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EL COLEGIO DEL AMOR

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CREO QUE YA ES HORA de hablar de mi colegio. Para que se ubiquen, se llama San Expedito y tiene un kilo de alumnos: desde dino-niños-mega-chicos-ninja-storm-llenos-de-mocos, hasta algunos alumnos muy largos y altos que andan con piercings en todas partes (pero bajo la ropa, porque están pro-hi-bi-dos).

Además hay como mil salas y el patio es muy grande, pero nunca TAN grande.

Hay una parte que los profesores llaman “el patio tranquilo”, donde no se puede hacer nada. Si aparece una pelota, el dueño de la pelota se va directo a inspectoría. Si alguien juega a los monitos, a inspectoría. Si alguien respira, inspectoría. Por eso el patio sigue bien tranquilo. Y bien vacío además.

También hay una cancha, pero está prohibido jugar fútbol (para que no nos peleemos, dicen). La lata es que, en cambio, nos pasamos batallando con los profesores para poder jugar alguna vez. Al final, nos dejaron hacer tan solo DOS partidos a la semana. ¿Qué onda con ellos?

Siguiendo con el recorrido, también están los baños, en los que nunca hay papel higiénico.


Además, se nota que los más chicos no tienen muy buena puntería y, no hay que olvidarlo, es donde los más grandes intentan fumar a escondidas. El problema es que es el ÚNICO escondite para fumar del colegio, por lo que el inspector, el señor Veloz (les juro que se llama así), siempre los pilla.

Y si me siguen con el tour, verán que en San Expedito también hay balancines y resbalines, donde uno se encuentra con los subchicos (los del pre y pre-prekínder) que inventan juegos que tienen que ver con la tele. Siempre están repitiendo la última teleserie y la última película de dibujos animados. Son como una sinopsis.

Finalmente, en la mitad del patio principal está el kiosco del Moncho. El Moncho es un señor súper serio, con cara de boxeador, que vende un montón de dulces y todo tipo de cochinadas, como papas fritas-ramitas-Doritos-Rayitas. O sea, los cuatro principales grupos alimenticios. Broma. Las Rayitas no son TAN importantes.

El resto del colegio son las salas de clases (todas iguales y con chicles secos pegados debajo de los bancos), los camarines (siempre cochinos y con algún calcetín tóxico perdido), la oficina del señor Veloz (aterrorizante, porque si estás ahí, ya estás fregado) y la oficina de la directora, doña Lupe.

¿Y cómo es la oficina de doña Lupe? Los pocos que la conocen nunca lo han contado. ¿Por qué? Porque ya están en otros colegios, lejos de San Expedito.

Brrrrr.

Julito Cabello y los zombis enamorados

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