Читать книгу Vida religiosa y casas de formación - Fabio Humberto FSC Hno Coronado Padilla - Страница 14

El caminar de la vida religiosa

Оглавление

Hacer memoria de nuestra historia más cercana no deja de ser problemático por cuanto la proximidad a los acontecimientos no siempre favorece la distancia que requiere la objetividad frente a los hechos y su adecuada interpretación. Quien observa no está aislado del fenómeno, sino que forma parte de este, el fenómeno lo afecta y viceversa. Entonces, haber vivido un fragmento de la historia participando de sus avatares, unas veces como protagonista otras como espectador pasivo, necesariamente conlleva un abordaje subjetivo y particular de todo aquello que se intenta narrar. Sin embargo, siendo conscientes de ello buscaremos aproximarnos a lo ocurrido en la vida religiosa durante los últimos cincuenta años con una mirada lo más transparente posible.

A tal propósito, nos empeñaremos en una retrospectiva que comporte una mirada a la historia que no sea ni leyenda blanca (todo positivo) ni leyenda negra (todo negativo), pues la historia siempre es una conjunción armoniosa del claro oscuro. Una mirada a la historia que no sea pesimista ni optimista, sino realista. Una mirada que no se limite a la tríada clásica usada en las ciencias administrativas: el escenario positivo, el escenario negativo y el escenario conservador. Si pudiéramos graficar la historia la veríamos como subidas y bajadas, avances y retrocesos, tiempos quietos y tiempos de revoluciones. Sobrepasa cualquier cálculo. Así es la historia, dinámica, impredecible, sorprendente.

En consecuencia, priorizaremos una mirada contemplativa de la historia que sabe ver y escuchar en todo la presencia del Espíritu y, de modo preferente, discernir su presencia para vivir el tiempo como tiempo de Dios. Es la mirada evangélica, porque cuando falta la mirada de la fe la propia vida pierde gradualmente el sentido, el rostro de los Hermanos se hace opaco y es imposible descubrir en ellos el rostro de Cristo, los acontecimientos de la historia quedan ambiguos cuando no privados de esperanza.

Para los Hermanos Lasallistas la mirada contemplativa es sinónimo del espíritu de fe, que san Juan Bautista de La Salle describió como aquel que debe movernos “a no mirar nada sino con los ojos de la fe, a no hacer nada sino con la mira en Dios, y a atribuirlo todo a Dios”. No mirar nada sino con los ojos de la fe es propiamente la contemplación, trascender los datos de la experiencia inmediata para encontrar el sentido de la existencia en el Señor de la Historia, develar las maravillas que Dios hace con los hombres; es cambiar la mirada, tener nuevos ojos para ver los acontecimientos y la realidad. No hacer nada sino con la mira en Dios vendría a ser el discernimiento; en los acontecimientos históricos el Señor va usando una pedagogía que nos educa y transforma, allí descubrimos el camino a seguir, los llamados, los nuevos desafíos. Y, finalmente, atribuirlo todo a Dios comprendería la espiritualidad de la confianza y del abandono, el convencimiento de estar guiados por las manos de Dios, quien acompaña y sostiene.

A la luz de la fe, somos conscientes de que, durante los últimos cincuenta años, la acción del Espíritu ha intervenido de manera patente en la vida de la Iglesia, y dentro de esta, particularmente en la vida religiosa. Su actuar nos ha puesto en movimiento permanente. No nos ha dejado quietos. No ha permitido que nos estanquemos, que nos paralicemos. Su actuar se ha expresado en olas sucesivas de cambios que se han ido entrelazando y superponiendo, como en una especie de espiral siempre hacia delante. Esta historia podría asemejarse a una sinfonía, ese tipo de composición musical que consta de varios movimientos ejecutados por múltiples instrumentos combinados entre sí de manera armónica y bella. Pero es una sinfonía prácticamente desconocida por las nuevas generaciones que ingresan a la vida religiosa, no saben que fue fruto de un caminar arduo y azaroso, de búsquedas entre luces y sombras, algunas veces atinadas otras equivocadas, pero siempre sinceras y generosas. Al no comprender su nacimiento y desarrollo, y al encontrar todo ya hecho no asumen responsablemente ese pasado, en el todo y sus partes, para encontrarle sentido y proyección.

Entonces, la narración podría comenzar así: … cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Espíritu de Dios intervino y la vida religiosa se puso en movimiento…, llegó el Concilio Vaticano II, amaneció y atardeció el primer movimiento; se suscitó el Aggiornamento, amaneció y atardeció el segundo movimiento; irrumpió trepidante la Opción por los pobres, amaneció y atardeció el tercer movimiento; se generaron Caminos de refundación, amaneció y atardeció el cuarto movimiento; cundió el Desencanto, amaneció y atardeció el quinto movimiento; llegó el papa Francisco y nos puso En salida, amaneció y atardeció el sexto movimiento… “Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno” (Gn 1, 30-31). Esta es la historia de la creación de una nueva vida religiosa.

Figura 2. Movimientos de la vida religiosa


Fuente: elaboración propia.

En nuestro 2015, hablar de una nueva vida religiosa es algo realmente muy fácil, pues la historia detrás de tal expresión ya aconteció. No fue así tan evidente para los protagonistas de los dos primeros movimientos. El camino se iba descubriendo a medida que se recorría. No había ruta trazada. Tocaba inventarla. Sin embargo, para quienes venían de familias católicas y fervorosas los movimientos del Concilio Vaticano II y del Aggiornamento fueron movimientos fundantes; casi movimientos salvadores de su vida religiosa, pues su práctica social-educativa no degeneró en militancia política. Para quienes venían de otros sectores generalmente se los comió el profesionalismo, el secularismo y la excesiva politización de su mirada, arrinconando la fe en el cuarto de san Alejo, terminaron retirándose. Más bien, hoy es difícil determinar en qué momento preciso de esta historia la vida consagrada tomó conciencia de la transformación radical que estaba aconteciendo en su interior, vivida en paralelo con el cambio que se daba en todos los ámbitos de las sociedades en las cuales se encontraba inmersa. El mundo evolucionó y con este la vida religiosa. Ciertamente, el rostro de la vida consagrada, tal y como hoy la conocemos, es totalmente distinto al de 1965.

A la fecha en la cual sale publicado este libro, todo indica que esa nueva vida religiosa se encuentra dibujando sus contornos definitivos de futuro. Vive un tiempo de creatividad único, para terminar de darse a sí misma una identidad renovada y pertinente al nuevo milenio que discurre raudo. Tiene muy claro qué no debe volver a repetir en su estilo y en sus prácticas, en su teología y en su espiritualidad. Sin embargo, todavía no son muy evidentes los nuevos estilos que vendrán a reemplazar los que abandonó por ser anticuados. Es tarea que queda pendiente para el porvenir y cuyos gestores deberán ser, como siempre lo ha validado la historia de siglos de la vida consagrada, el diálogo sincero y evangélico entre generaciones, las conversaciones prospectivas entre los jóvenes y los veteranos. Vale aquí la imagen del éxodo, en el tránsito por el desierto una manera de ser pueblo fue muriendo y otra totalmente distinta apareciendo. De igual forma, la vida consagrada continúa en éxodo por el desierto en pos de la tierra prometida.

Vida religiosa y casas de formación

Подняться наверх