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Malentendidos respecto al poliamor

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A estas alturas, puede que alguna gente todavía esté pensando «¡Viva! ¡Orgías sin fin!», mientras que otra pensará «¡Vaya cantidad de estupideces! Esto es solo una manera encubierta de decir que tu pareja te permite que la engañes». Para quienes creen que ser poliamoroso/a significa acostarse con quien sea, cuando quieres, sin tener en consideración los sentimientos del resto, tenemos malas noticias: una relación poliamorosa no quiere decir que todo vale. Significa que hay que escuchar, hablar y autoanalizarse mucho más de lo que quizá tengas por costumbre.

Puede que termines teniendo una sola relación (si eres uno de los extremos de una relación en V o en N o en W) o incluso que no tengas ninguna (es posible ser una persona poliamorosa y no tener ninguna relación en este momento). Podría suceder que tuvieses menos relaciones en toda tu vida que alguien que ha tenido muchas relaciones monógamas en serie, como, por ejemplo, Johnny Depp. La promiscuidad puede indicar cierta falta de criterio; la gente poliamorosa puede ser muy quisquillosa.

Por supuesto que puedes, si es lo que quieres, acostarte con toda la gente que puedas... siempre que aceptes las consecuencias. Si ignoras las necesidades y sentimientos de las personas con quien te acuestas, no volverás a acostarte con ellas. Y en el mundo poliamoroso, corre la voz. Comportarse sin tener en cuenta a las personas con quien tienes una relación es una mala estrategia para las relaciones a largo plazo.

También tenemos malas noticias para quienes piensan que poliamor es una palabra sofisticada para engañar a tu pareja. «Engañar» es perder la confianza al romper las reglas de la relación. Si tener amantes no rompe esa confianza, por definición, no hay engaño. La traición, no el sexo, es el elemento que caracteriza el engaño. (Una persona puede pasar del engaño al poliamor, aunque es un camino plagado de peligros; hablamos de eso en el capítulo 17).

Puede resultar tentador pensar que una relación que permite tener varias relaciones simultáneamente no tiene ninguna regla en absoluto, pero es mejor reconsiderar esa idea. Hay muchos tipos de relaciones poliamorosas; cada una tiene sus propios acuerdos. Pero todas requieren confianza, respeto y comportarse empáticamente.

A pesar de las imágenes relacionadas con el amor libre que puedan aparecer en tu cabeza, el poliamor no significa necesariamente vivir en una comuna o en una comunidad intencional. No todo el mundo convive con varias de sus relaciones y, es más, hay personas poliamorosas que no conviven. Del mismo modo que el poliamor no consiste únicamente en buscar terceras personas.

El poliamor no indica necesariamente una atracción por el sexo no convencional. Se puede ser una persona poliamorosa sin tener que montar un trapecio en el dormitorio. Mucha gente en relaciones poliamorosas tiene gustos muy sencillos. Las familias poliamorosas dedican el tiempo a revisar sus cuentas, ver Netflix, lavar la ropa, todas esas cosas cotidianas que hace una familia. Si te interesa el poliamor porque imaginas orgías y perversión sin parar, puede que te decepcione.

No nos malinterpretes; no estamos criticando las fiestas de sexo salvaje o las orgías. A alguna gente poliamorosa (Franklin, por ejemplo) le gustan mucho esas cosas. A otras (como Eve), no tanto. A muchas personas poliamorosas no les gusta el sexo en grupo, no se identifican como bisexuales o pansexuales e incluso no tienen un vibrador, y mucho menos, un trapecio.

Cuando se formó la comunidad poliamorosa por primera vez, gran parte de sus activistas más visibles pertenecían a comunidades paganas o New Age interesadas en las comunas. Hoy en día el poliamor atrae a un abanico más amplio de gente. Hemos conocido personas poliamorosas de todos los tipos: liberales y conservadoras, cristianas evangelistas, musulmanas fundamentalistas, escépticas racionalistas, familias monoparentales, estudiantes… por mencionar algunas.

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