Читать книгу Historias del calcio - Enric González - Страница 14
ОглавлениеANTONIO CASSANO, POETA
LUNES, 01-03-2004
Ya que hablamos de poesía, de fugacidad inolvidable, recordemos que entre los poetas hay de todo.
Foix vigilaba la caja de la pastelería familiar en Sarrià y Panero era mediopensionista de manicomio. Baudelaire se autodestruyó y Rimbaud destruyó a otros con su negocio de esclavismo.
Hablando de lo mismo, Beckenbauer, que de joven fue el mejor medio centro de todos los tiempos, se refugió después en la cueva del líbero, donde no se falla nunca porque toda la responsabilidad es de los marcadores; Cruyff, que fue Cruyff, hizo en el Ajax lo que nadie había hecho desde Di Stefano, dio una gran Liga al Barça y luego pasó años pegado a la línea izquierda, presto a sacar de banda; Pelé lo fue todo porque el Gobierno brasileño le declaró intransferible y le reservó para los grandes acontecimientos internacionales.
Los arriba mencionados fueron poetas inmortales, destinados a custodiar la Academia.
Hubo otros que murieron en cuanto perdieron de vista el balón. Best se abrazó al alcohol, como Garrincha. Maradona se sostuvo con cocaína. Gascoigne ni se abrazó ni se sostuvo: se abalanzó a mitad de carrera sobre la cerveza y los triglicéridos.
El calcio dispone hoy de dos jóvenes poetas.
Kaká, de 22 años, en el Milan, es guapo, longilíneo, culto, de vida equilibrada y de movimiento vertical sobre el césped; seguramente disfrutará de una larga vida deportiva, ganará títulos, recibirá honores y administrará su gloria con inteligencia.
Cassano, de 21 años, en la Roma, es un delantero decididamente feo y payaso. Viene del sur, de Bari, una zona pobre de tradición griega y albanesa. Los objetivos de los fotógrafos le persiguen durante el partido: pide la botella de agua para remojar al masajista, rompe a patadas el banderín de la esquina, se quita la camiseta o se baja los pantalones, según exija la ocasión, y disfruta el fútbol.
Uno teme que Antonio Cassano, poeta, pertenezca a la estirpe de los malditos. Un tipo como él no puede crear tanta belleza y quedar impune. La poesía es condensación, compresión de códigos en unos pocos signos. Y a eso se dedica Cassano en ese palmo cuadrado del área hacia el que confluyen el portero y un par de defensas y en el que un segundo es una vida.
Cassano no es de los que rematan al bulto: eso es periodismo. Tampoco piensa en cómo ha llegado ahí el balón ni en cómo marcar: eso es novela.
Por supuesto, no busca el penalti: eso es ensayo.
Los pies de Cassano intuyen y sienten: adivinan dónde hay un vacío, cuánto se puede esperar, quién está en cada lugar y por qué. Y, mientras marca, ríe. Además de feo, es cruel y desconsiderado.
A Cassano, poeta, habrá que disfrutarlo mientras dure. Para los amantes de cosas menos efímeras, también en la Roma está Francesco Totti, que, a día de hoy, es el mejor futbolista del mundo. Aunque quede feo decir cosas tan gruesas de forma tan brusca.