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Revisa tus expectativas

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El diccionario define expectativas como «una creencia centrada en el futuro; la creencia de que algo sucederá o debería suceder en el futuro». Eso no permite entrever la trampa que nos pueden tender nuestras expectativas: nos causan decepción cuando no se cumplen, y el miedo a esa decepción nos puede hacer ocultar nuestras expectativas; a veces incluso ante nuestros propios ojos.

Las expectativas se diferencian de emociones similares como la esperanza, las fantasías, los anhelos o los deseos. Si las tienes, puede que sientas decepción o incluso dolor si no llegan a cumplirse, pero creemos que eso no significa que sea malo tenerlas. Con las expectativas, en cambio, te puedes hacer un lío. La diferencia es que una expectativa implica cierta responsabilidad de la otra persona (o al menos de una entidad, como Dios, o el Destino o «el universo»). Quizá incluso implica cierta sensación de que se tiene derecho a algo. Por lo que, si no se cumple, además de la decepción, también puedes enfadarte o culpar a alguien.

Todo el mundo tenemos expectativas. La mayoría de las veces, nuestras expectativas son razonables y normales. Tenemos la expectativa de que cuando giramos el grifo, saldrá agua. A un nivel más básico, tenemos la expectativa de que las leyes que rigen nuestras interacciones con el mundo son estables e inmutables. Tenemos la expectativa de que el agua sea húmeda, que el fuego sea caliente, que la gravedad haga que las cosas caigan. Nuestras expectativas son, en parte, la base de nuestra percepción del mundo. Nos aportan una sensación de estabilidad y predictibilidad; si no tuviéramos ninguna expectativa, la vida se volvería prácticamente imposible.

Las cosas se hacen más complicadas cuando hablamos de las expectativas respecto a otras personas. Las personas son autónomas, con sus propias motivaciones y prioridades. Podemos tener expectativas respecto a otra gente: esperamos que nuestras amistades no incendien nuestra casa o roben nuestro gato cuando nos visitan; pero nuestras expectativas siempre van a verse complicadas por el hecho de que de que no podemos saber lo que está pasando dentro de la cabeza de otra persona. A veces, la gente incendia casas o roba gatos.

Hablemos de expectativas «razonables» y «no razonables». La diferencia es subjetiva, y hay un montón de zonas grises donde ambas se solapan. Algunas expectativas son claramente razonables. Esperamos que nuestras amistades no nos agredan físicamente si no ha habido una provocación. Tenemos la expectativa de que las personas con quienes tenemos una relación romántica no retiren todo nuestro dinero del banco y se escapen a Cancún con otra persona. Otras expectativas son claramente no razonables. No tenemos la expectativa de que nuestra nueva relación, que ha aparecido vestida elegantemente, se entusiasme si le decimos «Tienes que ir a limpiar la arena del gato».

Entre ambos extremos están las aguas donde los arrecifes acechan, preparados para hacer naufragar a quienes se confían. Nuestras expectativas pueden encallarse en cualquier momento de la relación.

No tenemos el derecho, en general, a esperar cosas de la gente sin su consentimiento. No podemos enfadarnos con alguien porque no ha hecho algo que no ha aceptado hacer en ningún momento. La habilidad de manejar las expectativas significa algo más que intentar navegar entre las expectativas razonables y las no razonables. Significa reconocer que un deseo por mi parte no supone una obligación por la tuya. Y no podemos enfadarnos de manera razonable con alguien que no ha cumplido nuestras expectativas si antes no hemos hablado sobre nuestras expectativas.

#ALGUNAS PREGUNTAS QUE PUEDES HACERTE

Cuando estés pensando sobre qué quieres en tus relaciones y cómo te gustaría que se estructurasen, aquí tienes algunas preguntas que podrían ser útiles para que te las hagas (y discutirlas con quien o quienes tienes una relación, si estás en una):

• ¿Por qué tengo relaciones con otras personas?

• ¿Qué necesito de mis relaciones, en términos de tiempo, disponibilidad emocional, compromiso, comunicación e intimidad?

• ¿Qué significa «compromiso» para mí y por qué?

• Cuando pienso sobre el futuro, ¿cómo es? ¿Hay espacio para el cambio y el crecimiento?

• ¿Cuánto valoro mi autonomía personal, transparencia, cohabitar, tener y criar criaturas, compartir economía, comunidad, tradiciones, las opiniones de mis amistades y familiares, cumplir las normas sociales?

• ¿Qué valores son los más importantes para mí en mí y en el resto?

• ¿Se alinean las decisiones que tomo con esos valores?

• ¿En quiénes me reflejo? ¿En quién confío para que me diga en qué me estoy equivocando? ¿Cómo respondo a las críticas hechas por personas cercanas a mí?

• ¿Cómo valoro mis decisiones cuando los efectos de mis acciones son imposibles de predecir?

• ¿Qué espero de otras personas, y por qué?

Más allá de la pareja

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