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OTRO NUEVO NOMBRE
ОглавлениеESE DÍA ESTUVE MÁS DISTRAÍDO que de costumbre, lo que ya es mucho. Lo único que me sacó de la gran pregunta (“¿quién era ese tío Leoncio?”) fue que el Aarón intentó comerse mi sándwich de jamón (por lo que se ganó un “colocado no cobra”). Y también me distrajo la llegada de una nueva profesora.
Habíamos vuelto del recreo y estábamos listos para una guerra de bolas de papel, cuando se abrió la puerta y no entró nuestra miss de Artes Visuales de siempre. Nosotros esperábamos a la miss Giner, que era muy simpática, tan simpática que nunca nos retaba. Y en cambio entró una profesora que lo primero que hizo fue hacernos callar. A continuación, nos dijo que sacáramos un papel y un lápiz para… ¡hacer una prueba! Cuando Sepúlveda, que es el presidente de curso, intentó protestar, la nueva profe le dijo fuerte y claro:
—¿Perdón? ¿Usted, señor… (ahí Sepúlveda dijo despacito “Sepúlveda”) usted, señor Sepúlveda, pretende decirme cómo hacer las cosas? Tome asiento y saque el lápiz y el papel. Y no quiero más interrupciones.
Esto es lo que se llama un duro aterrizaje después de las vacaciones. Nos estábamos mirando en el más absoluto silencio (solo se escuchaba la guata del Aarón crujiendo, porque no le había dado mi sándwich) cuando la profesora comenzó a hablar en otro tono.
—Bien. Es una sola pregunta y quiero que la contesten con la verdad. No me interesa que intenten parecer inteligentes, ni que comiencen a poner las cosas que les han dicho sus papás, ni tampoco lo que dicen en la televisión en esos canales del cable culturales. Quiero que cierren los ojos para pensar, que busquen en su cabeza la respuesta y que sean sinceros. Porque yo sé detectar a los mentirosos… La pregunta es: “¿Qué es el arte?”. Piénsenlo antes de ponerse a escribir porque me interesa la verdadera opinión de cada uno.
En ese minuto nos quedamos perplejos. Lelos. Gélidos. Brígidos. Para nosotros la clase de Artes Visuales era dibujar en perspectiva y hacer monos de plasticina (y la guerra con bolas de papel). Y esto de tener que “mirarnos el interior” para hacer una prueba, y además con una sola pregunta y sin punto base, estaba fuera de lo que podríamos imaginarnos.
Somos niños, por favor.
Entonces, cuando todo el curso estaba mirando el techo en busca de inspiración (en vez de mirarnos el interior como dijo la profe, porque ahí estaba el estómago, creo), ella anotó algo en la pizarra.
—¿Es materia, profesora? —preguntó Sepúlveda.
—No, Sepúlveda, es mi nombre: soy Coddou, miss Coddou.
Le faltó decir “con licencia para matar”. Uf.