Читать книгу Una guía para la enseñanza de historia ambiental - Emily Wakild - Страница 9

Оглавление

Agradecimientos

Este libro condensa en una discusión uniforme décadas de experiencia en salas de clases. No es el producto de una o dos voces, sino que una cacofonía de contribuciones acumuladas de estudiantes, colegas, mentores y amigos. Este libro jamás se hubiese escrito sin la invitación de Antoinette Burton de poner en prosa nuestra práctica docente. Ella es una fuerza de todo lo bueno en la disciplina de historia y su rol progresivo tanto guía como inspiración nos entregó una salida para un tipo de escritura académica muy distinta pero profundamente necesaria. Estamos muy agradecidas de los autores en las series y de la perspicacia de varios estudiantes graduados de la Universidad de Illinois por su lectura crítica y cuidadosa del borrador inicial. La Universidad de Illinois y Duke University Press generosamente patrocinaron el taller alrededor de nuestro borrador inicial, lo que marcó la diferencia. Increíbles revisores externos entregaron críticas particularmente esclarecedoras sobre la organización, el contenido y la estructura al igual que ideas para emparejar el tono. Agradecemos profundamente su sabiduría.

Emily: La enseñanza es siempre un esfuerzo colectivo. Por lo mismo, me gustaría reconocer la importancia de varias conversaciones que sostuve con profesores y académicos con el mismo compromiso de enseñanza de excelencia, incluidos Amanda Ashley, Bill Beezley, Lisa Blee, Lisa Brady, Chris Boyer, Mark Carey, José Augusto Drummond, Sterling Evans, Dee Dee Delongpre Johnson, Jennifer Jopp, Lori Hausegger, Kevin Gosner, Claudia Leal, Nick Miller, Katherine Morrissey, Monique O’Connell, Germán Palacio, Nate Plageman, Bob Reinhardt, Myrna Santiago, Bill Smaldone, Miles Silman, Rebecca Som Castellano, Doug Weiner, David Wilkins, y especialmente el fallecido B. J. Barickman. Cada semana, Nick Miller y Lisa Brady fueron voces de razón confiables y útiles que ayudaron a mejorar la propuesta original y muchos capítulos. Darren Speece me dio excelentes sugerencias sobre el borrador inicial. Tuve el privilegio de trabajar como asistente de enseñanza en la clase de historia ambiental de Michelle en 2004, una experiencia que expandió nuestra ya sólida amistad y solidificó nuestra relación como coprofesoras. No puedo imaginar haber escrito un libro como este con nadie, y sigo aprendiendo mucho de ella.

Varias instituciones han apoyado este proyecto tanto directa como indirectamente. Los excelentes académicos de los departamentos de historia de la Universidad de Arizona, la Universidad de Wake Forest y la Universidad Estatal de Boise me han dado una gran libertad para diseñar cursos y experimentar con la docencia. Los estudiantes de cada uno de esos experimentos también merecen crédito; solo espero que algunas de las lecciones hayan resonado con ellos. La beca de la Fundación Nacional para las Humanidades 2015-2016 me dio tiempo suficiente para redactar y organizar el borrador inicial, y el Instituto de Artes y Humanidades de la Universidad Estatal de Boise me facilitó una encantadora oficina con una vista del río Boise en el Yanke Research Park. El apoyo familiar —a veces subestimado— es un componente esencial de la escritura académica y la enseñanza efectiva. Geoff y Debbie Middaugh y Chuck y Susie Wakild mostraron interés y apoyo en este proyecto de muchas maneras. Finalmente, Eric Wakild, eres un maestro inspirador por derecho propio, especialmente de los dos pequeños humanos que trajimos al mundo mientras este proyecto se gestaba, Ray y Charlotte, quienes me han distraído de escribir más que cualquier otra cosa. Mi mayor esperanza es que al enseñar historia ambiental les dejemos un mejor planeta.

Michelle: En primer lugar, me gustaría agradecer a Emily Wakild, cuya constante camaradería en la docencia y amistad de hermanas del alma ha sido una inspiración constante durante quince años. Sin ella nunca hubiera trabajado en este libro.

También debo agradecer a mis estudiantes; nuestros viajes intelectuales son uno de mis recuerdos más preciados. Aprecio a todos esos aventureros que entendieron exactamente a dónde quería ir y me siguieron felices y dispuestos incluso si parecía una locura. Ustedes fueron mis estrellas del norte, y todo lo que hice en el aula y en las horas de preparación de verano, lo hice por ustedes. También valoro a los escépticos, ustedes saben quiénes son; me hicieron reflexionar y revisar mi práctica para tratar de convencerlos a leer más, escribir feliz y pensar de buena gana. Gracias a todos por hacerme una mejor docente.

Durante muchos años el Departamento de Historia de la Universidad de Arizona ha sido mi musa en todo lo académico, incluso mientras viajaba al lado este de la ciudad durante casi una década de enseñanza secundaria, la universidad era mi hogar. Los años que pasé en el aula en la Escuela Preparatoria St. Gregory College alimentaron gran parte de la experiencia que he compartido aquí. A los administradores, como Jonathan Martin, quien alentó la autonomía académica y las prácticas de instrucción innovadoras y rigurosas, y a mis muchos colegas que compartieron mi pasión por la docencia, siempre estaré agradecida.

En la universidad, la docencia no siempre es el énfasis, y los que pasan tiempo en su oficio a menudo son alentados a centrarse en su investigación, ya que eso es lo que finalmente les permitirá obtener “un trabajo”. No obstante, mi experiencia en la Universidad de Arizona no podría haber sido más diferente gracias a mis mentores y colegas, a quienes les encantaba enseñar tanto como a mí y me alentaron en lo que yo considero mi vocación. Entre ellos, y en ningún orden en particular, están Karen Anderson, Katherine Morrissey, Sally Deutsch, Reeve Huston, Kevin Gosner, Steve Johnstone, Alison Futrell, B. J. Barickman, Doug Weiner, Linda Darling, Luke Ryan y Jodie Kreider. En St. Gregory tuve el honor de trabajar con educadores (incluidos muchos entrenadores) que entendían y privilegiaban el enfoque centrado en el alumno hasta el punto de que me obligaron a ser una mejor docente. Entre ellos se encuentran Paul Baranowski, Kate Oubre, Dan y Elizabeth Young, Vic Acuna, Ashley David, Shannon Smith y Angela Earnhart. También tuve la fortuna de ir a la mejor escuela de pregrado de enseñanza del país (Colorado College), y siempre estaré agradecida de Anne Hyde y Doug Monroy por todo lo que me enseñaron.

No hace mucho leí un artículo compartido por Karen Anderson que sostiene que aquellas personas cuyo trabajo es su vocación tienden a agotarse antes que aquellas que consideran el trabajo solo como trabajo. Me temo que podría haber caído en esa categoría si no hubiese sido por mis amigos y mi familia. Mis padres siempre han alentado mi erudición y mi espíritu de sabelotodo. Ahora mi padre puede dejar de preguntarme, “¿Cómo va el libro?” Mi hermano, Mike, mis sobrinos, Mark y Matthew, y mis increíbles suegros (Kay, Rich, Joe, Merc, Hayden, Gabby, Carlene) todos aceptan mi extraña obsesión con la educación e incluso la alientan. Mis mascotas peludas me recuerdan que todo lo que realmente necesitamos en la vida es algo de ejercicio, buena comida y un abrazo. Mis amigos me han ayudado a mantener los pies en la tierra durante quince años de docencia con buen humor, vino y conversación (a menudo sobre la docencia). Estoy especialmente agradecida por Adam Geary, Megan Mulligan, Leslie Kim (y su familia), Emily Brott, Chris Martin, Christine Thornton, Brian Henry, Melissa y David Cornell, Emma Finkelstein, Alyssa Metcalf, Ariella Faitelson y Matt y Steph Teller.

Más que nadie, estoy agradecida por Anne Stolcis, mi compañera durante veinticinco años. Ella no solo me animó a lo largo de este proyecto; ella realmente piensa que la docencia es genial y me ha permitido esforzarme continuamente para perfeccionar mi pasión. La vida con ella es hermosa.

Una guía para la enseñanza de historia ambiental

Подняться наверх