Читать книгу Pinceladas del amor divino - Erna Alvarado Poblete - Страница 80

16 de marzo Ser esposa

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“Las esposas deben estar sujetas a sus esposos como al Señor” (Efe. 5:22).

En audiencias conformadas por esposos y esposas, he observado con curiosidad y asombro una sonrisa de beneplácito en los varones y un ceño un tanto adusto en las damas cuando leo literalmente lo que dice la Biblia acerca de la postura de la esposa frente al esposo: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (Efe. 5:22, RVR 95). Me imagi­no que esto es consecuencia de la comprensión equivocada que algunos tie­nen acerca de la sumisión de la esposa de la que Dios habla en su Palabra.

Si entendemos que la sumisión pone a la esposa en una situación de so­metimiento e inferioridad, donde su voluntad está sujeta a la voluntad del es­poso y no tiene libertad de decisión, es lógico pensar que las damas se sientan incómodas con tal concepto. Es en este punto donde debiéramos pregun­tarnos: ¿Debe la esposa cristiana estar sujeta a su marido? ¿Es un mandato que sigue vigente para las esposas de hoy? ¿Y qué significa estar sujeta a él? Recordemos que la Palabra de Dios es eterna, inamovible a pesar del tiempo. La sumisión bíblica pone a las esposas en una posición de privilegio; las sitúa bajo la protección y el cuidado de un hombre que las respeta y las ama en la prosperidad y en la adversidad. La mujer sujeta a su esposo no se convierte en su propiedad, no se queda sin voluntad ni sin capacidad de tomar deci­siones por sí misma.

Sujeción no es servilismo; es reconocer el rol que el esposo tiene en el hogar. Dios no es honrado cuando las esposas usurpan el liderazgo del es­poso, anulando su personalidad y menospreciando lo que hace por ella y por la familia. He visto a mujeres agobiadas y cansadas, entre ellas yo misma, en el intento por tener el control total y absoluto de la familia, incluyendo al es­poso. La naturaleza masculina fuerte, decidida y concreta es necesaria para disciplinar y educar a los hijos, para sostener a la familia y para proteger a la esposa.

Bajo el liderazgo de un esposo que se sujeta a Dios, las esposas están se­guras y protegidas, tratadas como vaso frágil y en condición de servir a la fa­milia con gozo y gratitud. Quizá hoy sea un día para que mires a tu esposo con admiración por lo que hace por la familia y para que demuestres tu agradeci­miento con unas cuantas palabras de aprecio y elogio.

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