Читать книгу Vida religiosa y casas de formación - Fabio Humberto FSC Hno Coronado Padilla - Страница 10
Las casas de formación a examen
ОглавлениеEn el lenguaje y en la tradición formativa lasallista se entiende por casas de formación los espacios arquitectónicos (edificios, complejos físicos, conjuntos habitacionales) y los ambientes educativos (comunidades formadoras, procesos de acompañamiento, planes de formación, etapas formativas), en los cuales los formandos (jóvenes candidatos) se inician en la vida religiosa de Hermano. La experiencia ha consagrado fundamentalmente tres: postulantado, noviciado y escolasticado. Cabe precisar que, en un periodo de la historia, existió previo al postulantado el aspirantado y que el postulantado contemporáneo tiene un número variable de años, el último de estos suele denominarse prenoviciado.
Desde su nacimiento, la vida consagrada fue consciente de la necesidad e importancia de ofrecer una vivencia propedéutica, de discernimiento y ejercitación, en el espíritu y las costumbres que le eran propias, a todo aquel que tocara a sus puertas sintiéndose llamado a tal género de vida evangélica. En los primeros tiempos, de anacoretas y cenobitas, tal experiencia formativa consistía en vivir al lado de un monje solitario o en ingresar a un cenobio bajo la guía de un acompañante espiritual, quien siempre era el de mayor edad y experiencia, por tanto, el más probado en los caminos de la vida espiritual. Maestro y discípulo recorrían juntos un itinerario cotidiano —hecho de trabajo exigente, oración constante, servicio al otro, sencillez de vida y austeridad— tras la búsqueda de la experiencia profunda de Dios, para vivir el amor sin límites y seguir al Señor más de cerca.
A lo largo de los siglos, a medida que se fue desarrollando y diversificando la vida consagrada y gracias al aumento de candidatos a dicho estilo de vida, fueron apareciendo el rol del formador y los lugares específicos para ejercer su función, las casas de formación con toda su parafernalia. Pero, si por una parte, se perfeccionaron las artes formativas con sus procesos, etapas y programas junto con la arquitectura propia para el postulantado, el noviciado y el escolasticado, por otra, nunca dejó de ser central la vivencia formativa básica esencial por antonomasia, la interacción entre el maestro experto y el discípulo aprendiz, quien pide ser iniciado.
Una comparación nos ayuda a comprender mejor lo dicho. Acudamos al arte teatral, tal y como lo describe Jorge Plata, quien se pregunta ¿qué es el fenómeno teatral? Para dar respuesta a tal interrogante, nos dice que debemos despojar al espectáculo de aquellos elementos que no hacen parte de su esencia; a saber: la escenografía, el vestuario, el maquillaje, la ambientación luminosa y sonora, el espacio físico, entre otros. Solo así se puede llegar al núcleo esencial que le da vida al fenómeno teatral. ¿Cuál es ese núcleo central? Con sus palabras: “No es otro que el encuentro de un ser humano (el actor) que se presenta transformado o en proceso de transformación, y en tiempo presente y sin mediaciones, ante otro ser humano que lo observa (el espectador)” (2013, p. 9).
Dicho encuentro esencial, continúa argumentando el autor, es el resultado de dos impulsos propios de algunas personas: el de transformación y el lúdico. El primero, corresponde al actor, capacidad de imitación (mímesis), el segundo, al espectador, necesidad lúdica, que le lleva a jugar y experimentar el ámbito de la libertad no utilitarista, el campo de las acciones gratuitas en las que encuentra placer, gozo y aprendizaje. Estos impulsos constituyen los elementos esenciales del fenómeno teatral la relación entre el actor y el espectador, que se realiza en tiempo presente y sin mediaciones.
Finaliza sus reflexiones Jorge Plata Saray, uno de los actores, directores, dramaturgos y profesores más representativos del teatro colombiano, haciéndonos caer en la cuenta de que el asunto quedaría incompleto si no se responde la pregunta ¿por qué se hace teatro? He aquí su respuesta: “Este es un arte cuyo único tema de representación es el comportamiento humano. En un espectáculo dramático, de manera realista o simbólica y en un escenario, se representan comportamientos humanos, individuales y sociales para que sean conocidos, analizados, comprendidos y para que se susciten la adhesión o el rechazo de la comunidad, presente y participante, de los espectadores” (2013, p. 10).
Si despojamos a la formación de sus ropajes, entiéndase de las casas de formación con todos sus recursos físicos y materiales (hábitat, mobiliario, computadores, internet, etc.) como también de sus proyectos formativos, aflora la esencia del fenómeno formativo: la relación entre el formador y el formando, que es lo mismo que decir la interacción entre maestro espiritual y discípulo. Y si nos preguntamos, dentro de este contexto, ¿por qué se hace formación? podríamos responder, llana y simplemente, para iniciar al joven candidato en un carisma e itinerario espiritual particular, dentro del cual se autentica o no su llamado vocacional; y el aspirante hace opciones profundas a la vida religiosa, comprometiéndose con un estilo de vida particular: la vida fraterna en comunidad con su correspondiente misión dentro de la Iglesia.