Читать книгу La gestión de la escasez de agua y de las sequías por parte de las entidades locales: guía para una gestión eficiente - Estanislao Arana García - Страница 6

1 El fenómeno de la sequía 1.1. LA CRECIENTE CONCIENCIA INTERNACIONAL SOBRE LA SEQUÍA Y LA GESTIÓN DEL AGUA

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El agua, como recurso, ha venido siendo un importante motor del desarrollo de las sociedades en diferentes partes de la historia. La disponibilidad, los sistemas de abastecimiento y el manejo de los recursos hídricos existentes en cada momento histórico y espacio geográfico ha condicionado el grado de bienestar de sus ciudadanos y de progreso de una sociedad, y por ende, su impacto y posición geoestratégica. Desde las sociedades antiguas como Roma, Egipto, o el Imperio Islámico, pasando por los Mexicas al otro lado del Atlántico, los sistemas de abastecimiento de agua han ocupado una posición principal en el desarrollo de los pueblos1. El agua ocupa una posición central para la propia subsistencia humana, pero también es fundamental para la garantía de unos estándares mínimos en materia sanitaria o de higiene, que hace que tenga incidencia directa en sectores variados como la seguridad alimentaria, la producción de energía, la productividad industrial, el turismo, el transporte de mercancías, la biodiversidad, etc. El avance y perfeccionamiento de los diferentes sistemas de abastecimiento y saneamiento ha dado lugar a la industrialización y la urbanización de las diferentes colectividades, aumentando el número de usuarios y contribuyendo así a la generación de economías de escala2.

Sin embargo, este mismo aumento exponencial de los usuarios de los sistemas urbanos engendra nuevos retos para los sistemas de abastecimiento de agua para consumo humano en las grandes ciudades respecto a la calidad y disponibilidad del agua. La extracción, transporte, tratamiento y puesta a disposición del agua para consumo humano en las ciudades ha dado lugar a una alteración de la disponibilidad natural de este bien en Cuencas y acuíferos, lo cual, unido a las variaciones en la precipitación y los niveles de evaporación –fruto, a su vez, del cambio climático– han convertido la escasez en un elemento fundamental en la gestión municipal del agua3. Este problema, además, se ha visto agravado durante el último medio siglo por los evidentes efectos del cambio climático, que ha provocado la subida generalizada de las temperaturas, generando nuevas zonas desérticas o semidesérticas, al tiempo que ha derivado en un aumento y variación de patrones de los episodios extremos de inundaciones –donde el terreno es incapaz de retener los recursos hídricos– y sequías o escasez de recursos hídricos4.

En caso de prolongados períodos de sequía se pueden apreciar graves consecuencias como puede ser la hambruna, la pérdida de cultivos o de ganado debido a la escasez de agua, entre otros. De esta forma, diferentes estudios han demostrado cómo la escasez de agua incide directamente en la calidad de la misma, tanto para el riego como para el consumo humano5, lo cual puede derivar, a su vez, en una mayor proliferación de enfermedades infecciosas6. Si nos centramos en el medio ambiente, los daños pueden llegar a ser, en algunos casos, irreparables. Son fácilmente imaginables, en este sentido, los daños producidos a la biodiversidad de una zona por la falta de agua, así como los daños que se puedan producir en los hábitats de determinadas especies tanto de plantas como de animales.

Del mismo modo, directamente relacionado con estos períodos de sequía se encuentra el aumento de la tasa de incendios forestales. Según los datos estadísticos disponibles, podemos apreciar cómo en los últimos años hemos podido, lamentablemente, el número de incendios ha sido especialmente alto, ya no sólo por los veranos especialmente secos de territorios como la comunidad autónoma de Andalucía o no sólo en España, sino también debido al aumento de las temperaturas a consecuencia del cambio climático7. Así, incendios en épocas recientes como los del Parque Nacional de Doñana, incendios en Galicia, Gran Canaria, o en el extranjero, como Australia o California, nos proporcionan una visión de la gravedad global de este problema8.

Otra de las consecuencias de la sequía, y que sin duda afecta enormemente al medio natural, es la aparición de plagas. Durante estos períodos de sequía, las condiciones que se dan tanto en el clima, como en elementos del medio natural, provocan que aparezcan plagas y enfermedades con mayor frecuencia, lo que sin duda es un problema añadido y que será necesario combatir9.

Para combatir todos estos problemas y otros derivados de un período de sequía es necesario tener unos instrumentos jurídicos que permitan prevenir estas situaciones y no sólo combatirlas una vez ya han surgido. Pero, sobre todo, como consecuencia última, debemos ser conscientes de que las sequías y la escasez suponen una afectación directa al suministro y a la garantía de un recurso que se configura como un derecho fundamental, tal y como ha sido reconocido por la Asamblea General de Naciones Unidas, que en su Resolución 64/292 de 28 julio 2010 reconoce que el derecho al agua potable y al saneamiento es un Derecho Humano esencial para el pleno disfrute de la vida y del resto de derechos humanos10. El suministro de agua dulce y el agua potable es una de las víctimas más evidentes y más directas del cambio climático, de tal forma que la ciencia ha identificado la adaptación de estos sistemas como una de las claves para conseguir acomodar el consumo a la nueva realidad de escasez y, al tiempo, reducir los potenciales efectos que un excesivo consumo de agua pueda tener en el entorno natural11.

Las sequías e inundaciones son fenómenos meteorológicos extremos que siempre han existido, pero en los que, sin embargo, el cambio climático ha producido un efecto de intensificador, de modo que diversas manifestaciones internacionales han puesto sobre la mesa la existencia de esta alerta. El reciente informe Impactos y Riesgos derivados del cambio climático en España, fruto del impacto del cambio climático en los recursos hídricos, se espera un aumento generalizado en la intensidad y magnitud de las sequías meteorológicas e hidrológicas bajo escenarios de cambio climático, debido principalmente al aumento de la evapotranspiración y, secundariamente, a la reducción de las precipitaciones12. Otros informes internacionales muestran cómo las sequías serán más frecuentes, durarán más y serán más intensas con un calentamiento global de 3 °C en 2100, de manera que las pérdidas por sequía podrían ser 5 veces mayores que en la actualidad, especialmente en las regiones mediterráneas13. La creciente conciencia a nivel internacional sobre esta problemática llevó, en la COP21, en la que se aprobó el Acuerdo de París Contra el Cambio Climático, a que los diferentes representantes de gobiernos, organizaciones internacionales, de proveedores de fondos, de organismos de cuencas nacionales y transfronterizas de ríos, lagos o acuíferos, de las autoridades locales, de la sociedad civil y empresas afianzaron el compromiso para el tratamiento de los problemas de escasez y de suministro de agua, las cuencas de los ríos, lagos y acuíferos y en los grandes humedales14.

La gestión de la escasez de agua y de las sequías por parte de las entidades locales: guía para una gestión eficiente

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