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La hormiguita del Ratón Pérez

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Andaba una hormiguita dando vueltas y vueltas y vueltas alderredor de una monedita de a un cinco que taba tirada en la banqueta,F y mientras daba vueltas decía:

—Si compro pan, se me acaba; si compro dulces, se me acaban; si compro chicharrón, se me acaba…

Otra hormiga que andaba por allí, se le quedó viendo y le dijo:

—Oyes, Espiroqueta, ¿pos qué juego es ése, que yo nunca lo había susterfugiado?

—Ah, no, no es juego —le dice ésta—, es que me encontré este cinco tirado y no hallo en qué gastármelo.

—Pos, que yo sepa —dijo la otra—, las hormigas no andamos gastando dinero. ¡Ni comprar sabemos, vaya!

—¿Tonces, de dónde habré yo sacado eso de ã querer comprar tantas tarugadas con este cinco?

—¡Sepa la bola…! Pero, además, hay otra cosa…

—¿Cuál?

—¿Ya vites si puedes alevantar el cinco?

—No, pero orita veo.

Y ai tá, a puje y puje. Ya que vio que ni entre veinte hormigas, ni entre todo el hormiguero iban a poder levantar el fierro, dice:

—¡No, pos ai muere, no sé cómo se me ocurrió eso…!

—Capazmente lo leyites —dijo la otra.

—Capazmente.

—Como lo del ratón aquel, que se casó con una hormiga…

—¿El que dizque se cayó a la olla por comerse la cebolla?

—Ei… ése. ¡Como si a los ratones les gustara la cebolla!

—¡Puras “papas” vienen en los libros!

—¡Puras “papas”!

—Ámonos mejor, al hormiguero, a ver la tele.

—Ámonos, pues. Ya va a empezar la telenovela.

Y ya se fueron, muy tranquilas, a enanginarse con la tele, como dice don Purrungo, y eso es todo.

(Chanchán).

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