Читать книгу Sombra de una Maldición - Estela Julia Quiroga - Страница 9
Capítulo 3 Lurin. Provincia de Lima – Perú – 12 de junio 2010
ОглавлениеEl sol cae perpendicular sobre el silencio. Los árboles están tiesos. Una bandada de pájaros atraviesa el cielo y un sollozo se dispara sofocado por la mano izquierda de Mariano. Nadie pestañea. Apenas dos minutos después Mariano observa el ataúd que desciende a la fosa y con la misma mano arroja un puñado de tierra que retumba como si se escuchara demoler un edificio… Es un ruido ominoso, despiadado igual que la muerte misma. Los deudos empiezan a retirarse. Solo queda él y su mejor amigo Rafael Velázquez. Los hombres caminan despacio hacia el único auto que aún aguarda. El chofer está parado junto a la puerta entreabierta, hace una inclinación de cabeza y ambos suben. Mariano se recuesta sobre la ventanilla. Rafael saca un cigarrillo que no enciende.
—¿Qué vas a hacer ahora Mariano? Te has quedado solo, compadre.
—Deseo volver a mi país. Los últimos meses de la enfermedad de Teresita me destruyeron. Lo importante es que ella se fue en paz. Ahora necesito volver a encontrarme conmigo mismo.
—Conocer a otros es inteligencia, pero ir en busca de tu propia esencia y hallar el camino, eso es sabiduría. Te admiro y de corazón te deseo lo mejor.
—Lo sé amigo, en todos estos años siempre sentí tu apoyo y tu comprensión, hasta en los momentos más terribles, cuando me fui enterando de la verdad.
—Te he respetado siempre. A pesar del daño que Teresita te hizo pudiste perdonarla. Eso habla de tu grandeza. Es cierto, ahora es el momento de emprender el viaje. ¿Cuándo piensas marcharte a Buenos Aires? Te voy a echar de menos.
—Tengo pensado renunciar a la Cátedra y quedarme solamente con el trabajo de investigación y con las publicaciones. No quiero sentirme atado. Necesito manejar mis tiempos, recuperar mi vida, si es que puedo, aunque no tengo la menor idea de con qué voy a encontrarme. No le guardo rencor a Teresita.
—No es necesario que la sigas justificando. La Universidad Nacional Mayor de San Marcos te recibió con los brazos abiertos y apuesto a que volverá a hacerlo y mientras vivas en Lima mi casa es tu casa…Voy a sacar ventaja de tu estadía en Buenos Aires porque es posible que logre tener más noticias de mi hijo Agustín a través tuyo… este muchacho es reacio para comunicarse…Aquí tienes su dirección. Es todo un profesional.
—Te agradezco Rafael, ha pasado tanto tiempo que voy a resultar extranjero en mi propio país. Juro que me contactaré con mi ahijado apenas llegue.
—Me alegra mucho que hayas decidido hacer este viaje. La vida, no importa lo compleja que sea, está hecha de un solo momento y me atrevo a decir que ese momento es cuando uno está realmente dispuesto a enfrentarse con la verdad. Este viaje te va a permitir re encontrarte.
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