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El día D

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Los ensayos comenzaron en los primeros días de diciembre. Para medir la eficacia del equipo técnico y la celeridad del laboratorio fílmico, se decidió reportar un hecho de interés fundamentalmente científico aunque no desprovisto de misterio y emoción góticos: la apertura de un fardo funerario en la Facultad de Medicina de San Fernando. El doctor Arturo Jiménez Borja dirigiría la operación a las 10 de la mañana; el canal tendría que filmarla, revelarla y, sin positivar la película pues los proyectores de la televisión trabajaban directamente con el negativo, transmitirla a las 8.30 de la noche. Quedaba el suspenso de lo que se hallaría una vez desenfardado el envoltijo, pero los especialistas aseguraron que se trataba de una pacífica mujer habitante de la zona de Huallamarca, la huaca cercana al Club El Golf de San Isidro, de donde no podría provenir nada que chocara a la encopetada teleaudiencia inicial.

Tras la exitosa prueba del fardo, vino la transmisión del sorteo de coches del II Gran Premio Internacional República del Perú, una sencilla ceremonia donde pilotos extranjeros y ases nacionales como Arnaldo Alvarado y Eduardo Dibós, futuro alcalde de Lima, escogían una balota numerada; también hubo una incursión filmada en Acho, motivo de temores entre varios empresarios de espectáculos que avizoraban el día en que la televisión los sacara de ruta. De modo que la conferencia de prensa que sus ejecutivos dieron en vísperas de la inauguración del canal tuvo un tono de afirmación y de defensa. González recalcó que la televisión era un negocio para todos.

Llegado el día decisivo, lunes 15 de diciembre, el programa estaba armado y ensayado. Las gestiones para contar con la presencia de Nat King Cole se diluyeron entre tanta dilación, pero a falta de una estrella del norte, hubo varias medianas atracciones del sur. Tras la presentación del locutor argentino Osvaldo Vásquez, vinieron las palabras del gerente González y del presidente de directorio Umbert. En las varias fotos que quedan de la ceremonia, a un lado de ambos y un paso atrás, se observa al tercer socio, Avelino Aramburú, delatando el último plano que le tocaría en la empresa. Detrás, un austero logo de la firma de electrodomésticos Neisser, quizá el primer anunciante de la televisión comercial peruana. Las palabras fueron solemnes y auspiciosas, pues la concurrencia era de copete y la encabezaban nada menos que el presidente Manuel Prado y su esposa Clorinda Málaga, quienes ni se habían asomado por el 7. El sacerdote Constancio Bollar bañó a dueños y equipos con agua bendita.

El espectáculo lo abrió el boliviano Raúl Shaw Moreno, integrante de Los Panchos; le siguió la peruana Ketty Dyer; la chilena Martha Ramírez; Piero Solari, ya por entonces autonombrado embajador musical de Italia; Herbert Castro, cómico uruguayo bastante aplaudido; y variedades criollas. Concluidos los números vivos siguió un especial documental de la RCA Victor y un largometraje, Sólo los ángeles tienen alas, estupenda elección que hizo que Cary Grant, Jean Arthur y Rita Hayworth fuesen las primeras luminarias de Hollywood en asomarse a la televisión. Tratábase de una notable película de Howard Hawks sobre unos pilotos comerciales de república bananera, aventureros existenciales y fronterizos, cuya exacerbada responsabilidad civil los lleva a los límites del sacrificio militar. Para poner la nota casual, la neblina mantiene a los protagonistas estancados en un pueblo selvático absolutamente ficticio llamado Barranca, como nuestra ciudad costeña.

Si algo escaseó el día inaugural fueron los auspicios. Aparte de la RCA, más anfitrión que anunciante, electrodomésticos Neisser fue de los poquísimos anunciantes persuadidos de comparecer en la noche. Buen cliente y amigo de radio América, el señor Walter Neisser Nothmann no tenía idea de las características y del poder de venta del medio. A falta de ideas y recursos para un spot en vivo, un escueto logo se adosó en la cortina que fungía de decorado.

Por una temporada, los auspicios fueron el talón de Aquiles del canal 4. Películas sobraban, pues se había comprado un copioso lote, había series como parte de un paquete nada despreciable de la NBC y las figuras del acto inaugural seguirían presentándose en los días sucesivos, llenando el prime-time con shows musicales; pero urgían anunciantes que pagaran los 10 mil soles que costaba cada largometraje y, lo más importante, que aportaran la liquidez para producir espacios en vivo.

Umbert y González persuadieron a sus amigos para anunciar en su pantalla pionera. A falta de filmes publicitarios cualquier cartón con el nombre del producto podía fijarse unos segundos al aire. Tras algunos silencios, las ventas del canal lograron salir adelante. La programación de los primeros días fue, más o menos, la que sigue: A las 7 de la noche arrancaban dibujos animados, a las 7.30 la serie El sheriff de Cochise, y según los días, seguía Jim de la selva o Sheena, la reina de la selva, inconveniente coincidencia de títulos afines; a las 8.30 de la noche había algún show musical con figuras del medio como Piero Solari o Lucy Díaz, la segunda esposa de González; a las 9 o 9.30 entraba algún teleteatro extrajera (programas unitarios de media hora), a las 10 un noticiero de 15 minutos sin elaboración local, pues se pasaba el rollo fílmico que llegaba en avión y, a continuación, un largometraje de cierre. En enero, se hizo insostenible el costo de un filme de estreno diario y este se pasó a los domingos; en febrero, el arribo de nuevos anunciantes los volvió a poner en su sitio.

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