVI-XVIII)», Archivo Dominicano, XXIV, 2003, pp. 107-148; y E. Callado Estela: «Historia y glorias dominicanas en la obra literaria de fray Juan Tomás de Rocabertí», en R. M.ª Alabrús Iglesias (coord.): La memoria escrita…, pp. 59-86.
39. A. Esponera Cerdán: «La escuela historiográfica del convento de Predicadores de Valencia en el siglo XVIII», en ¿Qué es la Historia?, Pamplona, 1996, pp. 397-420.
40. A. Esponera Cerdán: «El maestro fray Francisco Diago, cronista mayor de los reinos de Aragón», en E. Callado Estela (coord.): Valencianos en la Historia de la Iglesia V, Valencia, 2014, pp. 47-86.
41. J. Pastor Fluxá: Fray Jacinto Segura (1668-1751). El Norte Crítico y las polémicas con Sales, Alicante, 1986; J. Segura: Norte Crítico (edición de N. Bas Martín), Alicante, 2001; y A. Esponera Cerdán: «Fray Jacinto Segura O. P. Erudición y polémica en el Siglo de las Luces», en E. Callado Estela (coord.): Valencianos en la Historia de la Iglesia IV, Valencia, 2013, pp. 227-275.
42. Sobre el primero de los citados, véase L. Robles: «José Teixidor, vida y escritos», en J. Teixidor: Estudios de Valencia [Historia de la Universidad hasta 1616], Valencia, pp. 7-25, y A. Esponera Cerdán: «El historiador dominico fray José Teixidor», en E. Callado Estela (coord.): Valencianos en la Historia de la Iglesia III, Valencia, 2009, pp. 149-194. Con relación al segundo, véase C. Fuentes: Escritores…, pp. 145-149, y J. E. Pellicer Borrás: La Rondalla de Rondalles de Lluís de Galiana. Estudi lingüístic i edició, Valencia, 1986. Para el último caso véase C. Fuentes: Escritores…, pp. 278-280, y A. Furió: «Introducció», en B. Ribelles: Examen histórico-crítico del señorío, jurisdicción y derecho a reducirse a la Real Corona de la insigne Villa de Sueca, Sueca, 1983, pp. 11-38.
43. De esta misma etapa, aunque de una generación posterior, véase E. Callado Estela: «El historiador dominico fray Tomás Güell (†1742)», en E. Callado Estela (ed.): De Rebus Ecclesiae. Aspectos de historiografía eclesiástica sobre el siglo XVII. Homenaje al Profesor Antonio Mestre, Valencia, 2017, pp. 177-191.
44. A pesar del tiempo transcurrido desde su publicación, constituye todo un clásico al respecto el trabajo de J. Sánchez Lora: Mujeres, conventos y formas de religiosidad barroca, Madrid, 1988.
45. L. Martí: Primera parte de la historia del bienaventurado padre fray Luis Bertrán, de la Orden de Predicadores, natural de Valencia, Valencia, 1583; J. B. Roca: Historia verdadera de la vida y milagros de san Luis Bertrán, hijo de la ciudad y convento de Predicadores de Valencia y de su beatificación por nuestro santo padre Paulo V, Valencia, 1608; C. Gil Morrelles: Compendiosa relatio viri fra Ludovici Bertrandi O. P., anno MDCVIII a Paulo V beatificati, cum rescripto beatificationis summariae collecta, Colonia, 1609; V. Saborit: Historia de la vida, virtudes y milagros del beato Luis Bertrán, de la Orden de Predicadores, Valencia, 1651; y L. Loarte: Historia de la vida, milagros y virtudes del glorioso san Luis Bertrán, Madrid, 1672. Posterior sería el trabajo de F. Vidal y Micó: Historia de la prodigiosa vida, virtudes, milagros y profecías del segundo Ángel del Apocalipsis y apóstol valenciano de las Indias Occidentales san Luis Bertrán, Valencia, 1743. El mejor repertorio bibliográfico se encuentra en E. Callado Estela y A. Esponera Cerdán: «San Luis Bertrán. Un dominico en tiempos de reforma», en E. Callado Estela (coord.): Valencianos en la Historia de la Iglesia II, Valencia, 2008, pp. 137-186.
46. BUV, Ms. 933. J. Teixidor: Necrologio…, p. 343.
47. Otra biografía de este en ibíd., pp. 245-323.
48. BUV, Ms. 852 (22). J. Agramunt: Compendio de la vida y virtudes del venerable padre maestro fray Joseph Bono…, p. 867.
49. En los siguientes términos pediría disculpas al padre Agramunt la duquesa viuda doña María Teresa Colbert de Croissy, hermana del marqués de Torcy, ministro de Luis XIV: «Luego que reciví la referida carta de vuestra reverendíssima mandé se buscassen los papeles originales de la vida del padre maestro Bono que vuestra reverendíssima havía remitido al duque para que tuviesse el consuelo de leerlas. Y haviéndose hallado luego, he mandado ponerlos en poder de don Plázido Sangro, como vuestra reverencia me pide, para que por mano los reciba vuestra reverendíssima […]. Yo siento mucho el cuidado que me dize vuestra reverendíssima le ocasionaron estos papeles, aunque no podía dudar que en poder del duque jamás pudieran padezer extravío, maiormente tratando de la vida de su verdadero amigo y director el venerable padre maestro Bono, a quien nadie ignora quán de beras quiso y estimó desde que empezó a tratarle y que solo pudo ocasionar la detención y deseo que tubo de que se hiziera la imprenta al mismo tiempo que sus ocupaciones y enfermedad no se lo permitieron». Ibíd., p. 856.
50. BUV, Ms. 933. J. Teixidor: Necrologio…, p. 345.
51. Según el verso de los Proverbios Sapientia aedificavit sibi domum excidit columnas septem. La comparación es de V. Ximeno, op. cit., tomo II, p. 235.
52. BUV, Ms. 148. J. Agramunt: El Palacio Real de la Sabiduría. Idea del convento de Predicadores de Valencia. Primera parte. De los hijos que ha tenido ilustres en virtud, dignidades y letras. Véase M. Gutiérrez del Caño: Catálogo de los manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, Valencia, 1913, vol. I, p. 24.
53. BUV, Ms. 148. J. Agramunt: Tomo segundo. Vida del venerable y excelentíssimo señor don fray Juan Thomás de Rocabertí, cathedrático en la Universidad de Valencia, provincial de Aragón, general de toda la Orden de Predicadores, arçobispo de Valencia, assistente de tres sumos pontífices, dos vezes virrey y capitán general del reyno de Valencia e inquisidor general de toda la Monarquía de España, etcétera, y de otros venerables varones. De este manuscrito y su protagonista se ocuparon ya J. M.ª Garganta: «Una biografía inédita de don fray Juan Tomás de Rocabertí, arzobispo y virrey de Valencia», Anales del Centro de Cultura Valenciana, 30, 1952, pp. 322-342, y E. Callado Estela: Por Dios y por el Rey. El Inquisidor general fray Juan Tomás de Rocabertí, Valencia, 2007.
54. BUV, Ms. 149. J. Agramunt: Tomo tercero. En que se trata de los obispos, prelados, inquisidores, confessores de reyes, cathedráticos y escritores hijos de este real convento.
55. Contenía «las obras materiales, cofradrías, indulgencias, limosnas de los reyes, cortes que en este convento han celebrado los reyes, monarcas que con su presencia le han honrado, casos prodigiosos que en él han sucedido i un catálogo de los priores que le han governado desde su fundación hasta el presente día y las cosas más notables sucedidas en sus tiempos». BUV, Ms. 933. J. Teixidor: Necrologio…, p. 344.
56. Ibíd., pp. 344-345.