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El cerebro

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La gran diferencia de la visión humana respecto a la que obtiene una cámara es que nuestros ojos son simplemente los órganos de captación lumínica, correspondiendo al cerebro su interpretación dinámica. El cerebro no se limita a recoger la información que recibe del ojo, sino que se encarga de traducir todos los datos para poder hacernos una composición de la situación. Aproximadamente un 50% de la información total que tomamos de nuestro entorno es visual, siendo retenida durante un segundo en nuestra memoria y luego desechada en su casi totalidad.

El cerebro es el encargado de volver a invertir la imagen captada por el ojo para que sea similar a la realidad. También cubre el hueco del nervio óptico, una zona que carece de receptores. Para evitar una zona negra en nuestro campo visual se inventa la información que le correspondería. Regula de forma constante nuestro “ajuste de blancos” eliminando las dominantes de color de la luz que nos rodea y recrea el color que supone que tienen los sujetos.

El tamaño de lo que vemos sobre la fóvea y, por tanto, con mayor resolución equivale al tamaño de una uña a un metro distancia; para lograr que todo aparezca igual de nítido ordena a los ojos que se muevan, consiguiendo que toda la escena se proyecte progresivamente sobre la fóvea. Estos movimientos se llaman sacádicos, duran entre 20 y 200 milisegundos y pueden cubrir hasta 30 grados. Una vez en posición los ojos permanecen en ella durante unos 250 milisegundos para iniciar de nuevo el proceso. La mayoría del tiempo no miramos la realidad de forma estática, nuestros ojos se mueven, en busca de las partes que a nuestro cerebro le parecen más interesantes de una escena para construir un mapa mental. La percepción de que toda la escena se capta en color es una ilusión cerebral, ya que esta sólo se obtiene con la mayor claridad posible en la pequeña fóvea. Esta estrategia permite optimizar los recursos, ya que si observáramos toda la escena en alta resolución el diámetro del nervio óptico sería superior al del globo ocular y sobrecargaría masivamente al cerebro con información poco útil.

El arte de la composición Enriquece tu mirada fotográfica

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