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Boda real en Castilla
Оглавлениеs posible que Beatriz causara fascinación entre los miembros de la corte y la nobleza. Fascinación por sus maneras y su cultura, pero también por una belleza que resultaba exótica en tierras hispánicas: cabellera tan rubia que lucía casi blanca, tez pálida que se ruborizaba con facilidad y ojos azules que casi siempre miraban al suelo. Y probablemente Fernando también se rindió ante esa princesa germana.
La boda se realizaría el 30 de noviembre de 1219. Como parte de esta, antes el novio debió cumplir con un ritual: ingresar en la Orden de Caballería, es decir, armarse caballero de la cristiandad latina. Sin embargo, faltaba el encargado de otorgar esa dignidad, pues debía ser varón con título superior al aspirante. Y no había en Castilla nadie por encima del prometido, quien era el mismísimo rey.
Fernando III decidió entonces armarse personalmente. Al atardecer del 27 de noviembre de 1219 se dirigió solo al monasterio de Santa María la Real de las Huelgas. Allí, y como lo hacía cualquier aspirante, debió velar junto a sus armas durante toda la noche. Por la mañana, llegaron doña Berenguela y Beatriz para asistir a la ceremonia solemne. Con ellas venía el obispo de Burgos, don Mauricio, que se encargó de bendecir las armas que reposaban sobre el altar. Después, el rey se arrodilló frente a una imagen del apóstol Santiago que, movida por un resorte, le dio el espaldarazo que le hubiera correspondido dar al superior que no existía. El joven monarca tomó su espada y la ciñó. Se dirigió a su madre, quien según el ritual le quitó el cinturón y el arma: pese a ser mujer, como primera heredera del trono y reina le concedieron el honor de desceñir la espada del rey.
Temprano en la mañana del 30 de noviembre se realizó la ceremonia nupcial. En la Catedral de Burgos, el obispo declaró unidos en matrimonio a Fernando III de Castilla y Beatriz de Suabia. Luego se dispusieron banquetes para la corte y la nobleza. El pueblo llano se sumó con fiestas organizadas por los reyes. Al final de la jornada, es posible que Beatriz se hubiera mudado al Alcázar Real –como se lo llamaba al Castillo de Burgos–, donde pasaron la luna de miel. Y hacia enero de 1220 se trasladaron a Valladolid, comenzando una convivencia que estaría marcada por la trashumancia a cada punto cardinal de Castilla. Trashumancia en la que rara vez no iba a acompañarlos doña Berenguela. Y no porque la suegra quisiera interferir o controlar la vida de la pareja: como Reina Madre seguiría aconsejando a su hijo e involucrándose en los asuntos públicos durante muchos años por venir.