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PREFACIO

Ha pasado cerca de una década desde que llegó a mis manos un registro contable de la oficina del Maestre Racional de Valencia de características peculiares. Poco antes, un grupo de compañeros de esta y otras universidades españolas habíamos suscrito el primero de varios proyectos de investigación que, centrado en el análisis de la actividad de los primeros tribunales inquisitoriales, congregarían nuestro interés a partir de entonces. Sin duda alguna, para quien había dedicado veinte años de su investigación al estudio del mundo comercial local en el siglo XV, centrado en el análisis de documentación notarial y, excepcionalmente, de la contabilidad privada, consultar aquel registro era abrir una pequeña caja de sorpresas reconfortantes. El volumen, lejos de la sobriedad repetitiva de otros registros de contabilidad pública fiscalizada por aquella oficina, contenía una estimación del patrimonio de una empresa bancario-mercantil de finales del siglo XV y de una familia cuyos bienes habían sido embargados por los jueces inquisitoriales. En ese contexto, a lo largo de los folios, se detallaba la estructura de la empresa, la nómina de factores y corresponsales y los diferentes tipos de negocios que otorgaban una perspectiva general de su organización que, de otra manera, solo se podría obtener a través de un fatigoso vaciado de documentación notarial. Y, probablemente, ni siquiera así. Además, tanto el principio como el final del registro recogían la correspondencia cruzada entre el oficial regio y el monarca Fernando II, donde se daba cuenta de la huida de los propietarios del banco y de las medidas adoptadas para su captura y el embargo de sus bienes.

Una primera lectura superficial del registro evidenciaba que aquella no había sido una empresa mercantil cualquiera. Por la cantidad de mercancías señaladas, por el volumen de sus activos y deudas, por la red de operadores comerciales que utilizaba en Europa y por su actividad bancaria, de la cual ciertamente no es fácil encontrar rastro en la documentación notarial desde el mismo momento en que se perfeccionaron los procedimientos contables, aquel banco había tenido unas dimensiones importantes para lo que eran las características generales del capital mercantil valenciano en los siglos bajomedievales. Se hacían llamar els hereus de Martí Roís y, en principio, era el negocio de tres hermanos: Gonçal, Martí y Gil.

Vaya por delante que el libro contable y sus protagonistas eran conocidos por la historiografía local que había abordado la actividad de los primeros tribunales inquisitoriales del distrito. Por ejemplo, en su primera obra sobre el tema, García Cárcel los citaba en su descripción de la élite de descendientes de conversos de judío perseguidos por la Inquisición valenciana: «Los 42 “potentados” fueron los siguientes: Gil Roiç, Martín Roiç, Jaume de Santángel [a los que seguía un elenco de personas que no reproducimos] [...]. De entre ellos destacan extraordinariamente Gil y Martín Roiç, con bienes por valor de medio millón de sueldos». Mención que iba acompañada de una referencia más intrigante: «La Inquisición generó un curioso trasmundo de sobornos y actividades poco claras: proteccionismo dispensado a determinadas personas como los Roiç [...]».1 Ni en una ni en otra alusión se adjuntaban referencias archivísticas, si bien es evidente que la primera afirmación solo podía hacerse tras la consulta de la documentación del receptor del tribunal. En cualquier caso, al menos en la Tran sición democrática de este país, la historiografía había advertido la significación social y empresarial de la banca Roís, si bien, como sería frecuente desde entonces, en un marco confuso de información cruzada relativa a diferentes parientes que hacían la historia de esta familia casi ininteligible. Por ejemplo, cabía preguntarse por qué los Roís huyeron si eran conscientes de poder obtener protección política y judicial por medio de sobornos.

La posibilidad de aunar en un mismo objetivo el mundo mercantil, que había trabajado hasta entonces, con los ambientes conversos perseguidos por la Inquisición –motivo de la constitución del equipo de investigación–, me animó a indagar sobre esta familia y sus actividades profesionales. Más aún, cuando la historiografía ya había destacado el potencial económico de la empresa. En otras de esas enigmáticas (por la carencia de referencia archivística) afirmaciones, Ventura describía el volumen demográfico de la comunidad conversa y su enraizamiento en la sociedad local de finales del siglo XV, remachando: «[...] i, sobretot, hi havia una llarga rastellera de notaris, de mercaders, d’artesans i de negociants (que, ja practicaven, com els Roís, els mètodes més moderns del capitalisme comercial), que acabaren per figurar en les llistes dels reus inquisitorials».2 En principio, la investigación exigía ampliar los datos en varios frentes. Por de pronto, resultaba necesario confirmar que el mencionado padre era el comerciante Martí Roís, que había tomado la ciudadanía valenciana en 1417, procedente de Teruel. Así lo parecía en principio, pues tenía un hijo que, hacia la década de 1440, trabajaba con él, llamado Gonçal, según señalaban los contratos notariales. Aun así, ello implicaba profundizar en sus orígenes sociales, la comunidad conversa de aquella villa aragonesa, pero sobre todo exigía colmar el vacío documental que se abría entre el final de aquella década, límite inicial de mis investigaciones sobre comercio valenciano bajomedieval, y la época del registro recogido en la serie de Maestre Racional, finales de la década de 1480. Suponía un esfuerzo de búsqueda de los notarios que habían trabajado tanto para el padre como para sus hijos en las décadas siguientes. Sobre todo, hallar algún escribano que diera cuenta de los vínculos de parentesco de los personajes cuyas biografías confeccionaba, permitiendo en la medida de lo posible la reconstrucción de los ambientes y de las redes de sociabilidad sobre las que se apoyaban. Asimismo, la consulta de la documentación generada por las instituciones públicas, en todos sus niveles, desde la administración municipal hasta la regia, debía permitir calibrar el grado de solidez de los lazos mantenidos con aquellas instituciones y las posibilidades de disfrute de los beneficios ofrecidos por la relación con o la pertenencia a la élite dirigente, bien a través de cargos de representación política, bien por la participación en los mecanismos de reproducción económica que el sistema urbano permitía (compra de deuda pública, arrendamiento de impuestos, obtención de subvenciones, etcétera). Toda esta información debía describir una tendencia que permitiera evaluar la trayectoria vital de la familia desde la consolidación de la empresa familiar, durante la vida del supuesto padre, hasta la época próxima a la mencionada desaparición de la ciudad. De hecho, esos se han convertido al final en los límites cronológicos formales de la investigación realizada: 1417, el año del asentamiento de Martí Roís padre en la capital del reino, de la que se convirtió en ciudadano; 1487, la desaparición nocturna de sus hijos Martí y Gil, que precipitaría su condena y el embargo de sus bienes y de los capitales de la empresa. Ciertamente, ni uno ni otro límite cronológico arropan bien la historia de la familia: antes de su asentamiento en Valencia, el linaje converso Ruiz estaba amasando una pequeña fortuna con el negocio de la lana y destacaba entre la oligarquía de Teruel, lo que llevaría a algunos de sus miembros a rondar Valencia antes de que Martí Roís jurara la ciudadanía valenciana; tras la huida de los dos hermanos, Gonçal y, sobre todo, su familia y otros parientes consanguíneos y afines debieron sufrir la persecución judicial y el trato deshumanizado dispensado por los oficiales del tribunal a lo largo de una época que se deslizaba por los primeros años de la centuria siguiente. En cualquier caso, una fecha y otra eran suficientemente representativas de las dos fases que caracterizaron a la historia familiar: la época del enriquecimiento y éxito social; el momento de su ruina y zozobra.

En este último caso, se abría un segundo frente de análisis. Si, como el registro de la oficina del Maestre Racional parecía sugerir, algunos de los propietarios del banco habían huido, razón que había motivado el embargo de sus bienes, los datos ofrecidos en algunos trabajos históricos generaban discrepancias puesto que los situaban en la ciudad después de la fecha de su desaparición y búsqueda.3 Implicaba que habían regresado y, lo que es más extraño, habían sido perdonados. Se hacía necesario, por tanto, reconstruir la historia procesal de la familia y de la red de parentesco, empezando desde la nada, puesto que el estudio del grupo se había limitado a las ramas turolenses procesadas. En esta parcela, los años han pasado a gran velocidad con el vaciado anual de los fondos inquisitoriales del Archivo Histórico Nacional, esfuerzo compartido del que es deudora esta investigación y que debo agradecer a mis compañeros: mi hermano José María, quien hizo llegar a mis manos el registro del Maestre Racional, Rafael Narbona, Manuel Ruzafa y José Bordes. En parte, este estudio es fruto también de su trabajo, o de un esfuerzo colectivo. El vaciado de la heterogénea y barajada documentación que se conserva en la subserie de Varia debía procurar reconstruir las desdibujadas redes familiares que la homonimia enredaba en una maraña intrincada, donde los personajes huidos reaparecían al cabo de los años trabajando en sus negocios o presos en la cárcel del Santo Oficio. Hasta tal punto la homonimia familiar generaba esa confusión que, en la época de vida de aquellas personas, los escribanos de las distintas instituciones (Inquisición, municipio, notarios, etcétera) tendían a esclarecer sus identidades utilizando el nombre propio del padre como apellido del personaje tratado, lo que les permitía diferenciar con más nitidez entre un Gonçal de Martí Roís y un Gonçal de Gonzalo Roís. Para facilitar la distinción también tomé la decisión de combinar la grafía onomástica valenciana y castellana en toda la red de parentesco, dando origen a fórmulas híbridas como en el último caso citado: un padre turolense cuyo hijo juró la ciudadanía valenciana.

Los estudios del ambiente de represión religiosa y de la historia procesal de los miembros de la familia presentaban serias dificultades, porque los fragmentos de los procesos y de los registros administrativos del Santo Oficio se encuentran dispersos entre los cientos de legajos reunidos en esa subserie del archivo del tribunal de distrito de Valencia. Por tanto, la investigación exigía recoger la mayor cantidad posible de fragmentos de procesos para aclarar el destino de los diferentes componentes de la red de parentesco. Sin embargo, si se trataba de analizar las motivaciones que llevaron a ciertos miembros de la familia a fugarse de la ciudad, también era necesario tener una imagen más detallada de la dinámica de los tribunales inquisitoriales valencianos, pues los primeros análisis realizados dejaban constancia de que los conocimientos historiográficos sobre la Inquisición valenciana eran muy superficiales y muchos de los datos sobre los que se basaban, erróneos cuando no directamente falsos.

En conclusión, la enorme cantidad de datos recopilados sobre los diferentes miembros de la familia Roís destaca por su heterogeneidad: desde contratos empresariales cerrados a lo largo del siglo en las mesas notariales de la ciudad, pasando por los restos de sus libros de cuentas o de testamentos de la familia desperdigados entre la documentación inquisitorial, que una vez atrajeron la atención de jueces y fiscales para después descansar olvidados en sus archivos tras perder su utilidad procesal, hasta los fragmentos de sus expedientes judiciales desperdigados entre lejanas signaturas de legajos documentales. Todos ellos se fueron sumando a aquel primer registro contable del Maestre Racional y a los otros muchos que darían cuenta de la liquidación del patrimonio de los condenados, para contribuir a relatar la historia de esta familia. Quizá el trabajo aquí presentado pueda considerarse un ejercicio de biografía modal,4 como me planteaba no sin ciertas dudas hace un tiempo.5 La historiografía de hace unas décadas consideraba, con muy pocas pruebas documentales a su alcance, que la comunidad hebrea, posteriormente la conversa, había protagonizado el esplendor intelectual, casi social, de la ciudad de Valencia. Recuperamos la misma cita, líneas arriba:

[...] I és que, nobles, mercaders, artesans, intel·lectuals o bé homes de lleis, els conversos d’origen judaic constituïen un percentatge important de la societat valenciana de finals del segle XV. A més de literats, hi havia també músics, orfebres, escultors i pintors coneguts; i, sobretot, hi havia una llarga rastellera de notaris, de mercaders, d’artesans i de negociants [...].6

A día de hoy, y con más información en nuestras manos, preferimos ser más cautos en estas afirmaciones que ignoraban las dinámicas demográficas y sociales que determinaron la trayectoria de la sociedad capitalina. En cualquier caso, tras muchos años de investigación, tengo la certeza de que el caso de la familia de los banqueros Roís solo podría ser representativo de una muy reducida élite de profesionales de ascendencia conversa que, a pesar de la acumulación de capital y patrimonio, fueron desalojados de las posiciones de privilegio al final del último siglo medieval. Desde luego, su trayectoria en nada es comparable a la de la mayor parte del grupo de ascendencia conversa, mercaderes mediocres y pequeños maestros artesanos, cuyo destino fue más lúgubre, si eso es posible.

Las informaciones obtenidas se han organizado en tres capítulos. El primero da cuenta de los esfuerzos del padre por hacer crecer una empresa mercantil recién instalada en la ciudad de Valencia, así como de sus estrategias en la constitución de unas redes de apoyo social que permitiera su inserción en la sociedad local. El segundo traslada los mismos planteamientos al período de gobierno de la empresa, constituida como banco, por los tres hijos del mercader turolense y el proceso de promoción social que los llevaría a forzar las puertas de la aristocracia urbana. Y el tercero y último es el hundimiento de todos sus sueños y aspiraciones, cuando se estaba produciendo la transición a la siguiente generación, consecuencia del asentamiento de los tribunales inquisitoriales en Valencia y de la represión social de la comunidad de ascendencia conversa.

1 R. García Cárcel: Orígenes de la Inquisición española. El tribunal de Valencia. 1478-1530, Barcelona, Ediciones Península, 1985, pp. 160-161.

2 J. Ventura Subirats: Inquisició espanyola i cultura renaixentista al País Valencià, València, Eliseu Climent editor, 1978, p. 14. Las investigaciones desarrolladas durante la década de los años noventa, en especial aquellas que acumulaban datos procedentes de las actas notariales de finales del siglo XV, constataron de manera fehaciente la trascendencia de la banca Roís. Por ejemplo, D. Igual Luis y G. Navarro Espinach: «Los genoveses en España en el tránsito del siglo XV al XVI», Historia, instituciones, documentos, 24 (1997), pp. 307, 323 y 325-326.

3 Pongo un ejemplo que –sin pretender señalar a nadie, puesto que al fin y al cabo suponía la aportación de información en su momento– nacía en el desconocimiento y generaba más desconcierto. Dice la autora, y es una traducción libre mía: «Galceran Adret aparece a este respecto como un modelo [...] Su matrimonio con Isabel, hermana de Gonsal d’Alfons Roís, le había permitido aliarse a una de las más ricas familias de banqueros conversos de Valencia». Para añadir en las páginas siguientes: «De 1491 a 1494, es de nuevo una gran familia de conversos que acapara la recaudación de impuestos, la de los Roís, dinastía de cambistas, banqueros y comerciantes [...]» (J. Guiral: «Convers á Valence à la fin du XV s.», Melànges de la Casa de Velàzquez, 11 (1975), pp. 89 y 91, respectivamente). Pues no, nada de dinastía de banqueros. Los únicos que fueron banqueros son los que se investigan en este libro y, tras su huida o defunción en 1487, nunca volvieron a ejercer la profesión en Valencia. Sus primos, unos más cercanos, otros más lejanos, nunca fueron banqueros. Finalmente, estoy convencido de que eran más conversos en la mente de algunos historiadores actuales que en la realidad de sus vidas pasadas, que no gestionaban como grandes entramados de parentesco amplio, todos viviendo juntos, apretujados, todos llevando los negocios en común. De hecho, no he encontrado ninguna evidencia de contactos entre los propietarios del banco y los hijos de Alfons Roís, mercader turolense afincado en Valencia décadas más tarde. Simplemente compartían un apellido. Nosotros los hemos encerrado artificiosamente en un mundo inextricable de vínculos familiares secretos. En cualquier caso, sirva el ejemplo para demostrar que, desde aquel lejano año de transición política contemporánea, la historiografía ha asumido esas cronologías confusas. En la reciente actualización de su obra casi iniciática, Belenguer Cebriá recogía de la autora francesa el mismo dato: «Así, familia de conversos eran los Ruiz, cambistas, banqueros y mercaderes que [...] se hicieron con su arrendamiento entre 1491 y 1494» (E. Belenguer Cebrià: Fernando el Católico y la ciudad de Valencia, València, Universitat de València, 2012, p. 186). A partir de finales de la década de 1990, nuevos datos hallados hacían sospechar ya del temprano destino de la banca Roís (R. Narbona Vizcaíno y E. Cruselles Gómez: «Espacios económicos y sociedad política en la Valencia del siglo XV», Revista d’Història Medieval, 9 (1998), p. 212).

4 F. Dosse: La apuesta biográfica. Escribir una vida, València, PUV, 2007, pp. 218-223.

5 En este sentido, hace años, cuando aún la investigación estaba en una fase inicial, publicamos un primer resultado que contenía errores y carencias informativas y que esta monografía pretende subsanar en la medida de lo posible. El trabajo era E. Cruselles Gómez: «Historia de vida en la persecución inquisitorial: la familia Roís en Valencia, 1417-1519», en J. M. Cruselles Gómez (coord.): En el primer siglo de la Inquisición española. Fuentes documentales, procedimientos de análisis, experiencias de investigación, València, Universitat de València, 2013; que vio una versión en valenciano, cuyo título fue modificado por los duendes de la imprenta, haciendo posible el vínculo tan soñado noble-converso: «Històries de vida en la persecució inquisitorial. La familia Roís de Corella (1417-1519)», Afers, 73 (2012), pp. 625-644.

6 J. Ventura Subirats: Inquisició espanyola, cit., p. 14.

Fortuna y expolio de una banca medieval

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