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PRÓLOGO
ОглавлениеIgnacio Monar García
ORIGEN DEL PROYECTO
Al comienzo del curso escolar 2016/17, exactamente el 27 de octubre de 2016, un grupo de profesores nos reunimos a comer en Talavera de la Reina. El convocante de dicha comida, José Luis Pozo Fajarnés, nos propone llevar a cabo un congreso sobre la obra del padre Juan de Mariana. Otro compañero y gran amigo, Julián Rodríguez Ortega, se muestra tan entusiasta y convencido que pienso que es inevitable colaborar en esa tarea.
Tengo algunas fotos de ese día y conservo una hoja con las anotaciones que tomé durante aquella primera toma de contacto. En aquel folio, escrito a modo de «lluvia de ideas», escribí esta pregunta: «¿Qué sé yo de Mariana?». Debajo hice una pequeña lista: «Da nombre al instituto más antiguo de Talavera. Jesuita. Su padre era cura. Placa con su nombre en la basílica del Prado. Escribió sobre si es lícito matar al tirano».
Voy a añadir otras dos confidencias. Durante los meses de preparación, tanto Julián como José Luis vivieron situaciones familiares de diverso signo: el primero recibió la noticia de la llegada de su segundo hijo —con sus lógicas responsabilidades—, y Josechu conciliaba las múltiples gestiones congresuales con la atención necesaria a su hermano, que sufría el proceso final de una enfermedad que terminó por llevárselo.
¿Por qué cuento estos detalles? Me atrevo a ello porque deseo subrayar que solo en la dimensión personal —la que acerca nuestras vidas y las humaniza— se dignifican nuestros actos. En lo fundamental, el congreso sobre el padre Juan de Mariana fue un trabajo compartido que generó amistad. Se hizo con honestidad y con medios sencillos. ¿Les importa que comparta mi orgullo con ustedes?
¿POR QUÉ MARIANA?
Es significativo lo poco que sabemos de los personajes de nuestro pasado. Talavera de la Reina no es una ciudad especial a la hora de desconocer su historia; parece que lo exótico vale más y merece más nuestra atención que lo propio como regla general. Sin embargo, afortunadamente, algunos conciudadanos se empeñan en desmontar esta falsa creencia y llevan tiempo trabajando en esta tarea intelectual, que es casi un rescate. Grupos de investigación histórica (el colectivo Arrabal, La Enramá, la Asociación Barbacana), acompañados del trabajo serio y constante de estudiosos como Ángel Ballesteros, José María Gómez, César Pacheco, José Luis Reneo, Francisco Peñalver, Ángel Monterrubio y un largo etcétera, han mantenido viva la curiosidad por nuestra historia más cercana. Unirse humildemente a ellos en este propósito ha sido muy gratificante.
El motivo central de nuestro interés por Mariana nacía del hecho de dar nombre al instituto de educación en el que trabajamos los impulsores del congreso. En su momento, —más de cincuenta años hace de ello—, el claustro de profesores así lo propuso. En los anales del centro se cuenta cómo el padre Juan de Mariana sirvió en numerosas ocasiones como modelo para representaciones teatrales, concursos literarios, etc. Después, aquellos fervores iniciales fueron, lógicamente, dejando paso a otras preocupaciones pedagógicas: la Constitución, la defensa del Tajo, el bicentenario de la batalla de Talavera, etc. De algún modo, Mariana se fue diluyendo en cierto olvido.
En 2015, el centro celebró con diversos actos su cincuenta aniversario. Hubo una jornada de reencuentro de antiguos y actuales profesores, y en ella tuvo lugar la inauguración de una gran placa de excelente cerámica talaverana con el retrato del jesuita. Bajo esta, una acertadísima cartela resume la esencia del personaje: «Padre Juan de Mariana (1536-1624). De la Compañía de Jesús. Historiador. Filósofo. Teólogo. Escribió la primera Historia general de España».
Fue una idea excelente. Miles de alumnos —no exagero— pueden ahora poner cara al jesuita que da nombre a su centro y reconocer, siquiera brevemente, sus aportaciones.
Pero existía una deuda más profunda con el padre Juan de Mariana; con el congreso proyectado pretendíamos subsanarla.
No habían pasado dos meses y el 11 de diciembre ya disponíamos de un programa para empezar a recibir las primeras inscripciones. El proyecto había tomado forma muy rápida y es preciso decir que en ello fue decisivo el apoyo del ayuntamiento de nuestra ciudad, particularizado en la persona de su concejala de Educación, D.ª María Victoria González Vilches, y también del centro asociado de la UNED de Talavera, y, en concreto, D. Enrique Martínez de la Casa, su director. Pronto sumamos a estos decisivos patrocinadores también la Fundación Cardenal Herrera Oria y la Universidad Francisco de Vitoria.
UN CONGRESO RIGUROSO Y DINÁMICO
El padre Juan de Mariana era, sin duda, un pensador heterodoxo, crítico y nada tradicional, pero también meticuloso y exhaustivo en sus trabajos. De alguna manera, un congreso sobre su figura debía reflejar estas características. El elenco de los ponentes y participantes buscó responder a estas premisas.
Deseábamos escuchar voces contradictorias, enfoques diversos. Hago notar que entre las instituciones colaboradoras se encuentran el Nódulo Materialista y el Instituto Teológico de Toledo, el Cine Club Mariana y el Departamento de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Obviamente, venían de lugares muy distintos entre sí.
Bastará con dar un repaso a los autores citados en el índice de estas actas para darnos cuenta de la muy diversa procedencia de las comunicaciones y conferencias. También en eso se percibe la pluralidad: Iñigo Ongay de Felipe, profesor de la Universidad de León, México; Harald E. Braun Senior Lecturer in European History (Profesor titular de Historia Europea), University of Liverpool; José Luis Villacañas Berlanga, catedrático de Filosofía en la Universidad Complutense y director de la Biblioteca Saavedra Fajardo de Pensamiento Político Hispánico; investigadores asociados a la Fundación Gustavo Bueno, profesores de la UDIMA, de la Universidad Francisco de Vitoria, de la Universidad Loyola de Andalucía, de la UNED, del Instituto Teológico San Ildefonso de la Diócesis de Toledo, de la Universidad de Alcalá, de la Europea de Madrid y de la de Castilla-La Mancha, profesores de centros de secundaria, etc.
Hubo momentos de amistosa confrontación en algunas mesas redondas, como aquella en la que el pensamiento liberal del Instituto Mariana compartió espacio con los incisivos representantes de la escuela de Gustavo Bueno. La confluencia —sin polémica— de estos diferentes enfoques es uno de los objetivos cumplidos de los que estamos más satisfechos los organizadores.
RECUPERAR LA FIGURA DE MARIANA PARA SU CIUDAD NATAL
Este congreso ha tenido un carácter internacional por la procedencia de sus ponentes e incluso de los matriculados al mismo, como hemos visto. Pero dado que su realización ha tenido lugar en Talavera de la Reina (Toledo), ciudad natal de nuestro autor, adquirió una notable dimensión local; el padre Juan de Mariana tenía que ser reivindicado en su propia tierra, a la que quiso tanto.
Por todo ello nos pareció oportuno realizar una serie de actos precongresuales, a fin de ir anticipando el mismo a la sociedad talaverana. Además de una presentación a los medios, se organizaron tres conferencias: una primera, mesa compartida entre Iván Vélez Cipriano y José Luis Pozo Fajarnes, abrió el camino; la segunda, a cargo de José Carlos Rodríguez, periodista y fundador del Instituto Juan de Mariana, y la tercera, a cargo de D. Jaime Olmedo, académico y filólogo, acompañado por D. José María Gómez Gómez, historiador talaverano.
Talavera tiene, afortunadamente, una buena pléyade de intelectuales. Puede alegrarse de ello. Debemos resaltar que el carácter abierto del congreso en las sesiones realizadas en el Centro Cultural El Salvador ha permitido la asistencia de muchos talaveranos que mostraron su complacencia al comprobar la talla del jesuita objeto de estudio. Entre ellos, por ejemplo, contamos con la presencia de alumnos de la Universidad de Mayores José Saramago y de varios institutos de la ciudad.
Sería injusto no destacar en este sentido la predisposición del Ayuntamiento de Talavera: su apoyo económico, por supuesto, pero también, insisto, la cercanía personal de nuestra concejala de Educación, D.ª María Victoria González Vilches, que coordinó todo lo referente al congreso. Un detalle no menor fue la cesión temporal de un excelente retrato del jesuita que decora las salas del ayuntamiento. Finalmente, la presencia del Sr. alcalde de Talavera, D. Jaime Ramos Torres, en la jornada de clausura hizo patente este apoyo.
Quisimos, en especial, hacer un homenaje público al padre Juan de Mariana con la colocación de un detalle floral en la estatua que se erige justo frente al ayuntamiento y el Teatro Victoria. Dicho acto, además, contó con las palabras de nuestro querido amigo de D. Luis Francisco Peñalver Ramos, historiador y autor de El monumento al padre Juan de Mariana en Talavera de la Reina; historia de un proceso: 1866-1888. Estuvo presente también la concejala de Cultura, D.ª María de los Ángeles Núñez.
No faltó, a continuación. una visita guiada con los congresistas por la plaza del Pan y, sobre todo por La Colegial, edificio religioso que tanta relación tiene con Mariana. Los sacerdotes responsables nos abrieron amablemente sus puertas. También disfrutamos de las explicaciones de D. Domingo Portela, arqueólogo y director técnico de la última restauración.
LA UNED DE TALAVERA Y SU PATROCINIO ACADÉMICO
El director del centro asociado de Talavera, D. Enrique Martínez de la Casa, acogió desde el primer momento el proyecto que le presentamos. Un congreso debe tener, por supuesto, el respaldo de una institución académica, no solo por la validez de sus títulos, sino porque son precisas infraestructuras informáticas, direcciones, salones para las comunicaciones, recepción de matrículas, comunicaciones a prensa, propaganda, etc.
La implicación de la UNED Central se confirmó con el nombramiento como director del congreso de D. Jacinto Rivera de Rosales, catedrático de Filosofía de la UNED. Él aportó la talla académica precisa. El trato cotidiano durante los días del congreso nos permitió disfrutar de su buen hacer y nos sentimos muy agradecidos por ello.
Tampoco quisiéramos olvidar aquí al personal del centro asociado que estuvo constantemente pendiente de cualquier detalle, con su habitual diligencia y eficacia.
La UNED, asimismo, acogió la presentación de dos libros en un acto que enriqueció también las propuestas del congreso. María y Laura Lara nos hablaron de su obra merecedora del Premio Algaba: Ignacio y la Compañía: del castillo a la misión (EDAF); por otro lado, descubrimos el libro Juan de Mariana y la escuela española de economía (Unión Editorial), de Ángel Manuel Fernández, que nos permitió conocer, entre otras cosas, la influencia de Mariana en los padres fundadores de los Estados Unidos, una tesis verdaderamente sugerente.
LA PUBLICACIÓN DE ESTAS ACTAS COMO CULMINACIÓN
Sin duda, lo más valioso del congreso está recogido en sus actas. Es así porque aquí se plasman los esfuerzos en el análisis de conferenciantes, ponentes y autores de las comunicaciones. Es el trabajo individual sobre los textos, el descubrimiento de nuevos datos, la comparativa de autores y el uso de una metodología científica adecuada, lo que produce buenos frutos.
¿Qué hubiera pasado si dicho esfuerzo quedara solo en la memoria de los participantes o en las grabaciones que hicimos de las sesiones colgadas en internet? Que lo más granado habría quedado sin recoger.
Afortunadamente, la Universidad Francisco de Vitoria decidió apoyar la edición de las actas que están ahora en sus manos. Ahora podemos leer de manera ordenada todas las ideas que se debatieron. Ahora se conservará el trabajo antes descrito. Ahora será posible partir de estas propuestas para realizar otras. No podemos por menos que elogiar la ayuda de nuestros colegas de esta universidad.
Disponga, pues, lector de ellas. Perdone las erratas si las hubiera, que las habrá, por más que pusimos cuidado en evitarlas. Y si, como pronosticamos, encuentra un rico montón de ideas, que le aprovechen. Quedan para el archivo y la memoria.