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AHORA SOY ADULTO

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UNO COMO NIÑO TIENE sus rutinas. Esto es culpa de los papás que nos han educado así. En serio. A mí, por ejemplo, me cuesta dormir si no me he lavado los dientes.

Broma.

Mentira, cayeron. Me duermo igual, pero despierto con un tufo espantoso y con los dientes peludos.

Pero sigamos. Ese día (que podemos llamar “el día Leoncio-Coddou”) mis rutinas se vieron muy cambiadas. Y cuando llegué a la casa, más aún.

Yo pensaba que mi papá iba a estar muy triste y la verdad es que estaba más raro que triste. Cuando entré a la casa él estaba sentado en el living haciendo “cof, cof”. Es esa tos que le sale cuando se pone nervioso. Mi mamá, que estaba sentada al lado, tenía más pinta de luto que él. Por lo silenciosa, digo. Pero ni tanto.

Me pidieron que me sentara.

Insólito.

La única vez que me habían pedido sentarme en el living fue para hablarme de cómo las abejas hacían el amor (aunque ellos insistían en usar la palabra “reproducirse”). Ahora el tema era otro.

—Julio —dijo mi mamá (que cuando no me dice Julito es como para preocuparse)—, esta mañana falleció un tío abuelo de tu padre, el tío Leoncio.

“Cof” hizo mi papá.

—Tenía 101 años y ningún hijo. Somos sus únicos parientes.

“Cof, cof”, fue el nuevo aporte de mi papá.

—Mañana es el entierro en el sur y con tu papá (“cof”) tenemos que ir. Beltrán y tú se quedarán con la Clementina. Tú la conoces y, como te he contado, ella me cuidaba cuando yo era niña…

—Julio, no te rías —eso se lo dijo a mi papá, que hacía “jof, jof, jof”—. Ya sé que está un poco mayor.

¿Perdón, mamá? (esto lo pensé yo, para que no se confundan). ¡¿Un poco?! ¡Es prejurásica!

—Por lo mismo, te pido que la ayudes y que te preocupes de tu hermanito. La Clementina va a necesitar de tu colaboración porque justo mañana llega una amiga mía que vive en Europa. Se llama Karla, con K, y fue mi mejor compañera en el colegio. Es artista y viene a Chile porque tiene una exposición y, como no tenía donde alojarse, la invité. Y por lo de tu tío Leoncio, justo no voy a estar cuando llegue. Necesito que te comportes, porque vas a ser el adulto de la familia en esta casa.

Adulto. Hum. Mientras me pasaba todo tipo de películas (yo con pantuflas, una bata y una pipa frente a una chimenea, como un verdadero adulto del cine), mi papá no emitía palabra. Se había quedado en silencio mientras mi mamá seguía explicándome detalles de la casa (como dónde estaba la plata para emergencias y cuál es el código de la alarma), cuando de repente dijo algo mágico:

—Y por eso no vas a ir a clases. Yo te mando con un justificativo pasado mañana.

Un feriado. ¡Bien!

Y todo gracias al día “Leoncio-Coddou-Clementina-Karla con K”. Que iba a terminar siendo K de caca.

Julito Cabello contra la lata tóxica

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