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ОглавлениеIntroducción
Primer impacto
Los niños en la comunidad infectada
Marzo, 2020. De pronto, irrumpe lo insólito, lo inédito. Cesa toda actividad; hay aislamiento social, confinamiento. Es la pandemia, el COVID-19; cuarentena, parásito, distancia, infección, contagio y muerte ocupan el centro de la escena cotidiana.
Comienzo a recibir llamadas de los padres y las familias de los niños que atiendo. Con desesperación, angustiados, preguntan una y otra vez: “Y ahora, ¿qué hacemos?... ¿Cómo continuamos?... ¿Qué les decimos a los chicos?... ¿Cuándo podremos verte?”.
Con colegas, profesionales que trabajan con niños, desconcertados, preocupados, nos preguntamos cómo actuar en este contexto: “¿Cómo atendemos? ¿Qué te parece usar videollamadas? Y si los chicos tienen problemas para comunicarse, hablar, relacionarse… ¿qué podemos hacer? No sé cómo seguir ahora con el tratamiento ¡y lo necesitan!, ¿qué pensás de esto que está pasando?”.
Docentes y directivos de instituciones escolares de diversos lugares de Argentina y otros países, llenos de incertidumbre, se comunican entre sí y conversamos acerca de la situación de cada región: “¿Hasta cuándo podemos tener cerrada la escuela? ¿Qué opinás? ¿Cómo está allá? ¿Podemos sostener las clases a través de la tecnología, adaptar contenidos, metodologías… ¿Y lo grupal? ¿Y en la sala de los más pequeños…? Tampoco sabemos qué decirles a las familias, a los docentes. ¿Tenés alguna idea? Estamos desorientados; ¿podés ayudarnos?... Veamos qué hacemos”.
Amigos y compañeros se interrogan, inquietos por la acuciante realidad: “¿Cómo les decimos a los chicos lo que pasa? ¿Qué les contamos? Los chicos nos ven muy tensos, intuyen que algo no anda bien, quieren saber y averiguna acerca de sus amigos, ¿qué tenemos que decirles?”.
Hablo con un amigo, escritor; me sugiere: “Escribí sobre lo que está pasando; es una época tan especial, única… Expresala con tus palabras”.
Entonces, ¿cuál es el sentido de escribir sobre la pandemia, cuando ella aún no pasó (pero pasará y terminará)?
Este libro no es un diario, una bitácora ni una lista de ideas o imágenes sobre la situación epocal; intenta transmitir una ocasión sensible para reinventar y redescubrir la potencia de una praxis con los niños, la gestación de un pensamiento en acto frente a una coyuntura disruptiva que fija, encierra y desacredita la experiencia subjetiva y comunitaria.
La escritura se impone al efecto del impacto, como resistencia a la infección de un microorganismo que nos lleva a encerrarnos y a defendernos del afuera, en tanto él expone la vulnerabilidad, la fragilidad corporal, relacional y social de la comunidad.
Frente a la desdicha y la incertidumbre de esta época que nos afecta a todos –y, en particular, a los niños pequeños–, planteamos el acontecimiento de la natalidad de un tiempo, una zona, donde se inventa la realización sensible, plástica, de los sucesos que parecían inviables. Resistimos, rompemos la incredulidad y creemos en la posibilidad de lo imposible.