Читать книгу La inserción de América Latina en la economía globalizada - Esteban Pérez Caldentey, Sandra Serrano, Agostina Costantino - Страница 11

Reflexiones finales

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Como conclusión general del trabajo lo que encontramos es que, teniendo en cuenta cuál es el principal origen de los inversores que están adquiriendo tierras, los países donde las están obteniendo y para qué lo están haciendo (producción de alimentos, materias primas como madera y cultivos para biocombustibles), el fenómeno del acaparamiento de tierras a nivel mundial está profundizando el tipo de inserción externa y el papel que tiene cada país en la economía mundial: como país industrializado o exportador de capitales, o bien como país con una estructura productiva dependiente de las exportaciones de materias primas.

En este segundo caso se ubican tanto Argentina como Colombia, dos países dependientes de la exportación de materias primas y de estructuras productivas altamente extranjerizadas como características principales de sus modos de desarrollo. Profundizando en estas, los gobiernos de ambos países han llevado a cabo en los últimos años planes de desarrollo que buscan aumentar la producción y exportación de materias primas, y para ello han incentivado la entrada de inversiones extranjeras que permitan financiar estos objetivos. En ambos casos, Estados Unidos sigue siendo el país con mayor participación en el proceso de extranjerización de la tierra.

En términos de los objetivos, el caso argentino parece más diversificado, pues las inversiones se orientan tanto a la producción primaria para el mercado (sector agropecuario, forestal y minero) como a la conservación y al turismo, también al abastecimiento directo de los países inversores. Mientras que las inversiones en Colombia parecen destinarse exclusivamente al aprovechamiento forestal y a la obtención de materias primas para la producción de biocombustibles.

Un país que está cobrando cada vez más importancia en este tipo de negociaciones es China, cuyas inversiones se distinguen de las de otros países (como las de Adecoagro, Cargill, Dreyfus o fondos de inversión europeos) por su objetivo: además de la búsqueda de ganancias (tanto en la producción de alimentos como en la valorización de tierras), las inversiones chinas buscan garantizar el aprovisionamiento de alimentos baratos para sostener los salarios industriales bajos en aquel país y que los productos manufactureros chinos conserven su competitividad a nivel internacional.

Es por este objetivo explícito en las mismas inversiones chinas (así como en las condicionalidades que el gobierno chino establece por los créditos que concede) que este caso resulta de crucial interés porque permite entender de manera transparente el carácter dependiente de los modos de desarrollo que se están llevando a cabo en estos países sudamericanos, más allá de la diferente orientación ideológica que ambos gobiernos puedan aducir. La dependencia señala un tipo específico de inserción estructural dentro del sistema capitalista mundial, donde la valorización del capital adquiere características específicas que se distinguen de lo que ocurre en otros espacios nacionales. Entre otros elementos, se diferencia por la baja relevancia en estos espacios de las fuentes dinámicas de competitividad, la escasa apropiación de valor (que se remite al exterior por diversas vías), la relativamente poca importancia de la demanda asalariada interna, la propiedad extranjerizada de la estructura productiva, todos elementos que ponen de soslayo el aprovechamiento de ventajas comparativas estáticas (sobreexplotación de recursos naturales y superexplotación de la fuerza laboral). Estas características no han sido sustancialmente modificadas en la región durante esta última década. No obstante, esto no significa que la dependencia se exprese siempre igual en el tiempo ni entre los diversos países. De acuerdo con el equilibrio inestable de las disputas sociales, se estructuran políticas públicas que ponen cotas específicas a esta valorización dependiente del capital (y, teóricamente, podrían superarla). En la última década, algunos países de la región han mostrado una mayor presencia del Estado en la producción de bienes que, además, ha aplicado políticas sociales de mayor cobertura. Sin perjuicio de un análisis más pormenorizado de los casos, esto puede resultar en una nueva forma de desarrollo, diferente a su estructuración en décadas previas, pero que no ponga en cuestión la senda de dependencia antes señalada.

Pero más importante aún, la característica determinante de una economía dependiente es que sus procesos internos de acumulación de capital quedan subordinados a los procesos de acumulación de los países centrales (o, en todo caso, de los centros medianos de acumulación). En este sentido, las inversiones chinas en tierras de Argentina y Colombia muestran, justamente, esto: las decisiones de inversión y producción primaria en los países latinoamericanos quedan a merced del proceso de acumulación en China. Su necesidad de abastecimiento de materias primas y alimentos (para su industrialización y crecimiento), así como sus requerimientos para encontrar nuevas oportunidades de inversión son dos de los factores fundamentales que explican esta oleada de inversiones en estos países latinoamericanos.

La inserción de América Latina en la economía globalizada

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